C¨¦sar Jim¨¦nez vende como nadie

Al sexto toro le pidieron el indulto, sobre todo un muy provocativo C¨¦sar Jim¨¦nez, pero antes, en banderillas, lo hab¨ªan protestado por su floja condici¨®n y solicitaron su devoluci¨®n. Paradojas del destino. Porque ese toro que cerr¨® la corrida, bien hecho y rematado, como todo el lote, fue bravo. Derrib¨® hasta dos veces, aunque del segundo encuentro con el caballo sali¨® visiblemente renqueante de cuartos traseros. C¨¦sar Jim¨¦nez, que vende el producto a veces con excesiva teatralidad, le ofreci¨® al toro lo que necesitaba: distancia. Se lo dej¨® venir de largo cada vez que comenzaba una serie. Y lucieron toro y torero. M¨¢s verdad en el escaso toreo que el matador puso en pr¨¢ctica con la mano izquierda; m¨¢s ventajista con la diestra y, finalmente, apabullante en todo lo dem¨¢s. Es decir, se llev¨® al p¨²blico de calle en lo superficial y c¨®modo. Porque, eso s¨ª, la gente se volc¨® con el torero, tambi¨¦n con el toro, y acab¨® por sumarse a los excesos de provocaci¨®n con que el torero pretend¨ªa el indulto de un toro que tuvo los honores p¨®stumos de la vuelta en el arrastre.

De ese excelente Jandilla, otro no menos bueno fue el tercero, que asimismo derrib¨®. La faena de C¨¦sar Jim¨¦nez tambi¨¦n tuvo m¨¢s espuma que contenido, pero una rotunda predisposici¨®n. M¨¢s aut¨¦ntico con la muleta en la zurda y m¨¢s ventajista y superficial, tambi¨¦n bastante afectado, cuando se llev¨® al toro por el pit¨®n derecho.

El amor propio de Barrera, tambi¨¦n un buen concepto de faena, tuvo justo premio ante un toro, el cuarto, que le propin¨® una gran paliza adem¨¢s de dos cornadas. Con el soso primero no pudo lucir.

Y El Juli mostr¨® una cara triste y aburrida. Reiterativo y vulgar, nunca termin¨® de confiarse con el segundo. Y el excelente quinto mereci¨® m¨¢s de lo que le hizo el madrile?o.