El 26-M
Sea Francisco Camps o Joan Ignasi Pla quien gane ma?ana en las urnas (por s¨ª mismo o con el apoyo de otros), el lunes 26 tendr¨¢ sobre su mesa un problema que se plantea crucial para su supervivencia pol¨ªtica. Uno y otro, aunque no en id¨¦ntica intensidad ni etiolog¨ªa, est¨¢n sometidos a una realidad org¨¢nica similar, que proyecta una sombra de duda sobre su soberan¨ªa para decidir qui¨¦nes han de integrar su equipo de gobierno. En el caso de Camps, Eduardo Zaplana ha ideado una estructura para sobrevivirse a s¨ª mismo con las m¨¢ximas garant¨ªas, aunque ello no implica que sea por fuerza infalible, puesto que nunca ha funcionado. Zaplana ha confeccionado a su antojo las candidaturas a las Cortes Valencianas, con lo que, si fuera necesario, se asegura el control parlamentario sobre el presidente del Consell, dej¨¢ndolo atado de pies y manos ante asuntos tan decisivos como lo pudieran ser los presupuestos. Est¨¢ por ver hasta qu¨¦ punto el dise?o del nuevo gobierno no est¨¢ preconfigurado por su mano, incluso de qu¨¦ margen de maniobra dispondr¨¢ Camps en el segundo escalaf¨®n, o con qu¨¦ libertad podr¨¢ tomar decisiones. Esa situaci¨®n, con un supermolt honorable en la vertical, aparte de la perversi¨®n que entra?a para el sistema auton¨®mico, puede hacerse irrespirable para Camps. La principal ventaja de Camps, en caso de que decidiera romper ese protectorado, es tambi¨¦n su principal inconveniente: el PP es un partido muy caudillista, por lo que quien logre imponerse en el pulso (siempre que el partido mantenga sus buenas expectativas) ser¨¢ aclamado con las genuflexiones correspondientes. Por el contrario, Pla lidera un partido con una notable tradici¨®n asamblearia, lo que, de entrada, dificulta sobremanera cualquier aventura personal que no concite los apoyos de las tribus establecidas en la ejecutiva. Sobre todo, cuando no es la suya la m¨¢s numerosa, puesto que en el PSPV la aritm¨¦tica se impone a menudo a la democracia. En el mejor de los casos, aparte de las l¨®gicas cesiones a l'Entesa, se le abrir¨ªa un tortuoso proceso de corte y confecci¨®n para marcar sus pautas sin deteriorar demasiado los intereses de quienes le sustentan. Y en el peor, se lo dar¨ªan todo masticado.
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