?Qu¨¦ fue de todo aquello?
Han terminado las elecciones municipales y poco a poco vuelven a salir a la palestra algunos temas que quedaron abiertos antes de la campa?a. Si no hay novedades en los pr¨®ximos d¨ªas, es muy probable que en Espa?a renazca pronto una importante cuenta pendiente: ?ten¨ªa el r¨¦gimen de Sadam Husein armas de destrucci¨®n masiva? ?Se puede verificar el principal argumento utilizado por el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, para justificar su posici¨®n en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y para respaldar la invasi¨®n anglo-norteamericana de aquel pa¨ªs?
Por el momento, han pasado 45 d¨ªas desde el fin de la guerra y ni los norteamericanos ni los brit¨¢nicos han sido capaces de encontrar armas qu¨ªmicas o biol¨®gicas. En los dos socios, sobre todo en el Reino Unido, comienza a alimentarse una gran pol¨¦mica: ?enga?aron los responsables pol¨ªticos a sus Parlamentos?, ?convencieron los jefes de Gobierno a los parlamentarios asegurando como cierto algo de lo que no ten¨ªan pruebas suficientes? ?O mintieron directamente para alcanzar su objetivo principal, que era la invasi¨®n de Irak?
Los Parlamentos de los pa¨ªses que respaldaron la guerra se preocupan por la falta de verificaci¨®n del principal argumento que justific¨® el conflicto
La cuesti¨®n no es menor. En muchos pa¨ªses con fuerte tradici¨®n democr¨¢tica, enga?ar a los representantes de la soberan¨ªa popular no es una broma que los pol¨ªticos puedan gastar impunemente. Para los brit¨¢nicos, por ejemplo, mentir o enga?ar al Parlamento es un hecho muy grave, que puede ser incluso denunciado ante el speaker de la C¨¢mara. Y eso es lo que est¨¢n a punto de hacer algunos diputados liberales y laboristas disidentes, furiosos por lo que creen que fue una maniobra de Tony Blair, un pol¨ªtico que adem¨¢s bas¨® toda su defensa durante la campa?a previa a la guerra en su propia credibilidad y sinceridad.
La mecha que encendi¨® esta semana la pol¨¦mica han sido las declaraciones del secretario norteamericano de Defensa, Donald Rumsfeld, en el sentido de que "es posible que Irak destruyera ese armamento antes de que comenzara el conflicto". La misma teor¨ªa fue difundida poco antes en un extra?o art¨ªculo publicado por The New York Times que despert¨® grandes cr¨ªticas profesionales. El problema para el primer ministro brit¨¢nico es que adem¨¢s neg¨® esa posibilidad ante la C¨¢mara de los Comunes poco antes de que comenzara la guerra. "Es absurdo", dijo, "suponer que Sadam haya destruido ahora 10.000 litros de ¨¢ntrax, 6.500 municiones qu¨ªmicas y 80 toneladas como m¨ªnimo de gas mostaza, gas sar¨ªn y otras toxinas".
Estar seguros
En el caso espa?ol, la posici¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; del vicepresidente Mariano Rajoy, y de la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, es muy parecida. Los tres aseguraron ante el Congreso de los Diputados que Sadam Husein pose¨ªa armas de destrucci¨®n masiva e incluso acusaron al l¨ªder de la oposici¨®n, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, de grave irresponsabilidad por plantear alguna duda al respecto.
El presidente del Gobierno asegur¨® tambi¨¦n taxativamente en varias entrevistas en distintas cadenas de televisi¨®n que esas armas exist¨ªan. El 13 de febrero, por ejemplo, en Antena 3, dijo: "Yo quiero decir en este momento que el r¨¦gimen iraqu¨ª tiene armas de destrucci¨®n masiva". "?Est¨¢ usted seguro?", le pregunt¨® el periodista. "Puede usted estar seguro y pueden estar seguras todas las personas que nos ven que les estoy diciendo la verdad: el r¨¦gimen iraqu¨ª tiene armas de destrucci¨®n masiva y tiene v¨ªnculos con grupos terroristas".
Poco despu¨¦s, el 10 de marzo, en Tele 5, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar insisti¨®: "?Por qu¨¦ tiene un dictador ¨¢ntrax si no es porque lo quiere utilizar?, ?por qu¨¦ tiene un dictador gases venenosos si no es porque los quiere utilizar?".
En sus ¨²ltimas intervenciones p¨²blicas, tanto el presidente del Gobierno como el vicepresidente Rajoy, parecen poner menos ¨¦nfasis en estas afirmaciones que en el hecho de que la coalici¨®n anglo-norteamericana persiguiera derrocar al r¨¦gimen iraqu¨ª. Igualmente han insistido en muchas ocasiones en la crueldad del r¨¦gimen de Sadam, al que achacan la muerte de 300.000 iraqu¨ªes. (Los c¨¢lculos sobre los asesinatos del r¨¦gimen iraqu¨ª son mucho m¨¢s f¨¢ciles y est¨¢n siendo respaldados por las autoridades occidentales mucho m¨¢s r¨¢pidamente que los c¨¢lculos sobre el n¨²mero de muertos y heridos en la primera y segunda guerra del Golfo, que incre¨ªblemente son todav¨ªa desconocidos oficialmente).
Pero, en cualquier caso, Aznar y su Gobierno saben que la piedra de toque de la fiabilidad de los pol¨ªticos que respaldaron la guerra de Irak sigue siendo la existencia de un armamento que ahora no pueden pretender ignorar o infravalorar.
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