Nuevos (y viejos) en la plaza

Dos propuestas muy diferentes, dentro de las m¨²sicas peninsulares de filiaci¨®n folcl¨®rica, abr¨ªan la semana isidril en la plaza Mayor. Los unos, vascos de exquisita sonoridad cant¨¢brica, se estrenaban ante una audiencia mucho m¨¢s nutrida de la que les suele atender por estas tierras mesetarias. Los otros son casi tan consustanciales a la estatua ecuestre de Felipe III como las amapolas al campo: confes¨® uno de sus portavoces, Luis Mart¨ªn D¨ªez, que ¨¦sta hac¨ªa la actuaci¨®n n¨²mero 21 en las fiestas madrile?as.

El septeto Alboka gravita en torno a la figura del h¨¢bil acordeonista Joxan Goikoetxea, pero el de Hernani reparte el protagonismo de forma muy democr¨¢tica. De hecho, el nombre del grupo alude al ancestral clarinete doble que interpreta el gran Alan Griffin, al que 15 a?os de estancia en Euskadi no le han borrado ese cierto aire de distinci¨®n brit¨¢nica.

El m¨¢s reciente trabajo de Alboka, el prolijo Lorius (Felicidad), va ganando empaque y contundencia con los meses. Compendio de los m¨¢s significativos ritmos vascos, desde el fandango al zortziko, el arin-arin o las furibundas y entrecortadas danzas de espadas, incluye algunas melod¨ªas especialmente seductoras. Y el principal reclamo de la entrega discogr¨¢fica, la colaboraci¨®n de la h¨²ngara M¨¢rta Sebesty¨¦n, se suple en directo con el plet¨®rico Xabi San Sebasti¨¢n, un talento vocal notable e inesperado. Sus arrestos en pasajes a capella o de instrumentaci¨®n muy escasa hablan muy bien de ¨¦l.

Frente a la propuesta m¨¢s sofisticada y minuciosa de Alboka, el Nuevo Mester ahond¨® en lo que su p¨²blico ya conoce de anta?o y quiere seguir escuchando hoy: pura tradici¨®n castellana, abundante en jotas, bailes de rueda, paloteos o romances (en breve publicar¨¢n una triple antolog¨ªa en torno a este g¨¦nero). Son¨® emocionante la interpretaci¨®n de Los segadores, una pieza de alto valor reivindicativo con la que el grupo se atrevi¨®, t¨ªmidamente, a brindar "por la paz". En este Madrid tardomanzanista, hasta las cosas m¨¢s evidentes han acabado dici¨¦ndose en voz baja.