La industria se rebela contra la hipocres¨ªa de los legisladores
Un rito de la feria E3 es dedicar unos minutos a los pol¨ªticos y, concretamente, a los legisladores norteamericanos, muy preocupados por la violencia de los videojuegos, pero no tanto por la violencia real.
El presidente de la asociaci¨®n de software digital interactivo (IDSA), Douglas Lowenstein, dedic¨® esta vez sus diatribas a los legisladores del estado de Washinton por recientes iniciativas legales. Una de ellas es del gobernador del Estado, que proh¨ªbe la venta o alquiler de juegos violentos a menores de 17 a?os. "La Comisi¨®n federal de Comercio se?ala", dijo Lowenstein, "que en el 82% de los casos son los padres los que compran o alquilan, y un informe de nuestra asociaci¨®n dice que el 96% de los padres se preocupan de qu¨¦ compran sus hijos y que el 90% de los compradores son adultos. Lo que significa que los juegos de adultos se los proporcionan los padres a sus hijos. Esa norma traslada la responsabilidad de los padres a los comerciantes".
Tras abogar por campa?as educativas de la industria, colegios y autoridades, Lowenstein entr¨® a matar. "Hay legisladores que se preocupan menos de la violencia juvenil que de su actuaci¨®n pol¨ªtica. El congresista Baca, de California, que introdujo la prohibici¨®n de venta de juegos adultos a menores, sin embargo vot¨® a favor de eximir de responsabilidad a los fabricantes de armas, de los cr¨ªmenes cometidos con sus productos".
Lowenstein recuerda que Washington a la vez que proh¨ªbe la venta a los ni?os de t¨ªtulos para mayores de 18 a?os, les permite legalmente tener una pistola bajo la supervisi¨®n de un adulto.
La legalizaci¨®n del 'mod chip'
Estos furibundos ataques se interpretan como una ofensiva para impedir que Washington apruebe el uso de material digital con copyright por parte de los consumidores. Esta iniciativa pone en peligro la industria del videojuego, seg¨²n Lowenstein, dado que abrir¨ªa las puertas a la pirater¨ªa ya que el proyecto de ley justifica que quien compra entretenimiento de cualquier tipo deba ser libre de disfrutarlo como quiera, y no s¨®lo en el soporte en que se suministra originalmente. Esta concepci¨®n, a la que no se opone ni la industria del disco ni la del cine, s¨ª perjudica al juego electr¨®nico ya que significa la legalizaci¨®n de los mod chips, procesadores que, integrados en las consolas, permiten que ejecuten copias de los juegos en lugar de los originales.
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