Cuando no se vive como se piensa...
"Se acaba pensando (o votando) como se vive". Quiz¨¢ esta frase, no s¨¦ si propia del acervo popular o de alg¨²n hombre ilustre, pueda servir para dar explicaci¨®n a esa pregunta que muchas gentes de buena fe en este pa¨ªs nos venimos repitiendo con justificado pesar, ante el reciente resultado electoral especialmente en el ¨¢mbito de la Comunidad Valenciana. Quede claro que no pretendo entrar en debate sobre el tema con ilustres comentaristas; sino tan s¨®lo expresar en p¨²blico esta breve reflexi¨®n, por si pudiera ser de inter¨¦s a alguna persona, seguro que tan ingenua como el que esto escribe.
?C¨®mo es posible que los mismos ciudadanos que no s¨®lo mayoritariamente, sino incluso casi un¨¢nimemente, se manifestaban hace apenas tres meses contra la guerra de EEUU contra Irak y el apoyo decidido del Gobierno espa?ol a dicho ataque, avalen ahora mayoritariamente dicha pol¨ªtica dando su voto al Partido adalid de la misma?; ?c¨®mo es posible que un rechazo tan contundente a dicha intervenci¨®n militar, en una cuesti¨®n que afecta nada m¨¢s y nada menos que a la propia seguridad y sobrevivencia sobre el planeta -ante el evidente riesgo de la generalizaci¨®n del conflicto-, sea olvidada por la mayor¨ªa de los ciudadanos que votamos en esta Comunidad en las pasadas elecciones?; y tambi¨¦n, por ¨²ltimo, ?c¨®mo es posible que la paz estuviera en la calle el d¨ªa 15 de febrero, representada no s¨®lo por los que salimos a la calle, sino tambi¨¦n por muchos m¨¢s que no pudieron hacerlo, y que sin embargo, esa paz justa no estuviera en las urnas? Seguro que se podr¨ªan formular muchas preguntas m¨¢s; pero creo que ¨¦stas resumen bien el dilema que a tantos nos embarga.
Reflexionaba hace un par de meses Jon Sobrino, en una conferencia en La UCA , sobre el peligroso giro de las sociedades occidentales desarrolladas hacia las pol¨ªticas de derecha, simple o extrema, y afirmaba lo siguiente: "El buen vivir se encuentra en la causa y la consecuencia de la falta de conciencia cr¨ªtica de estas sociedades, especialmente las europeas". Y sin duda as¨ª es; porque el buen vivir adormece las conciencias y encuentra siempre buena justificaci¨®n para negar u obviar el compromiso con la verdad, la justicia y la paz. Sinceramente, no encuentro otra raz¨®n que pueda dar respuesta a una contradicci¨®n tan profunda, como la que supone desacreditar p¨²blicamente al que inspira, apoya y justifica la masacre de miles de inocentes, y despu¨¦s darle cr¨¦dito con el voto secreto en la urna. Se podr¨¢ decir que tal descr¨¦dito no se midi¨® objetivamente sino estimativamente y que las urnas son la verdadera ley; pero, de verdad, ¨¦sas son razones para los analistas ilustres; yo lo que s¨ª s¨¦ y la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos de nuestra Comunidad saben, es que el rechazo a la guerra contra Irak era masivamente asumido por la pr¨¢ctica totalidad de la poblaci¨®n y que ese sentimiento se palpaba, se tocaba por todas partes, llegando a preocupar seriamente a los promotores entre nosotros de tal desprop¨®sito. Las im¨¢genes de los ni?os desgarrados no generaban s¨®lo estupor; sino que provocaban la rabia, la impotencia y el sentimiento de rebeld¨ªa de casi toda la ciudadan¨ªa ante sus gobernantes.
No se me oculta que existen otras razones concurrentes que pueden explicar el ¨¦xito de la derecha en las pasadas elecciones; entre las que cabe destacar tanto la ceguera de una izquierda fracturada y la lejan¨ªa de sus c¨®nclaves partidistas de la realidad social, como el inmenso poder medi¨¢tico de la derecha. Todas ellas ampliamente valoradas por destacados y habituales comentaristas. Pero ser¨ªa un gran error desconocer la evidencia de ese profundo individualismo que subyace en el voto conservador, quer¨¢moslo o no mayoritario en las urnas, que sin duda resume magn¨ªficamente el dicho popular en esta querida tierra: "El que estiga be, que no es menetge".
Frente a esa realidad de una sociedad que sistem¨¢ticamente vuelve la espalda a los partidos que defienden la justicia social, la solidaridad y la paz justas -pongamos ya siempre apellidos a estas palabras-, sus formaciones pol¨ªticas tienen dos caminos. El primero y ya reclamado por algunos, es el de pescar en los caladeros de la derecha, sin miedo a desvirtuar los valores que constituyen su esencia y que resumen las conquistas sociales hist¨®ricas. El segundo, quiz¨¢ m¨¢s complicado; pero sin duda coherente con la raz¨®n ¨²ltima e inmutable desde los or¨ªgenes del movimiento obrero; a saber, la transformaci¨®n de la sociedad. Y para conseguir ese objetivo en una sociedad mayoritariamente adormecida por el buen vivir, es necesario hacerle llegar dos ideas fundamentales; la primera y fundamental, demostrarle y hacerle comprender que ese buen vivir de que disfruta, encuentra su causa y raz¨®n en el mal vivir, tanto de quienes entre nosotros carecen de casi todo, como de quienes en la distancia nos miran con desesperanza y desesperaci¨®n; la segunda idea a transmitir, no menos importante que la anterior, es la que nos tiene que llevar a hacerle comprende a esa sociedad mayoritaria y ego¨ªsta que su buen vivir tiene fecha l¨ªmite si pretende defenderse con muros y barreras o sofisticados sistemas de seguridad, y que solo compartiendo el bienestar habr¨¢ futuro para todos. ?se es el verdadero reto de la izquierda pol¨ªtica. Porque el individualismo y el ego¨ªsmo pueden tener hoy un presente ciego; pero desde luego, no tienen futuro; y en ese futuro, los que vendr¨¢n, sean del distrito o pueblo que sean, nos pedir¨¢n cuentas a todos.
Jos¨¦ Ram¨®n Ju¨¢niz. Abogados del Mundo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.