La encrucijada del r¨¦gimen sirio
Bachar al Asad se enfrenta a una doble presi¨®n: la de EE UU, que exige cambios, y la interior, en demanda de democracia
El r¨¦gimen sirio del presidente Bachar al Asad se encuentra en una encrucijada. Desde el exterior, Estados Unidos le exige modificar su pol¨ªtica internacional, retirar su apoyo a las organizaciones radicales palestinas y libanesas y solidarizarse de manera activa con el nuevo proceso de paz en Israel y Palestina. Desde el interior, el movimiento popular surgido tras la muerte de su padre Hafez al Asad, denominado la primavera de Damasco, le reclama la pronta democratizaci¨®n del pa¨ªs, acabar con la corrupci¨®n y poner fin al monopolio del partido ¨²nico Baaz.
"No nos hemos callado; continuamos trabajando por la libertad y la democracia", asegura el cineasta Nabil Maleh, uno de los impulsores de las campa?as de democratizaci¨®n, que cristalizaron en los llamados comit¨¦s de la sociedad civil, unos foros de discusi¨®n que brotaron en todas las ciudades de Siria hace tres a?os, tras la muerte del dictador. Esos comit¨¦s lograron aglutinar a centenares de intelectuales y millares de ciudadanos, con el fin de plantear una alternativa.
La corrupci¨®n generalizada es el principal lastre para la econom¨ªa del Estado
La actual represi¨®n es una marcha atr¨¢s que ha resucitado los viejos m¨¦todos policiales
Maleh, ex estudiante de energ¨ªa nuclear, es uno de los directores de cine m¨¢s c¨¦lebres de Siria. Fue galardonado en 1994 en la Mostra de Cinema Mediterrani de Valencia por su pel¨ªcula Comparsas. Se trata de un hombre comprometido con esta lucha democr¨¢tica, que habla sin miedo y en voz alta, sin dejarse intimidar por la represi¨®n que ejercen a diario y de manera indiscriminada algunos de los 13 servicios de seguridad del r¨¦gimen.
"Con las detenciones de los diputados independientes Riyad Seif y Mamun al Homsi y del jefe del Partido Comunista Sirio [PCS], Riyad Turk, intentaron poner fin a la primavera de Damasco. Fue un toque de atenci¨®n desde las fuerzas de seguridad y el comienzo de una oleada de represi¨®n sistem¨¢tica contra los sectores democratizadores", dice Nabil Maleh. A su juicio, la reacci¨®n del r¨¦gimen supone una marcha atr¨¢s: Ha devuelto a Siria a los a?os m¨¢s duros de su historia y ha resucitado los viejos m¨¦todos policiales utilizados por el padre del rais, Hafez al Asad.
Los tribunales de excepci¨®n sirios -Tribunal de Seguridad del Estado- condenaron a los promotores de la primavera de Damasco a penas de c¨¢rcel que oscilan de dos a 10 a?os. Las sentencias son tambi¨¦n contundentes en los argumentos esgrimidos, los acusan de "atentar contra la Constituci¨®n, incitar a la sedici¨®n armada, a las disensiones confesionales, sabotear el sentimiento patri¨®tico y propagar falsas noticias".
Los diputados Seif y Al Homsi fueron castigados a cinco a?os y Riyad Al Turk, secretario general del PCS, a dos y medio, aunque ¨¦ste fue indultado en el ¨²ltimo momento por el presidente, atendiendo a razones humanitarias y por su edad, 73 a?os.
Algunos analistas sostienen que la detenci¨®n del diputado independiente Riyad Seif constituy¨® un acto de venganza. La c¨²pula del r¨¦gimen y los responsables del partido Baaz se sintieron aludidos por sus denuncias de corrupci¨®n que hab¨ªa lanzado desde su esca?o del Parlamento. Las acusaciones implicaban directamente a Rami Makhluf, primo del presidente Bachar al Asad, principal accionista de las dos compa?¨ªas de telefon¨ªa m¨®vil, al que culp¨® de haber conseguido de manera irregular el monopolio del servicio, sin haber aportado nada a las arcas del Tesoro.
