Los zorros vigilan el gallinero
La Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU vive una crisis de prestigio por la presencia de pa¨ªses con el peor historial
En las mismas fechas en que Cuba saltaba a la escena internacional por la condena de 75 disidentes a penas de hasta 27 a?os de prisi¨®n, un grupo de diplom¨¢ticos de la isla ocupaba su asiento en el m¨¢s selecto club encargado de promover y proteger los derechos humanos en todo el mundo: la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU, que celebr¨® su 59? sesi¨®n entre el 17 de marzo y el 25 de abril en Ginebra. Pa¨ªses como Zimbabue o China, que no gozan de la mejor fama en este campo, son tambi¨¦n miembros del club, presidido en su ¨²ltima reuni¨®n por la Libia de Muammar el Gaddafi.
Un club en el que cada a?o se acent¨²a m¨¢s la "solidaridad entre violadores", como califica Joanna Weschler, representante ante la ONU de la ONG Human Rights Watch (HRW), a la actitud de los pa¨ªses m¨¢s problem¨¢ticos. Esta aparente paradoja de que sean los zorros los que vigilen el gallinero ha hecho saltar las alarmas, no s¨®lo en HRW o Amnist¨ªa Internacional, sino tambi¨¦n en Gobiernos considerados tradicionalmente proderechos humanos.
La Comisi¨®n nunca ha aprobado una resoluci¨®n de condena contra China
"Los Gobiernos que han recibido o pueden recibir cr¨ªticas por su pol¨ªtica en derechos humanos luchan muy fuerte para lograr un sitio en la Comisi¨®n, y est¨¢n debilitando las resoluciones desde dentro", denuncia Weschler. Fuentes diplom¨¢ticas espa?olas coinciden: es una "selecci¨®n negativa", debido a la composici¨®n restringida de la Comisi¨®n, 53 pa¨ªses, y que muestra "una clara y creciente brecha entre el norte y el sur".
Las presiones, muy importantes para lograr una plaza, tambi¨¦n protagonizan la sesi¨®n anual. El juego de pasillos y el cabildeo son fundamentales para sacar adelante, o boicotear, las propuestas. Los resultados son disparatados: desde la creaci¨®n de la Comisi¨®n, en 1947 -que aprueba unos cien documentos al a?o-, nunca se ha adoptado una resoluci¨®n condenatoria sobre China, pese a la situaci¨®n en el T¨ªbet o la matanza de Tiananmen. Ni contra Zimbabue, donde seg¨²n la ONG local Forum, hubo 1.046 casos de tortura y al menos 58 muertes por causas pol¨ªticas s¨®lo en 2002. En la ¨²ltima sesi¨®n, en plena crisis de los disidentes, s¨®lo se aprob¨® una tibia resoluci¨®n sobre Cuba que no condenaba su encarcelamiento.
El trabajo central de la Comisi¨®n es el de debate y adopci¨®n de resoluciones, tem¨¢ticas o por pa¨ªses. Son ¨¦stas las m¨¢s perjudicadas por el lobby de Gobiernos hostiles. "Se ve claramente que est¨¢n bien organizados, hay una coordinaci¨®n; para ellos es una prioridad pol¨ªtica, ya que a ning¨²n Gobierno le gusta que lo califiquen de violador de derechos humanos", afirma Weschler.
Por eso, estos pa¨ªses suelen enviar a sus "pesos pesados", seg¨²n un diplom¨¢tico espa?ol. Los miembros de la misi¨®n cubana "conocen el proceso mejor que nadie", coinciden todas las fuentes. "Ojal¨¢ hubiera alguien as¨ª a favor de los derechos humanos", afirma Weshler, que acusa a Occidente de cierta "desidia" en los debates frente al "apasionamiento" de los Estados conflictivos.
Las votaciones de bloque -normalmente de los pa¨ªses africanos, aunque se pueden formar bloques de circunstancias- fueron decisivas para derrotar propuestas sobre Sud¨¢n, Zimbabue y Rusia por el conflicto en Chechenia. "La sesi¨®n de este a?o fue p¨¦sima", describe una fuente de la ONU. "Fue m¨¢s obvio que nunca que la prioridad no era la defensa de los derechos humanos". Este funcionario califica de "descaradas" las negociaciones de algunos pa¨ªses para evitar ser condenados.
La presidencia de Libia, "aunque no fue tan mala", seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas espa?olas, ha afectado, ya que la mesa decide la aplicaci¨®n del complejo reglamento: las "argucias procedimentales" retrasan o impiden debates, como pas¨® con una propuesta sobre orientaci¨®n sexual, que los pa¨ªses de la Conferencia Isl¨¢mica no quer¨ªan que se votase.
