Mentira podrida
El domingo restallaba de gente la carpa de la Feria del Libro en la que Amnist¨ªa Internacional habl¨® de la libertad de expresi¨®n. Tres periodistas contaron algo. Y uno dijo que en el mundo de la globalizaci¨®n de la mentira, Espa?a era una primera potencia. Lo grave del mundo del poder mentiroso es su desfachatez: siempre se minti¨®, pero se disimul¨®: unos modales. Si a un pa¨ªs se le acusaba de tener armas feroces se le hubieran puesto al invadirle para que fuera verdad: como el polic¨ªa franquista llevaba un arma o un panfleto, o una bolsita con LSD, para colocarlo y hallarlo cuando registraba la casa del estudiante denunciado por rojo. Ahora, que Powell ense?e un frasquito con supuestos bichos al Consejo de Seguridad para hablar de terrorismo biol¨®gico basta para rematar al pa¨ªs designado, que ¨¦l comenz¨® a destruir cuando era general y al que ha ultimado desde que es diplom¨¢tico. Ya se sabe que, como la Virgen, los pol¨ªticos pueden saltar de una imagen a otra: de presidente de la Comunidad a alcalde, de alcalde a jefe del Gobierno; depende de en qu¨¦ pilar se alce o en qu¨¦ almudena se guarezca del moro o rojo. Es muy inquietante este mundo en el que se declara caduco el humanismo, y la filosof¨ªa de pago comienza a decir que ya hemos vivido demasiado en el mundo de la raz¨®n, y que nada se opone a buscar la verdad por otros medios. La Raz¨®n, despu¨¦s de todo, es tambi¨¦n roja: fueron los revolucionarios franceses los que pasearon a la diosa Raz¨®n entronizada en una silla de mano. Ahora es un peri¨®dico de Anson, de una de las acepciones de Luis Mar¨ªa Anson.
("Mentira podrida": lo dec¨ªan las chicas, cuando el galancete llegaba tarde y se disculpaba. Carmen Mart¨ªn Gaite, que fue de ellas, lo recogi¨® en sus Usos amorosos del XVIII: "por debajo de las apariencias de vasallaje se incubaba, y muchas veces no pod¨ªa por menos de salir a la superficie, la mentira podrida de aquellas relaciones". Y ?ngel V¨¢zquez en La vida perra de Juanita Narboni. Carmen, ?ngel: les echo de menos. Y a Luis Mar¨ªa Ans¨®n, entonces con acento en la o: se lo quit¨® luego. Se dijo que era nombre de un pirata, pero no est¨¢ en el Diccionario de piratas de Rogozinski, en Wordsworth. Fue en cambio el de un primer lord del almirantazgo: para los espa?oles, igual que un pirata. ?Por qu¨¦ me acuerdo de Anson? Ah, por La Raz¨®n. Pero esa es otra cosa, otra cosa).
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