Sayonara, baby
No s¨®lo en el pol¨ªtico sino en cualquier otro tipo de debate, la colisi¨®n interpretativa y la discrepancia son fundamentales para la civilizaci¨®n. Poco se puede a?adir a este lugar com¨²n. Ahora bien, el debate, la discrepancia y la argumentaci¨®n pierden su raz¨®n de ser cuando de la argumentaci¨®n se pasa al aleccionamiento, de la discrepancia a la univocidad de pensamiento y del debate a la falsedad. Pero incluso en estos casos, "s¨®lo aqu¨¦l que saca lo que escribe directamente de su propia cabeza se merece que alguien lo lea" (Schopenhauer, dixit).
No har¨¦ caso al fil¨®sofo alem¨¢n y tratar¨¦ de desbrozar algunas de las generalidades que el profesor Justo Serna ha expuesto en sus dos ¨²ltimos art¨ªculos en este mismo peri¨®dico. Trata de explicar en ellos su posici¨®n, como ciudadano en la primera intervenci¨®n, como profesor universitario en la segunda, seg¨²n cuya duplicidad se ha fabricado una realidad a base de pol¨ªtica ficci¨®n a la que los ciudadanos se han visto impelidos como consecuencia de su pereza cr¨ªtica, para a?adir en la segunda entrega que "es tentaci¨®n de los gobiernos evitar el control parlamentario, hablar fuera y oponer resistencia a quienes examinan y se pronuncian justamente por ser ciudadanos, por ejercer la responsabilidad c¨ªvica".
El PP s¨®lo se erigi¨® como fuerza s¨®lida y con aspiraciones a partir del momento que se impuso una profunda autocr¨ªtica
?Algo que objetar a esta visi¨®n entre catastrofista y narcisista de la realidad? Perm¨ªtame que argumente mi disconformidad radical con estos posicionamientos. Y que lo haga desde mi responsabilidad c¨ªvica. Quienes luchamos antes, durante y despu¨¦s de la llegada de la democracia por las libertades siempre hemos considerado a los ciudadanos responsables primeros de las decisiones que han desembocado en la realidad actual. En otras palabras, la soberan¨ªa popular que se ejerce no s¨®lo a trav¨¦s del voto, sino tambi¨¦n mediante la participaci¨®n en todos los ¨¢mbitos (asociaciones, organizaciones e instituciones) se ha demostrado vivaz, acertada y pol¨ªticamente canalizada hacia las opciones que en cada momento se han considerado m¨¢s ajustadas a sus necesidades.
Sensu contrario, considerar la labor de los ciudadanos preparados, informados, formados y dotados para la discusi¨®n racional como una tarea que s¨®lo ser¨¢ v¨¢lida en la medida en que coincida con nuestras apreciaciones es una aspiraci¨®n peligrosa m¨¢s cercana al despotismo ilustrado que a la realidad democr¨¢tica actual. Y esa v¨ªa abierta en los ¨²ltimos d¨ªas por diversos analistas poselectorales no hace sino confirmar el principio del jacobinismo ilustrado de todo para el pueblo pero sin el pueblo.
Pero lo llamativo aqu¨ª es que alguien se erija en responsable c¨ªvico por divergir, y no se acepte la misma responsabilidad para quienes han optado por una posici¨®n diferente, y en este caso se les tache de perezosos. Hasta aqu¨ª podr¨ªamos llegar. Pues las "evidencias m¨¢s obstinadas" surgen por doquier y a ellas se acoge cada ciudadano en pleno ejercicio de su libertad para decidir su preferencia pol¨ªtica. Y as¨ª lo han hecho en el 2003, en 1999, en 1995 y en 1991.
Sin embargo, no acaban aqu¨ª las piruetas seudoargumentativas del profesor Serna, dicho sea con el mayor de los respetos por su posici¨®n intelectual. En sus l¨ªneas vierte algunos argumentos peligrosos entre los que destacan dos: la tentaci¨®n de los gobiernos por evitar el control parlamentario y la pereza asumida de los ciudadanos. En cuanto a la segunda, he argumentado m¨¢s arriba; por lo que a la primera se refiere, solo dir¨¦ que quien esto escribe ha participado activamente en las Cortes Valencianas, igual que el resto del Gobierno del PP, a requerimiento de los diferentes grupos parlamentarios cuando la realidad as¨ª lo ha exigido, e incluso a petici¨®n propia cuando los ciudadanos, bien por su iniciativa o a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, as¨ª lo demandaban. Podr¨ªa se?alarle p¨¢gina a p¨¢gina cada una de las intervenciones de este conseller en las Cortes Valencianas e incluso en el Senado, para explicar las pol¨ªticas sociales durante los ¨²ltimos cuatro a?os, pero cansar al lector con cifras no es tarea a la que suelo acostumbrar a quienes est¨¢n habituados a acarrear informaci¨®n para poder decidir.
Al convertir la pereza en argumento pol¨ªtico se busca matar al mensajero antes de que la noticia llegue. Pues aunque el articulista intente poner tierra de por medio respecto a los que ¨¦l denomina "perdedores electorales", sus coincidencias argumentativas saltan a la vista: ese ente abstracto denominado el otro no tiene la suficiente capacidad para captar el mensaje salvador. Y sin embargo, se olvida que el Partido Popular s¨®lo se erigi¨® como una fuerza s¨®lida y con aspiraciones de gobierno a partir del momento que se impuso una profunda autocr¨ªtica tras trece a?os de Gobierno socialista. Algunos deber¨ªan mirarse en ese espejo si en realidad quieren renovar su aspiraci¨®n l¨ªcita a gobernar. Solo as¨ª podr¨ªamos contrastar argumentos, programas y realidades.
Rafael Blasco es consejero en funciones de Bienestar Social.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.