La Comisi¨®n no deja de ser una instituci¨®n pol¨ªtica formada por Estados, que refleja las relaciones de poder en el mundo. As¨ª, EE UU "sigue unos patrones de voto muy divergentes de los de la UE en temas como la pena de muerte o Israel", afirma un diplom¨¢tico espa?ol. Y desde el 11-S, defiende a¨²n m¨¢s sus intereses: su alianza con Rusia hace imposible aprobar una resoluci¨®n sobre Chechenia. Este a?o ejerci¨® fuertes presiones para evitar que se hablase de la situaci¨®n en Irak.
Esta desuni¨®n hace a¨²n m¨¢s dif¨ªcil contrarrestar al compacto lobby de los pa¨ªses africanos. "La UE tiene un l¨ªmite aritm¨¦tico [las votaciones se aprueban por mayor¨ªa simple]. Necesitamos el respaldo del grupo latinoamericano, sin Cuba, obviamente, y de pa¨ªses como EE UU", afirma otro diplom¨¢tico espa?ol.
Por todo ello se debate en los ¨²ltimos a?os la necesidad de unos m¨ªnimos para los aspirantes, tarea nada f¨¢cil: uno de los criterios planteados es que el pa¨ªs haya ratificado los tratados de derechos humanos, lo que dejar¨ªa fuera a EE UU, que no ha ratificado convenciones como la de los derechos del ni?o, que han suscrito Cuba o Libia.
Algunos diplom¨¢ticos, aunque ven necesaria una selecci¨®n, creen que "no ser¨ªa bueno que los violadores no participasen". "No funcionar¨ªa si las resoluciones les fuesen impuestas. Tienen que participar, para implicarse y cambiar", opina una fuente de la ONU, que reconoce que en su seno "muchos creen que ha de plantearse muy seriamente la reforma de la Comisi¨®n. De eso depende su futuro".
Un sistema de elecci¨®n viciado
La Comisi¨®n de Derechos Humanos est¨¢ formada por 53 pa¨ªses, que se eligen por mandatos de tres a?os siguiendo un mecanismo muy habitual en la ONU, que concede un n¨²mero determinado de plazas a cada uno de los cinco grupos regionales: ?frica, Asia, Am¨¦rica Latina y Caribe, Europa oriental, y el grupo formado por Europa occidental y otros Estados.
Cada grupo presenta a los candidatos por su zona, que se votan en el Consejo Econ¨®mico y Social (Ecosoc), del que depende la Comisi¨®n. Tambi¨¦n son los bloques regionales los que presentan a sus candidatos para la presidencia, que va rotando cada a?o entre los grupos.
Lo que ocurre con frecuencia es que el grupo regional presenta el mismo n¨²mero de candidatos que de plazas a cubrir, lo que equivale en la pr¨¢ctica a endosar esa plaza directamente al pa¨ªs propuesto. Es lo que sucedi¨® los pasados 29 y 30 de abril con la reelecci¨®n de Cuba como miembro, o en enero con la elecci¨®n de Libia para la presidencia. Por tanto, los Estados interesados en entrar en la Comisi¨®n ejercen fuertes presiones dentro de su grupo regional.
La sesi¨®n anual se celebra durante seis semanas en Ginebra, y participan los pa¨ªses miembros, los que asisten como observadores, organizaciones internacionales y ONG, llegando a reunir a m¨¢s de 3.000 delegados. Se escuchan los informes de los relatores (expertos independientes nombrados por la Comisi¨®n) y grupos de trabajo sobre temas como la tortura o la discriminaci¨®n racial, o sobre determinados pa¨ªses, como los mandatos en Afganist¨¢n, Irak, Congo o los territorios palestinos. Tambi¨¦n se da voz a las ONG, que tienen la capacidad de presentar los testimonios directos de v¨ªctimas.
La Comisi¨®n como tal no tiene presupuesto, "es un evento m¨¢s que una instituci¨®n", explica Joanna Weschler, de Human Rights Watch, "que se re¨²ne seis semanas y pr¨¢cticamente no existe el resto del a?o". La oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos, dirigida por el brasile?o Sergio Vieira de Mello, ejerce labores de secretar¨ªa y apoyo, y ten¨ªa asignados para 2003 unos 105.600 d¨®lares para la asistencia a la sesi¨®n anual.
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