?Incertidumbre electoral?
El autor pronostica que con una participaci¨®n superior al 70% el PP obtendr¨¢ entre 46 y 47 esca?os, el PSPV, 37 o 38 representantes y L'Entesa, entre 5 y 6 diputados
La sociedad valenciana afronta unas nuevas elecciones auton¨®micas y municipales bajo el signo, una vez m¨¢s, de la incertidumbre. Por remitirnos a las ¨²ltimas citas: la de 1995 era la del posible cambio pol¨ªtico, y la de 1999 planteaba la inc¨®gnita de si el PP alcanzar¨ªa la mayor¨ªa absoluta en las Cortes despu¨¦s de cuatro a?os de coalici¨®n con UV. Conseguida la mayor¨ªa, ello ha permitido una legislatura de gobierno fuerte y sin lastres, un gobierno muy distinto al que aspira ahora la coalici¨®n de siglas PSPV-PSOE-L'Entesa: EU+Els Verds/Los Verdes+EV+IR al que habr¨ªa que a?adir la imprevisible incorporaci¨®n del Bloc. Una mezcla que no va acompa?ada del aval de esa misma unidad en todas las circunscripciones electorales y que ni siquiera ha contado con el sim¨¦trico apoyo para las elecciones municipales donde, a las siglas citadas, habr¨ªa que a?adir hasta 11 partidos m¨¢s.
Cuanta menor participaci¨®n se produzca, mayor ser¨¢ la posibilidad de que el Bloc y UV entren en las Cortes
La cita de 2003 era, hace unos meses, un simple reconocimiento de la ciudadan¨ªa para que el PP mantuviera la mayor¨ªa absoluta. Los ejes pol¨ªticos del programa arrojaban un elevado grado de ¨¦xito: medio mill¨®n de empleos creados y reducci¨®n del paro a menos de la mitad, una pol¨ªtica social innovadora, proyectos emblem¨¢ticos que refuerzan el peso valenciano en el panorama estatal e internacional, estabilidad econ¨®mica, desarrollo por encima de la media europea, y superaci¨®n de las tradicionales l¨ªneas de vulnerabilidad (tema ling¨¹¨ªstico, necesidades de abastecimiento de agua, sostenibilidad medioambiental, adecuada dotaci¨®n de infraestructuras sociales...)
A estos datos habr¨ªa que a?adir las enormes diferencias entre los principales partidos en clave de democracia interna. El PP ha consolidado un proceso natural de renovaci¨®n sin fisuras, con el valor a?adido de la proyecci¨®n nacional de la Comunidad Valenciana a trav¨¦s del ex Presidente Zaplana, relanzando el discurso del poder valenciano y avalando unas pol¨ªticas sociales que son referente nacional. El PSPV-PSOE, en el punto diametralmente opuesto, navegaba entre una sucesi¨®n de l¨ªderes coyunturales fruto de un sistema de elecciones primarias y el tradicional autoritarismo protector que les acompa?a. En cuanto a IU las encuestas solventes la dejaban sin representaci¨®n parlamentaria.
Por ¨²ltimo, tanto UV como el Bloc quedaban claramente fuera de las Cortes, como consecuencia de un proceso de p¨¦rdida progresiva de su raz¨®n de ser pol¨ªtica, es decir, la superaci¨®n de las l¨ªneas de fractura social sobre la base de las pol¨ªticas de modernizaci¨®n, y la asunci¨®n por el PP de una defensa razonable de lo valenciano.
Por tanto, a comienzos de 2003 el escenario se presentaba como una contienda electoral entre dos: el PP, con una holgada distancia de 12 puntos sobre su principal adversario, y el PSPV-PSOE, dirimiendo sus cuitas familiares.
Hoy, si hacemos caso a los primeros sondeos y con la campa?a electoral en marcha, las circunstancias han cambiado: la distancia entre PP y PSPV-PSOE, sin ser la de noviembre, se ha recuperado estos meses y, por otro lado, parece seguro que L'Entesa: EU+Els Verds/Los Verdes+EV+IR tendr¨¢ representaci¨®n parlamentaria.
Sin embargo, algunas reflexiones me llevan a cuestionar este estado de cosas que, vox populi, parece preconizar, incluso, la posibilidad real de un cambio pol¨ªtico en la Comunidad Valenciana.
Hay una norma (que, como tal, sus excepciones tendr¨¢) seg¨²n la cual las tendencias electorales necesitan de periodos largos para fraguar. Lo contrario ser¨ªa una excepci¨®n
?Qui¨¦n gana unas elecciones, c¨®mo y por qu¨¦? En el Partido Popular no se da ninguno de los dos factores que conducen normalmente a perder la confianza electoral: ni ha sufrido un serio desgaste de gobierno (de hecho, el proyecto renovador que supone Paco Camps y la proyecci¨®n nacional de Zaplana apuntan a la tendencia contraria), ni ha realizado una gesti¨®n censurable, pues todas las encuestas revelan un alto grado de apreciaci¨®n popular favorable a las pol¨ªticas desarrolladas por el Gobierno valenciano en los ¨²ltimos a?os.
Si somos realistas, las expectativas de la oposici¨®n se cifran, aun ahora y en buena parte, en dos hechos ciertamente ajenos al campo de competencia natural de unas elecciones locales y auton¨®micas: el accidente del Prestige y el conflicto de Irak. El enga?oso bal¨®n de ox¨ªgeno que genera su explotaci¨®n obsesiva, en clave electoral, por parte del PSPV-PSOE se est¨¢ desinflando al ritmo que se recupera el contraste de programas pol¨ªticos. La marea que parec¨ªa arramblar con todo all¨¢ por febrero, ha dado paso al terreno pantanoso por el que deambula el PSPV-PSOE.
