La transici¨®n incompleta de Fox
Las elecciones que renovar¨¢n en julio la C¨¢mara de Diputados de M¨¦xico ser¨¢n, se?ala el autor, una suerte de refer¨¦ndum sobre la presidencia de Fox a mitad de su mandato.
El 6 de julio se llevar¨¢n a cabo en M¨¦xico las primeras elecciones nacionales desde que Vicente Fox expuls¨® del poder al PRI, un partido que tuvo 70 a?os de dominio casi absoluto. Cambiar¨¢ en su totalidad la C¨¢mara de Diputados y seis nuevos gobernadores habr¨¢n de ser elegidos. A mitad de sexenio, esta votaci¨®n ser¨¢ una especie de refer¨¦ndum sobre el desempe?o del Gobierno de Fox y el futuro de su Administraci¨®n estar¨¢ inevitablemente determinado por los resultados. Por el momento, la mayor¨ªa de las encuestas no proyectan un claro ganador.
Es posible que el partido de Fox, el PAN, pierda algunos esca?os, pero puede conservar hasta el 40% del total nacional, as¨ª como una decisiva participaci¨®n en Estados importantes. El PRI, a pesar de sus divisiones internas, esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y acusaciones de mal manejo de recursos p¨²blicos, puede recuperar el Gobierno del Estado de Nuevo Le¨®n. Asimismo, es muy probable que mejore su situaci¨®n en el Congreso, aunque de cualquier manera no lograr¨¢ m¨¢s del 40%. Por su parte, el PRD, a pesar de la creciente popularidad del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, quiz¨¢ siga estancado en un 16 o 17% del porcentaje global.
Todo esto significa que ning¨²n partido conseguir¨¢ una mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara de Diputados. En el Senado, por otra parte, la situaci¨®n es pr¨¢cticamente la misma, pero las elecciones para la C¨¢mara alta no habr¨¢n de tener lugar hasta 2006, a?o tambi¨¦n de las pr¨®ximas presidenciales; es decir, que el actual callej¨®n sin salida entre el Ejecutivo y el Legislativo persistir¨¢. De ah¨ª la gran interrogante: qu¨¦ har¨¢ el actual presidente para obtener un "segundo aire" en su Administraci¨®n. Personas cercanas a Fox consideran que tiene una posibilidad razonable de persuadir a la C¨¢mara saliente, quiz¨¢ en un periodo extraordinario de sesiones en agosto, para que apruebe al menos una reforma al sector el¨¦ctrico, preparando as¨ª el terreno para que el nuevo Congreso apruebe otros cambios estructurales, incluyendo una transformaci¨®n global del sector energ¨¦tico, as¨ª como reformas fiscales y laborales.
Se antoja dudoso que el PRI y el PRD decidan cambiar repentinamente la postura que han mantenido a lo largo de casi tres a?os, particularmente cuando se sabe que la sucesi¨®n presidencial de 2006 puede ya ponerse en marcha inmediatamente despu¨¦s de estas elecciones de medio periodo. La posibilidad, sin embargo, no debe ser del todo descartada. Ciertamente, la econom¨ªa y la situaci¨®n del pa¨ªs en general mejorar¨ªan enormemente si las mencionadas reformas estructurales fueran finalmente aprobadas y puestas en pr¨¢ctica. Pero si ¨¦se no es el caso, la Administraci¨®n de Fox quiz¨¢ quiera considerar la posibilidad de dejarlas de lado, por lo menos temporalmente, con el fin de concentrar sus energ¨ªas en otras reformas pendientes, igualmente importantes y cuya realizaci¨®n pudiera ser m¨¢s viable en la segunda parte de su sexenio. Se trata de lo que podr¨ªamos llamar las reformas institucionales, es decir, aquellas que implican la transformaci¨®n del sistema pol¨ªtico mexicano y la construcci¨®n de mecanismos y procedimientos que permitan al pa¨ªs manejar sus divisiones internas sin caer en una par¨¢lisis permanente.
Entre las diferentes propuestas de reformas institucionales figura la reelecci¨®n de los legisladores. M¨¦xico, al igual que Costa Rica, es la ¨²nica democracia que actualmente proh¨ªbe la reelecci¨®n consecutiva de diputados y senadores, imposibilitando tanto la rendici¨®n de cuentas a los electores como la adquisici¨®n de la experiencia necesaria para lograr niveles aceptables de desempe?o legislativo. Enseguida, las reformas incluir¨ªan el establecimiento de iniciativas populares (refer¨¦ndum y plebiscito) para cuestiones constitucionales de relevancia, cierto nivel de separaci¨®n de las funciones de jefe de Estado y jefe de Gobierno, y alg¨²n mecanismo de vinculaci¨®n entre la mayor¨ªa presidencial y la legislativa, sin llegar necesariamente a un r¨¦gimen parlamentario. Todo ello para dar al presidente la posibilidad material de lograr la aplicaci¨®n del programa que propuso a sus electores. Podr¨ªa optarse tambi¨¦n por una segunda vuelta electoral para las elecciones legislativas y presidenciales; de esta manera, el pr¨®ximo presidente no ser¨ªa electo, digamos, con un 22% del voto, como le ocurri¨® recientemente a N¨¦stor Kirchner en la Argentina (a pesar, curiosamente, de la existencia de una segunda ronda).
Estas reformas pueden ser consideradas viables por una simple raz¨®n: todos los candidatos en potencia a la presidencia en M¨¦xico para 2006 tienen un inter¨¦s personal en su aprobaci¨®n (es evidente que no quieren padecer la suerte de Ernesto Zedillo y Vicente Fox, atados de manos, por as¨ª decirlo, casi paralizados por las actuales instituciones mexicanas) y, en pleno periodo electoral, estar¨¢n en posibilidad de ejercer una influencia determinante sobre sus respectivos partidos (conforme se acerque la elecci¨®n presidencial de 2006, todo el mundo querr¨¢ estar en buenos t¨¦rminos con el candidato y posible vencedor).
Pero m¨¢s importante a¨²n: la aprobaci¨®n de las reformas institucionales asegurar¨ªa el legado de Fox como el l¨ªder que verdaderamente transform¨® a M¨¦xico y, de paso, permitir¨ªa a su sucesor la puesta en pr¨¢ctica de las reformas estructurales actualmente atascadas. Con estos cambios institucionales, las transformaciones econ¨®micas y sociales se vuelven alcanzables para el pr¨®ximo presidente y, con suerte, para el mismo Vicente Fox, ya que son mecanismos que, de una manera u otra, facilitar¨¢n su aprobaci¨®n. Mientras esta estrategia parece modesta, es ciertamente m¨¢s realista y sustantiva que insistir en alcanzar metas que ya han probado ser excesivas. Y ello corresponde a lo que en general ha ocurrido en otras transiciones democr¨¢ticas, como la espa?ola, despu¨¦s de 1975. El primer Gobierno democr¨¢tico en llegar al poder tras un mandato autoritario no completa la transici¨®n, pero hace posible que sus sucesores lo hagan. Eso puede ser un gran logro para el presidente Fox, quien, por lo pronto, ya se ha ganado su lugar en la historia de M¨¦xico, as¨ª como la gratitud del pueblo mexicano.
Jorge G. Casta?eda ha sido ministro de Relaciones Exteriores de M¨¦xico y es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Aut¨®noma de ese pa¨ªs.
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