Dos bastones
En medio de la efervescencia de una gran ciudad como Valencia se me ha quedado hoy, en la retina, la imagen de una pareja de ancianos, avanzando por la calle a duras penas, apoyados el uno en el otro y cada cual con su bast¨®n. ?Cu¨¢nta vida habr¨¢n visto pasar juntos ! ?Cu¨¢nto podr¨ªamos aprender de ellos, y, qu¨¦ poco cuentan ya para nosotros! Apartamos a los ni?os en las guarder¨ªas y a los viejos en las residencias, o en la soledad de sus pisos esperando a la muerte, y nos dedicamos a producir, a comprar y a consumir.
Si fuera una persona importante y con influencias dir¨ªa que he tenido un sue?o: Una sociedad de personas, para las personas, en donde la actividad econ¨®mica est¨¦ supeditada a la vida familiar y al desarrollo integral de las mismas. ?Sue?o, utop¨ªa? Desde luego, pero creo que no debemos renunciar a ellos, son lo ¨²nico capaz de hacer avanzar a las sociedades humanas.
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