"Churchill y Hitler fueron l¨ªderes por su tenacidad y oratoria"
Uno quer¨ªa destruir la civilizaci¨®n occidental, el otro preservarla. Pero las dotes de liderazgo que llevaron a Winston Churchill a triunfar y a Adolf Hitler a estamparse contra los muros de la raz¨®n y la historia ten¨ªan sus similitudes, aunque los dos jam¨¢s se vieran cara a cara, ni se hablaran. El brit¨¢nico Andrew Roberts ha estudiado los caminos paralelos que les llevaron a coincidir en un tiempo crucial y el resultado es Hitler y Churchill. Los secretos del liderazgo (Taurus), que aparece ahora en Espa?a.
El autor, ingl¨¦s de flema, educado en Cambridge, conservador torie confeso y con 39 a?os, present¨® la obra ayer en Madrid -"una suerte, porque no todos los d¨ªas puedo comer buen Jabugo", dice-, donde verti¨® algunas de sus consideraciones pol¨¦micas y lament¨® las tretas sin jugo que utilizan los l¨ªderes de hoy en el mundo, con sus m¨¦todos paup¨¦rrimos de convicci¨®n. "Considero a Hitler un l¨ªder carism¨¢tico, otra cosa son sus fines. Tanto ¨¦l como Churchill cre¨ªan en el destino que les hab¨ªa se?alado para salvar su pa¨ªs. Ahora tenemos una especie de lun¨¢ticos a los que parece que Dios dicta los discursos", afirma.
Ambos eran veteranos de la Primera Guerra Mundial y se hab¨ªan salvado en las trincheras. "Eso tambi¨¦n fue determinante en ellos". Los dos emplearon rasgos similares para ganar el poder. "La tenacidad y la oratoria les sirvieron para conseguir sus fines". Ten¨ªan una de esas cualidades; la otra, la aprendieron: "No eran grandes oradores, pero se hicieron con ese arte. Churchill pasaba 14 horas ante el espejo preparando discursos, algo que no creo que nadie haga hoy", afirma Roberts. Hitler se curti¨® en la calle y los bajos fondos. "En las cervecer¨ªas donde iba a ver a los c¨®micos para aprender, sobre todo los tiempos y ritmos de los discursos".
El gusto por la palabra es algo que ya no se estila. Roberts a?ora a los pol¨ªticos que trataban de educar con el verbo. "En la ¨¦poca de Disraeli o Gladstone, se utilizaba a los cl¨¢sicos, la historia, las letras, ahora se practica el info-ocio, esa mezcla de chiste y mensaje que resulta tan pobre". Algo que en Espa?a, de igual modo, se lamenta con frecuencia: la falta de Castelares.
A los dos l¨ªderes tambi¨¦n les un¨ªa la fidelidad a una imagen. Hitler vest¨ªa siempre igual. "Se pon¨ªa pocas medallas en las camisas para parecerse m¨¢s al alem¨¢n com¨²n y no a esos militares que parecen ¨¢rboles de Navidad", asegura Roberts. Churchill tambi¨¦n ten¨ªa estudiado y medido su aspecto. "Con sombrero, puro y la pajarita de lunares", describe el historiador, autor de una serie tambi¨¦n para la BBC sobre los dos personajes, bi¨®grafo de Lord Halifax, The holy
fox, y de un estudio sobre Napole¨®n y Wellington.
Tambi¨¦n hab¨ªa diferencias cruciales. En el trato humano con sus colaboradores, por ejemplo. "Hitler era m¨¢s cercano, se acordaba de los cumplea?os o les visitaba si estaban enfermos. Churchill, en cambio, se mostraba duro. Su mujer, en una carta, le dijo una vez que no hab¨ªa nadie en Downing Street (la residencia del primer ministro brit¨¢nico) que le apreciara". Y secretos para conservar la clarividencia en tiempos duros. La siesta, por ejemplo. "Churchill la echaba todos los d¨ªas, pero poni¨¦ndose el pijama y con parches en los ojos. Con una hora al d¨ªa, ganaba dos m¨¢s de actividad por la noche, para colmo de sus colaboradores que, por supuesto, no se la echaban".
Autoritarios y dictadores
Ambos eran autoritarios, pero lo que hizo a uno dictador sangriento y al otro no, eran rasgos de su temperamento. "Churchill fue dur¨ªsimo, pero no cruel. Y ten¨ªa un gran sentido del humor y capacidad de re¨ªrse de s¨ª mismo, algo que es dif¨ªcil imaginar en Hitler, Franco o Mussolini".
Tambi¨¦n las diferencias de visi¨®n y el car¨¢cter fueron cruciales al final. "Churchill aprendi¨® de los errores, escuch¨® siempre a sus colaboradores y mantuvo una visi¨®n global. Hitler se perdi¨® en los peque?os detalles y nunca admiti¨® sus equivocaciones, como la invasi¨®n de la URSS". Los dos siguen despertando inter¨¦s y Churcill marcando pautas. "Bush, Rumsfeld, Blair y Giuliani le han reivindicado en estos tiempos", asegura Roberts. Para una cruzada, que a los ojos de Roberts es "justa", seg¨²n este liberal ac¨¦rrimo que denuncia cu¨¢l es el objetivo de personajes como Osama bin Laden: "Le considero un fascista que quiere acabar con las democracias liberales. Y lo mismo vale para Sadam".
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