Voto perif¨¦rico
La periferia nunca es el n¨²cleo de nada, aunque se desenvuelve en torno al centro. En el barrio perif¨¦rico en el que uno acude a votar, los resultados electorales de los dos partidos mayoritarios en el Pa¨ªs Valenciano fueron pr¨¢cticamente similares en los pasados comicios locales y auton¨®micos. Resultados similares pero con una escu¨¢lida ventaja a favor de los socialdem¨®cratas del PSPV. Eso significaba que si la periferia ten¨ªa tal comportamiento, el centro se decantaba por la derecha. En el barrio perif¨¦rico, con nombre floreado, de la capital de La Plana, los gobiernos municipales socialistas tradujeron su gesti¨®n en algunas pocas realizaciones cotidianas de las que tienen constancia los vecinos durante la d¨¦cada de los ochenta, y otras pocas llev¨® a cabo el gobierno de la derecha local que rige la ciudad desde los noventa. La abstenci¨®n en las pasadas elecciones fue considerable. Los j¨®venes se olvidaron de las urnas y s¨®lo los adultos, y los m¨¢s adultos y canosos, cumplieron con el ritual c¨ªvico y depositaron su voto perif¨¦rico. Cuando ustedes, vecinos, lean estas l¨ªneas conoceremos el resultado de la mesa electoral del barrio. Y sea el que sea, siempre tendr¨¢ un atractivo por perif¨¦rico.
En la mesa electoral del barrio perif¨¦rico siempre se sienta la misma interventora del PSPV que saluda con el nombre propio y en valenciano a quienes entran en el local de las urnas. Emigr¨® hace varias d¨¦cadas del secano al litoral y, pasados los cuarenta, luce un rubio adulto ¨¦mulo de escandinava adolescente. Vive en el barrio y tiene un apego entra?able a las siglas que luce en la solapa, cualquiera que sea el candidato que presente su partido. Los del PP, como hace cuatro a?os, env¨ªan como interventor a un muchachote bien parecido y bien peinado que con sutil cortes¨ªa saluda en castellano a quien deposita su voto. Durante la primera hora en que estuvo abierto el local apenas hab¨ªan depositado su voto dos decenas de votantes. Entre ellos una anciana entrada en a?os, limpia y enjuta, con el cabello recogido en un mo?o, que lleg¨® a la periferia de Castell¨®n desde el Sur rural y que, preguntada por el signo de su papeleta, contesta que a ella no le gustan los caciques ni que pongan bombas "como esa que han pueto eso degrasiao en Valensia". La se?ora no responde a la pregunta, pero le da una lecci¨®n a su interlocutor de civismo y de belleza que vio pasar dictaduras, a?os, miserias y esperanzas en el barrio perif¨¦rico al que lleg¨® un d¨ªa.
Porque el barrio perif¨¦rico tiene un encanto electoral especial. Es un crisol de pueblos del interior valenciano y de allende los l¨ªmites geogr¨¢ficos valencianos. El barrio forma parte de las varias decenas de barrios sat¨¦lites de Castell¨®n, que levantaron de la noche a la ma?ana el sudor de los emigrantes, casi siempre durante los fines de semana para no perder el jornal. El barrio con nombre floreado en el que uno acude a votar tiene un trazado relativamente regular; predominio absoluto de las casas unifamiliares; blancura en las fachadas enjabelgadas por estos castellonenses de hecho y derecho siguiendo la mejor tradici¨®n peninsular. Y los cuatro metros cuadrados delante de las puertas de los domicilios que florecen apenas apunta la primavera.
En el barrio perif¨¦rico, cuando llegan las elecciones, lo ¨²nico que no es perif¨¦rico es el voto. Aqu¨ª se vota consciente y responsablemente a uno de los dos partidos mayoritarios. Pero la periferia, tambi¨¦n en pol¨ªtica, tiene su encanto. Y en el barrio perif¨¦rico uno vota a la periferia pol¨ªtica por tal de evitar el lastre de las mayor¨ªas absolutas del centro.
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