Agentes nazis bajo el amparo de Franco
En deuda con Hitler, que le hab¨ªa ayudado de modo decisivo a destruir la II Rep¨²blica, el general Franco permiti¨® que cientos de esp¨ªas, mamporreros y propagandistas nazis actuaran con enorme libertad en Espa?a durante la II Guerra Mundial. Tras la derrota alemana, Franco se neg¨® a entregar a la mayor¨ªa de agentes nazis que le reclamaban los aliados, y muchos de ellos, junto con fugitivos tan notorios como Otto Skorzeny y Leon Degrelle, vivieron en Espa?a durante d¨¦cadas, en muchos casos hasta su muerte. Al contar en La lista negra este episodio de nuestra historia reciente, Jos¨¦ Mar¨ªa Irujo no puede ser m¨¢s oportuno. La actual derecha espa?ola, liderada en gran parte por hijos y nietos de jerarcas del franquismo, se caracteriza por combinar su servilismo respecto al imperio estadounidense con la presentaci¨®n de una imagen edulcorada de aquel r¨¦gimen, que minimiza su estrecho parentesco con el fascismo y pretende que s¨®lo fue una especie de dictablanda paternalista y desarrollista.
LA LISTA NEGRA
Jos¨¦ Mar¨ªa Irujo
Aguilar. Madrid, 2003
254 p¨¢ginas. 16,50 euros
Es ¨¦ste el mejor, el m¨¢s duradero y mejor escrito, de los varios libros que Irujo lleva publicados. Irujo ha puesto su talento de investigador period¨ªstico al servicio de un asunto hist¨®rico y ha desenterrado informaciones apasionantes. Tambi¨¦n ha soltado su pluma en descripciones v¨ªvidas del triste Madrid franquista de los a?os cuarenta, de agentes alemanes como Reinhard Spitzy, Paul Winzer y Hans Lazar, o de la c¨¦lebre aventurera norteamericana Aline Griffith. A lo largo de La lista negra se cuentan asuntos tan novelescos como el proselitismo nazi entre los falangistas y los militares franquistas, la presi¨®n para implicar a Espa?a en la II Guerra Mundial, las operaciones a m¨²ltiples bandas para comprar o vender oro, wolframio y petr¨®leo, las reuniones de alemanes en el restaurante Horcher, de Madrid, sus org¨ªas en la Casa de Cofete, en Fuerteventura, o la fascinaci¨®n de Hitler por Imperio Argentina.
Muchos de los cientos de agentes de Hitler que trabajaron en Espa?a se quedaron tras la ca¨ªda del Tercer Reich, "ocultos", escribe Irujo, "bajo el manto de la Iglesia, escondidos en casas de falangistas e invisibles a los ojos de la polic¨ªa, que, por otra parte, no ten¨ªa ning¨²n inter¨¦s en localizarlos". En algunos casos adquirieron la nacionalidad espa?ola, murieron aqu¨ª pl¨¢cidamente y est¨¢n enterrados en lugares como el cementerio de Denia. Es bueno recordarlo ahora y mejor a¨²n hacerlo en un libro sobre esp¨ªas que, como ¨¦ste, se lee como una novela, s¨®lo que no lo es.
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