Riyad Seif acababa de meter el dedo en una de las llagas m¨¢s lacerantes del r¨¦gimen sirio, junto con la ausencia de libertades p¨²blicas, la corrupci¨®n. Y es que ¨¦sta ha logrado infiltrarse en todo el tejido social de Siria.
Es una pr¨¢ctica habitual de los polic¨ªas y de los agentes de tr¨¢fico extorsionar a los conductores con multas de medio d¨®lar, unas 25 libras sirias. De este modo logran redondear un m¨ªsero salario que, en muchos casos, no supera los 100 d¨®lares mensuales. Pero la gran corrupci¨®n la ejercen sobre todo los altos funcionarios de la Administraci¨®n p¨²blica, que llegan a obtener astron¨®micos beneficios econ¨®micos. Esto qued¨® expuesto con la detenci¨®n en marzo de 2000 del primer ministro, Mahmud Zubi Zubi, quien acab¨® suicid¨¢ndose en la c¨¢rcel de tres tiros al descubrirse que su familia ingresaba ilegalmente a diario unos 50.000 d¨®lares.
Las campa?as p¨²blicas de moralizaci¨®n no logran grandes resultados. Las que lanz¨® el anterior presidente fueron breves y jam¨¢s tuvieron continuidad. Las del actual jefe de Estado siguen la misma senda, se lamentan los sectores cr¨ªticos, que aseguran que la corrupci¨®n es el principal lastre de la econom¨ªa del Estado.
En el mejor de los casos, las iniciativas de la presidencia contra esta plaga se han convertido en campa?as publicitarias, como lo demuestran las detenciones de Mahmud Miskal, director general del Banco Comercial de Siria, y la de Ghatfhan al Rifai, director general de Aduanas. Ambos se hallan pendientes de juicio.
"Siria tiene ante s¨ª un grave problema, la falta justicia social", dice Walid Jkhlaasy, escritor y diputado independiente de Aleppo, la segunda ciudad de Siria, desde el otro lado de la mesa de su despacho. Mide cada una de sus palabras, como si tratara de soslayar los meandros de la represi¨®n policial. A pesar de que a sus 68 a?os se ha colocado en una posici¨®n distante de los animadores de la primavera de Damasco mantiene una actitud cr¨ªtica con respecto al r¨¦gimen del partido Baaz.
Jkhlaasy, como amplios sectores de la oposici¨®n, reclama el fin del monopolio del partido ¨²nico y la apertura democr¨¢tica que permita el juego a las otras organizaciones pol¨ªticas, incluidos los movimientos islamistas, duramente reprimidos en la d¨¦cada de los ochenta por Hafez al Asad y el actual ministro de Defensa Mustaf¨¢ Tlasa y que se saldaron con la muerte de unas 25.000 personas y millares de desaparecidos, sobre todo en la ciudad de Hama.
"He colocado todas mis esperanzas en el presidente Bachar al Asad y en sus promesas de renovaci¨®n, pero a estas alturas me da miedo que no pueda o no le dejen cumplir con sus compromisos. Soy consciente que estamos volviendo a los periodos m¨¢s negros de su padre. Pero la tarea es dif¨ªcil y ardua; cambiar y al mismo tiempo preservar lo que se tiene y que constituye la herencia cultural de Siria", explica este novelista, uno de los m¨¢s prol¨ªficos de su pa¨ªs.
El escritor es consciente, como otros muchos de sus conciudadanos, de que la dura represi¨®n policial que se abate sobre los protagonistas y animadores de la primavera de Damasco no ha logrado hacer desaparecer ni borrar su primera declaraci¨®n p¨²blica, con la que se rompieron tres d¨¦cadas de silencio y en la que se reclama para Siria "devolver la palabra al pueblo" y que "el Parlamento tenga de nuevo el control del Estado". Es decir "el retorno a los principios republicanos", laicos, porque en caso contrario este pa¨ªs "continuar¨¢ siendo lo que es hoy d¨ªa; un r¨¦gimen totalitario en una rep¨²blica hereditaria".
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