La ciudad m¨¢s deseada
Decididamente, no votar¨¦ a Luis D¨ªaz Alperi para alcalde de Alicante en las pr¨®ximas elecciones municipales. Pero si le niego mi voto al candidato del Partido Popular, no lo hago, en absoluto, por cuestiones ideol¨®gicas. Aunque pretendiera hacerlo, me resultar¨ªa imposible dado que D¨ªaz carece de cualquier ideolog¨ªa, como ha demostrado a lo largo de su trayectoria pol¨ªtica. Si le niego mi voto ser¨¢, ¨²nicamente, por evitar que este hombre conduzca la ciudad a la bancarrota. Los alicantinos ya tenemos suficiente con la deuda que Eduardo Zaplana ha dejado a su paso por la Generalidad. A?adirle ahora el dinero preciso para convertir Alicante en "la ciudad m¨¢s deseada de Europa", como ha prometido Luis D¨ªaz Alperi en su programa electoral, me parece un disparate al que no pienso contribuir de ning¨²n modo.
Adem¨¢s, yo no me f¨ªo de D¨ªaz Alperi como administrador de un proyecto semejante. Uno debe recelar de un hombre que considera un buen negocio para la ciudad regalar millones de euros a unos fabricantes, porque deban trasladarse a otro lugar. La operaci¨®n, en todo caso, ser¨¢ un excelente negocio para los industriales, pero no veo por qu¨¦ habr¨ªa de serlo para la ciudad. La pol¨ªtica es un arte complejo, con razones que, a menudo, nos cuesta entender a los ciudadanos; pero D¨ªaz ha elevado este arte a un grado de sofisticaci¨®n admirable. Como hemos visto en el caso Mercalicante, aprobar la conducta del alcalde de Alicante es, al d¨ªa de hoy, una cuesti¨®n de fe. Llegados a este punto, poco podemos decir, pues no se discute lo sobrenatural.
Desde luego, yo creo a D¨ªaz cuando afirma que "ning¨²n concejal ni, por supuesto, el alcalde se ha llevado ni un duro" de Mercalicante. Por desgracia, su afirmaci¨®n no mejora las cosas. Si el desfalco de la empresa resulta ser una acci¨®n exclusiva del gerente, como asegura, su responsabilidad no disminuye por ello. En cualquier empresa privada, hace tiempo que D¨ªaz habr¨ªa presentado su dimisi¨®n, o los accionistas lo hubieran echado a la calle. Lo grave de Mercalicante no son los 1,2 millones de euros desaparecidos, sino que el presidente de su consejo de administraci¨®n no se enterase de nada y ahora se llame andana. A m¨ª, desde luego, me parecer¨ªa irresponsable dejar el gobierno de una ciudad en manos de una persona que se comporta as¨ª.
Por otra parte, yo no s¨¦ si Luis D¨ªaz Alperi posee el br¨ªo suficiente para convertir Alicante en "la ciudad m¨¢s deseada de Europa", como ha prometido. Si hubi¨¦ramos de juzgar por lo realizado bajo su gobierno en los ¨²ltimos a?os, tengo dudas sobre el resultado final. A diferencia de las poblaciones vecinas, que han avanzado de una manera innegable, y se han modernizado, en Alicante se han hecho muy pocas obras de relieve. Es cierto que han abundado las promesas. Promesas s¨ª hemos tenido de todos los colores y para todos los gustos. Y hasta el mi¨¦rcoles pasado, el alcalde firm¨®, una vez m¨¢s, el convenio para soterrar las v¨ªas del ferrocarril. Pero la verdad es que, si exceptuamos los trabajos realizados para prevenir las riadas -de una importancia fuera de duda-, el parque de la Ereta y alg¨²n arreglo en el centro, no veo de qu¨¦ otros proyectos de envergadura podr¨ªamos hablar. Y es que a Luis D¨ªaz Alperi le ha interesado much¨ªsimo el territorio, pero apenas le ha preocupado la ciudad.
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