Pornograf¨ªa y modernidad
Si la pornograf¨ªa al uso le parece a uno un discurso nefasto que tiende a perpetuar estereotipos nefastos, caben varias posibilidades: engrosar las filas de los abolicionistas cabreados que piden desde hace d¨¦cadas su prohibici¨®n (y que, curiosamente, proceden tanto de la derecha como de la izquierda pol¨ªticas, del feminismo como de sectores pr¨®ximos a la Iglesia), encogerse de hombros y no consumirla, o bien -he aqu¨ª la tercera v¨ªa- lanzarse alegremente a hacer una nueva pornograf¨ªa que cambie las formas de representaci¨®n de la sexualidad.
Annie Sprinkle, a quien tuvimos la oportunidad de ver el pasado s¨¢bado por la noche en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona (Macba), donde imparti¨® la conferencia-performance titulada Mis treinta a?os de puta medi¨¢tica, que clausuraba el seminario Marat¨® Posporno, es una figura m¨ªtica de esa tercera v¨ªa. El aspecto y el discurso de esta mujer, que se precia de haber sido prostituta y estrella del porno en la d¨¦cada de 1970, no podr¨ªan resultar m¨¢s sorprendentes. Desinhibida, rolliza, due?a de un busto exuberante que no vacil¨® en ense?ar al p¨²blico bambole¨¢ndolo al ritmo de El Danubio azul y con un tocado de plumas negras de vedette en el pelo, Sprinkle proyecta una imagen muy norteamericana y tan kitsch como las pin-ups de los cincuenta. De hecho, en cuanto la vi se me ocurri¨® que iba vestida como se habr¨ªa engalanado la novia de Porky Pig para asistir a la ceremonia de graduaci¨®n de su hijo. Si a esa imagen trashy y kitsch le a?adimos una vocecita de mu?eca y el tono ingenuo con el que suelta barbaridades, tendremos un retrato bastante aproximado de la mujer que, en 1990, durante una performance titulada The public cervix announcement se abr¨ªa de piernas como si estuviera en la camilla del ginec¨®logo, invitaba a la gente a explorar su vagina con un esp¨¦culo y acu?aba el t¨¦rmino de pospornograf¨ªa para definir un trabajo que, emparentado con Dad¨¢ y Fluxus, forma parte de la cultura queer y de su reivindicaci¨®n de una cultura sexual diferente.
Sprinkle dict¨® en el Macba una conferencia sobre el movimiento 'posporno', acerada y desopilante cr¨ªtica sobre la pornograf¨ªa misma
Desde entonces, esta artista pospornogr¨¢fica y multimedia que el otro d¨ªa iniciaba su esperad¨ªsima conferencia proclamando que "el sex is the most interesante cosa en este mundo" ha hecho v¨ªdeos, fotograf¨ªas, pintura, actuaciones en vivo e instalaciones y ha publicado varios libros, entre ellos Post Porn Modernist (Cleis Press). En todos ellos ofrece una visi¨®n radicalmente cr¨ªtica de los clich¨¦s y los estereotipos de g¨¦nero y sexo de la pornograf¨ªa dominante, as¨ª como de los t¨®picos que esgrimen los partidarios de la censura y la prohibici¨®n, con lo que acaba cisc¨¢ndose m¨¢s o menos en todos. Pero la gracia y la singularidad de su discurso estriban en que, pese a ser ferozmente cr¨ªtica y mostrar lo absurdo de los c¨®digos de la pornograf¨ªa dominante, rezuma un humor travieso y una iron¨ªa asombrosos e infinitamente m¨¢s eficaces que el tono acusador de quien se pone a tronar desde lo alto de un p¨²lpito. "?Quieren saber la diferencia entre erotismo y pornograf¨ªa? En el erotismo, usas una pluma; en la pornograf¨ªa, usas todo el pollo", fue una de las afirmaciones con las que arranc¨® carcajadas en el p¨²blico.
As¨ª, a lo largo de la conferencia proyect¨® una serie de desternillantes estad¨ªsticas en las que se hac¨ªa el recuento de todo el semen ingerido por Sprinkle a lo largo de su vida sexual y de todos los miembros masculinos sometidos por ella a fellatio; sumados los cent¨ªmetros, Sprinkle conclu¨ªa que por su boca hab¨ªa pasado algo equivalente en altura al Empire State Building. Tambi¨¦n se vieron los v¨ªdeos en los que Sprinkle aparece pintando, con sus portentosas gl¨¢ndulas mamarias embadurnadas, lo que ella llama sus Tit prints. "Quer¨ªa ser pintora, pero no era buena. Entonces pens¨¦ que pod¨ªa pintar con las tetas y me lanc¨¦ al Tit Art. He tra¨ªdo bastantes de esas piezas que, por ser ustedes, se las vender¨¦ a s¨®lo 30 euros. Quedar¨ªan preciosas en la habitaci¨®n de los ni?os".
Pero el plato fuerte de la sesi¨®n fueron los v¨ªdeos metapornogr¨¢ficos (que su autora califica de hardcore experimental) en los que Sprinkle deconstruye con ¨¢nimo impagablemente burl¨®n los c¨®digos del g¨¦nero. En uno de ellos, vemos a Sprinkle autosuministr¨¢ndose un orgasmo m¨²ltiple en una peli porno, en blanco y negro, de los a?os setenta, que la artista ha manipulado incorpor¨¢ndole su propia imagen actual, que se pasea por la pantalla en tama?o reducido comentando la jugada. O el v¨ªdeo C¨®mo hacer una pel¨ªcula porno, donde cuenta la historia de una sirena vieja (interpretada por ella misma) que inicia en el sexo a una joven sirena, tan femenina como bigotuda, y donde va llevando uno por uno hasta el absurdo todos los ingredientes habituales del g¨¦nero con resultados tan kitsch como desopilantes. O la pieza endiabladamente freaky hecha en colaboraci¨®n con Linda Montano, su mentora, y titulada Linda/Les&Annie: Historia de amor de la primera mujer transexual que se convirti¨® en hombre. En ella, Sprinkle hace el amor con la transexual, a quien vemos ajustarse un canutillo en el pene para mantener la erecci¨®n.
Lo visto permite afirmar que Sprinkle ha logrado por lo menos un par de cosas que parec¨ªan imposibles. Por un lado, demuestra que, contra lo que dicen los t¨®picos, la pornograf¨ªa no es incompatible con el humor. Por otro le insufla modernidad y frescura al que probablemente era el g¨¦nero m¨¢s inamovible de todos. Pero lo mejor de todo es que su trabajo da la raz¨®n a quienes siempre han denostado la censura. Al fin y al cabo, parece decirnos la obra entera de Sprinkle, ?qu¨¦ mejor cr¨ªtica que poner en rid¨ªculo el objeto criticado?
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