Al sur de Marraquech
Fue Paul Bowles, en El cielo protector, quien traz¨® la fat¨ªdica l¨ªnea que marca la diferencia entre viajeros y turistas. "Mientras el turista se apresura por lo general a regresar a casa al cabo de algunos meses o semanas, el viajero, que no pertenece m¨¢s a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud durante a?os de un punto a otro de la tierra". Y agregaba: "Otra importante diferencia entre el turista y el viajero es que el primero acepta su propia civilizaci¨®n sin cuestionarla; no as¨ª el viajero, que la compara con otras y rechaza los aspectos que no le gustan". Vistas as¨ª las cosas, no hay que darle m¨¢s vueltas: en estos tiempos apresurados que nos ha tocado vivir, en estos tiempos de ocio cronometrado, billetes cerrados y viajes en grupo, todos somos turistas.
Roger Mim¨® se qued¨® a vivir en Marruecos. Se hizo musulm¨¢n, se cas¨® y abri¨® un oasis al sur de Marraquech: el hotel Tombuct¨²
O casi todos, que siempre hay alguna excepci¨®n. Roger Mim¨®, sin ir m¨¢s lejos, podr¨ªa encajar en el prototipo del "viajero made in Bowles". Naci¨® en Sabadell en 1962, estudi¨® Periodismo en la Aut¨®noma y en 1984, a los 22 a?os, descubri¨® Marruecos por azar. Fue en una escapada de Semana Santa, en un viaje con amigos presidido por la confusi¨®n, pero fue suficiente para contagiarle el virus de lo ex¨®tico. "All¨ª descubr¨ª una vida diferente, sin tantas prisas ni agobios", cuenta en una fugaz visita a Barcelona. "Me gust¨® y por eso regres¨¦ varias veces all¨ª".
En uno de sus atolondrados viajes, en 1987, Mim¨® se dedic¨® a recorrer el pa¨ªs al volante de un viejo y desastrado Jeep Comando, atraves¨® el S¨¢hara y culmin¨® un viaje demencial, tal como cuenta en El largo camino africano (Ediciones B), dando con sus huesos en Guinea Ecuatorial. Son cosas del viajero, de esa gente que no sabe cu¨¢ndo volver¨¢ y que no cree que su civilizaci¨®n sea la mejor, de esa gente que hace del viaje un fin en s¨ª mismo. En 1989, Mim¨® decidi¨® quedarse a vivir en Marruecos. Se hizo musulm¨¢n, se cas¨® con una marroqu¨ª y en 1994 abri¨® en Tinerhir -un oasis al sur de Marraquech- un hotel llamado Tombuct¨². Est¨¢ instalado en una vieja kasbah, en una de esas impresionantes fortalezas de barro, paja y troncos de palmera que jalonan la carretera entre Ouarzazate y Erfoud, al sur del Atlas, al sur de Marraquech.
Mim¨®, que ha publicado con fotos de Jordi Esteva el libro Fortalezas de barro en el sur de Marruecos (Compa?¨ªa Literaria), comenta: "A m¨ª me gusta la arquitectura de esta parte de Marruecos porque se basa en la austeridad. La arquitectura andalus¨ª, en cambio, es todo lo contrario: muy recargada, con muchos adornos y colores. Podemos verlo en Fez. Hay gente, sin embargo, que piensa que para hacer algo bonito se tiene que imitar lo adalus¨ª, pero yo no. Por eso me limit¨¦ a restaurar la kasbah y a convertirla en el hotel Tombuct¨². Ha ido bien, pero no es f¨¢cil montar un hotel as¨ª. Se necesita tiempo y paciencia, que es algo que a veces no tenemos los europeos. Lo m¨¢s dif¨ªcil es ponerse de acuerdo con los propietarios de la kasbah para que te la cedan. En general, desconf¨ªan de los extranjeros y o bien tienen miedo y se niegan a negociar o te piden un past¨®n. Poco a poco, sin embargo, puede llegarse a un acuerdo". Mim¨®, que ha escrito cuatro gu¨ªas sobre Marruecos (algunas en colaboraci¨®n), se conoce el sur del Atlas palmo a palmo. Ha vivido en Tinerhir y ha recorrido la regi¨®n para inventariar las numerosas kasbahs, algunas ya muy degradadas. "Conozco personalmente unos 400 ksars (pueblos fortificados) y unas 200 kasbahs. La inmensa mayor¨ªa est¨¢n en muy mal estado, pero creo que a¨²n puede salvarse un 10% o un 15%. Si nadie hace nada, acabar¨¢n destruidas y ser¨¢ una pena. Creo que convertirlas en hoteles es una manera de salvarlas".
Tras su experiencia exitosa con el hotel Tombuct¨², Mim¨® anda ahora liado montando un nuevo hotel en Tinejdad, a unos pocos kil¨®metros de distancia. En esta ocasi¨®n se trata de El Khorbat Sarl, una maison d'h?tes instalada en un ksar de unas 150 viviendas. "Restauraremos s¨®lo unas cuantas casas y pensamos abrir para final de a?o", se?ala. "En tres de ellas hemos instalado el Museo del Oasis, donde explicamos a trav¨¦s de objetos, mapas y fotograf¨ªas c¨®mo es la vida en los oasis, y en otras cinco instalaremos una docena de habitaciones". Cuando, inevitablemente, sale a la conversaci¨®n el reciente atentado de Casablanca, Mim¨® tuerce el gesto y comenta: "Es terrible, pero creo que ser¨¢ algo aislado. No hay ning¨²n pa¨ªs que pueda evitar actos as¨ª y creo que lo que cuenta es que Marruecos, en general, es un pa¨ªs seguro, y con el turismo la relaci¨®n es buena. Recuerdo que cuando abrimos el hotel Tombuct¨², en septiembre de 1994, lo hicimos con muchas esperanzas, pero poco despu¨¦s hubo un atentado en Marraquech y estuvimos varios meses sin ver un turista. Fue duro, pero al final lo superamos. Lo de Casablanca tambi¨¦n es duro, pero conf¨ªo en que volver¨¢ la normalidad".
Preguntado sobre si ha observado un auge del islamismo en los a?os que lleva en el pa¨ªs, responde tras pensarlo: "Veo un sentimiento religioso m¨¢s acentuado que hace 10 o 15 a?os, pero no es fanatismo. El islam es una religi¨®n y el islamismo es una corriente pol¨ªtica. Es distinto. El islam, por otra parte, siempre ha sido tolerante con los extranjeros. Cuando la Europa cristiana expuls¨® a los jud¨ªos en el siglo XV, ¨¦stos conviv¨ªan con musulmanes y cristianos en Marruecos. El islam es todav¨ªa tolerante, pero hay gente que lo manipula para obtener el poder pol¨ªtico. No se tiene que confundir una cosa con la otra. Es bastante absurdo lo que se dice en Occidente sobre el islam. Es como si meti¨¦ramos a la madre Teresa de Calcuta y a los Guerrilleros de Cristo Rey en un mismo saco y dij¨¦ramos que todos son iguales. O la teolog¨ªa de la liberaci¨®n y el Opus Dei. No se puede simplificar".
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