Estos vaivenes demosc¨®picos nunca han ido acompa?ados por la raz¨®n. La reflexi¨®n previa al momento de la emisi¨®n del voto va a aislar factores coyunturales, y se va a centrar en lo importante: programas de empleo, pol¨ªticas econ¨®micas, medidas de protecci¨®n social, proyectos emblem¨¢ticos, seguridad ciudadana, refuerzo de nuestra posici¨®n en el Estado auton¨®mico y aseguramiento de recursos naturales suficientes.
Y, sobre todo, la valoraci¨®n de la gesti¨®n. Porque al entender globalmente el concepto de gesti¨®n auton¨®mica, se valora que el pr¨®ximo 25 de mayo decidiremos algo m¨¢s que nuestros representantes locales y auton¨®micos. De nuestro voto se elucida la estructuraci¨®n pol¨ªtica auton¨®mica que nos dimos hace veinticinco a?os.
Cada elector es consciente de esta estructuraci¨®n, porque nadie vota a un alcalde en funci¨®n de debates o gestiones que han tenido lugar en Bruselas, como tampoco se vota a un presidente del gobierno sobre par¨¢metros de la gesti¨®n local. Ser¨ªa un error la alteraci¨®n de los par¨¢metros de voto, como un error comete el partido que pretenda inducir a que el electorado practique esa alteraci¨®n.
La oposici¨®n, a fuerza de reconducirnos a un refer¨¦ndum, ha apelado al voto de castigo, olvidando que el voto de castigo es un voto en negativo. Lo que significa una contradicci¨®n en sus propios t¨¦rminos. Pues ninguna ilusi¨®n se genera a partir de la crispaci¨®n, sino m¨¢s bien desde las propuestas de mejora social. Y ah¨ª hay una marcada diferencia entre las propuestas ilusionantes del PP y la negatividad que ha abrazado el PSPV-PSOE en los ¨²ltimos meses cuando ha vislumbrado la cita electoral.
Ni a¨²n en el mejor de los casos puede el PSPV-PSOE aspirar a un gobierno en solitario, de ah¨ª que la incertidumbre ser¨ªa a¨²n m¨¢s grave, ya que en todo caso lo que garantizar¨ªa ser¨ªa la entrada en el Gobierno valenciano de la confusa sopa de letras que L'Entesa: EU+Els Verds/Los Verdes+EV+IR representa como garant¨ªa cierta de desvertebraci¨®n de la Comunidad Valenciana: mayores impuestos, desinversi¨®n y desapego entre las instituciones y la sociedad civil.
Si la abstenci¨®n es baja, si los ciudadanos del centro sociol¨®gico deciden el d¨ªa 25 ir a las urnas a depositar su voto, indudablemente el Partido Popular volver¨¢ a recibir la confianza mayoritaria de la sociedad valenciana. En este caso, con una participaci¨®n superior al 70% de los electores, el Partido Popular de la Comunidad Valenciana obtendr¨¢ entre 46 y 47 esca?os; el PSPV-PSOE, 37 o 38 esca?os, y L'Entesa: EU+Els Verds/Los Verdes+EV+IR, 5 o 6 esca?os. En conclusi¨®n, una aproximaci¨®n parecida a la que hicimos en 1999 en estas mismas p¨¢ginas, por mucho que encuestas a precio tasado intenten dibujarnos un escenario social y pol¨ªtico muy distinto.
Queda, por fin, un porcentaje de votos consolidado para dos nuevas coaliciones: el BNV-EV (Bloc Nacionalista Valenci¨¤-Esquerra Verda) y la que responde a la triple uni¨®n, Uni¨®-Uni¨® Comunitat Valenciana-Uni¨® Valenciana. En ambos casos el porcentaje de la abstenci¨®n va a ser decisivo. A menos participaci¨®n mayores ser¨¢n las posibilidades para estos dos bloques irreconciliables entre s¨ª. Pero aqu¨ª cabe introducir un dato, la entrada de una fuerza minoritaria en las Cortes tendr¨ªa mayor capacidad de acuerdo con el PP que con la sopa de letras multicolor.
Por estas razones creo que lo que, en definitiva, va a decidir las elecciones no es a qui¨¦n vote cada elector, sino qui¨¦n vote y qui¨¦n no.
La cuesti¨®n es dilucidar si la abstenci¨®n tendr¨¢ unos niveles semejantes a los descritos o se incrementar¨¢. A estas alturas, y por las razones expuestas, cualquiera es consciente de que la abstenci¨®n no enriquece el capital electoral del PSPV-PSOE. Por la sencilla raz¨®n de que la abstenci¨®n muestra la desilusi¨®n de un electorado que castiga la falta de ilusi¨®n. Y eso es lo que ha venido marcando las pol¨ªticas socialistas desde principios de los noventa. Adem¨¢s, una abstenci¨®n que se transfiera como apoyo a una coalici¨®n pol¨ªtica PSPV-PSOE-L'Entesa: EU+Els Verds/Los Verdes+EV+IR es inviable hoy d¨ªa, porque los riesgos de frenar el desarrollo auton¨®mico y el crecimiento econ¨®mico y social son patentes en esta opci¨®n.
En definitiva, si los electores van a votar y lo hacen en funci¨®n de la seriedad y responsabilidad con que el Partido Popular ha gestionado nuestra autonom¨ªa durante ocho a?os, el PP obtendr¨ªa nuevamente la mayor¨ªa absoluta de los esca?os de las Cortes Valencianas, pero si se olvidan lo que se est¨¢ votando o se abstienen el resultado se asemejar¨ªa m¨¢s a aquellos antiguos cines de barrio en los que primero te cobraban la entrada y despu¨¦s te cambiaban el programa.
Rafael Blasco es consejero de Bienestar Social
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