Simplismos
El cruce de acusaciones entre Aznar y Zapatero a ra¨ªz de los atentados suicidas de Casablanca, en los que han muerto 41 personas, tres de ellas ciudadanos espa?oles, es de un simplismo injustificable, incluso en plena campa?a electoral. El presidente del Gobierno empez¨® a poner la venda el mismo s¨¢bado, lanzando un ataque verbal preventivo contra quienes pretendiesen establecer un v¨ªnculo entre los atentados de Marruecos y la guerra de Irak. Aunque no le plazca ni a ¨¦l ni a nadie, no cabe duda de que hay relaci¨®n entre los acontecimientos. Incluso un centro tan poco sospechoso como el Instituto Internacional de Estudios Estrat¨¦gicos sostiene que la guerra de Irak conllevar¨¢ m¨¢s terrorismo y ser¨¢ una fuente de inspiraci¨®n para reclutar a m¨¢s violentos fan¨¢ticos.
Pero que exista relaci¨®n no significa que ¨¦sta sea de causa a efecto. Afirmar que los atentados de Casablanca son una respuesta directa a la posici¨®n que ha mantenido el Gobierno de Aznar sobre la guerra de Irak constituye cuando menos una imprudencia. Hay razones de sobra para criticar la implicaci¨®n espa?ola en esa guerra que se hizo contra la legalidad internacional, pero no valen los argumentos que dan a los terroristas el papel de ¨¢rbitros en el dilema moral que siempre supone decidir la participaci¨®n de un pa¨ªs en una acci¨®n b¨¦lica.
Los atentados de Casablanca ten¨ªan un hilo conductor en el odio antioccidental y antisemita y en los deseos de desestabilizar a un r¨¦gimen aliado de Estados Unidos, como es el marroqu¨ª. Pero, tal como han reconocido en Jerez los ministros del Interior de los cinco grandes de la UE, nadie est¨¢ libre del terrorismo islamista. Tampoco los pa¨ªses que se opusieron a la guerra: tres ciudadanos franceses murieron en los atentados de Casablanca y el Gobierno de Chirac extrema las medidas de seguridad. Nada demuestra que de haber seguido el Gobierno del PP otra pol¨ªtica no se hubieran producido tales atentados. Lo que ha quedado de manifiesto es un fallo grave de los servicios de seguridad y de inteligencia no s¨®lo de Marruecos, sino tambi¨¦n de EE UU, Francia y Espa?a.
El discurso de Aznar de que todos los terrorismos son iguales y que hay que combatirlos de la misma manera es de un manique¨ªsmo abismal. Incluso la Casa Blanca, tras los ¨²ltimos sangrientos atentados en Chechenia, ha pedido a Mosc¨² que busque una salida negociada. Una cosa es combatir el terrorismo all¨ª donde se produzca, cualesquiera que sean sus causas, y otra aplicar id¨¦nticas recetas a males distintos.
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