V¨ªdeos como pu?os
Un hombre ante un ordenador, dos muchachos que ven la televisi¨®n, una mujer hablando por un m¨®vil. Todos van recibiendo impactos de bala que manchan sus ropas y ellos, sin inmutarse. (Spot, 2003, de Fernando S¨¢nchez Castillo).
Otro. Un enmascarado arrastra un cuerpo. Lo sit¨²a ante la c¨¢mara. Le amenaza con un micr¨®fono, casi se lo embute por la boca. Luces inquietantes que cambian. ?Es un interrogatorio, un secuestro? (Gowar, 2003, Jon Mikel Euba).
Otro. Una figura de animaci¨®n en 3D danza suavemente con dos ramas en las manos. Le disparan. Cae en medio de un charco de sangre. (On my own, 2003, de Manu Arregui).
Otro. Un joven en un espacio, puede ser una galer¨ªa de arte. M¨²sica potente, atronadora. Maniobra con un bal¨®n de baloncesto, luego con una caja de metal en la que arma un artefacto. Puede que sea una bomba. Cierra la caja. La guarda en un sobre. (Second Kjorb Corpse, 2001, de Pepo Salazar).
Algo m¨¢s. Una especie de Barbie adolescente hiperrubia se dispone a salir esta noche. Unos padres de culebr¨®n televisivo imaginan "lo peor". La amenazan, le advierten. Ella se encuentra con su chico a la luz de la Luna. Dos vampiros gal¨¢cticos, dos inocentes criaturas. (Tonigh's the night, 2003, de Carles Congost).
Bad Boys, la exposici¨®n que se
inaugur¨® ayer en la Bienal de Venecia, en paralelo al Pabell¨®n de Espa?a, re¨²ne los trabajos de siete videoartistas. Los ejemplos anteriores son una muestra del tono predominante. "Ser un bad boy es ser un hombre de su tiempo", escribe Agust¨ªn P¨¦rez Rubio, comisario de este proyecto, en el cat¨¢logo. Eso quiere decir, entre otras cosas, que muestran sin inhibiciones su posici¨®n ante la sociedad. "Me interesaba llevar algo cargado a Venecia, que pudiera provocar inter¨¦s entre cientos de propuestas". Cada uno de los artistas -a los que, adem¨¢s de los citados, se suman Sergio Prego y Joan Morey- tiene un espacio propio en el patio central de la Fontego dei Tedeschi. Una sala oscura con la proyecci¨®n en la pared del fondo. Se exhibir¨¢n dos v¨ªdeos de cada uno de ellos. Uno ya conocido y uno nuevo, producido para la bienal por el Ministerio de Asuntos Exteriores con el patrocinio del BBVA, que despu¨¦s ir¨¢ en una muestra itinerante por Am¨¦rica Latina. "Eleg¨ª un t¨ªtulo sencillo, comprensible e impactante para llamar la atenci¨®n. Aqu¨ª se hacen cosas muy interesantes que casi no se conocen internacionalmente. Lo que le hace falta al arte espa?ol es visibilidad. No me gustar¨ªa hablar de una estrategia de markentig respecto al arte, pero lo siento, as¨ª se mueven las cosas en este mundo", advierte el comisario.
Despu¨¦s de tantas muestras dedicadas a lo femenino, la otredad, o la juventud, a P¨¦rez Rubio le interesaba plantear una serie de preguntas en torno al universo creativo del hombre actual, m¨¢s all¨¢ de sus preferencias sexuales. "No s¨®lo se trabaja en lo gen¨¦rico, con una tem¨¢tica homoer¨®tica como la de Joan Morey o Manu Arregui, sino tambi¨¦n est¨¢ lo pol¨ªtico, la rebeld¨ªa ante el poder", explica el comisario.
"Lo de Bad boys no es una postura chula o una aseveraci¨®n. Lo que me interesa es plantear una serie de preguntas, como ?qu¨¦ les interesa a los j¨®venes de hoy?, ?por qu¨¦ esa irreverencia, esa rebeld¨ªa?, ?se cuestiona la masculinidad?", contin¨²a.
Lo que emana de muchos de estos trabajos es tambi¨¦n un tufo agresivo. La paranoia de la vida actual en las ciudades, debida a cierto clima de violencia -real y derivada de un exceso de violencia televisiva y cinematogr¨¢fica-, nos hace a todos v¨ªctimas potenciales y tambi¨¦n posibles verdugos. "Lo que les interesa es la relaci¨®n de la violencia y el poder", dice P¨¦rez Rubio. "?Que si es arte pol¨ªtico? Todo el arte es pol¨ªtico, hasta el que evade estos asuntos. ?sa tambi¨¦n es una posici¨®n, como qued¨® claro desde la Documenta 9, de Catherine David".
"Algunos de estos artistas juegan perversamente con lo juvenil, otros con la sospecha, como Jon Mikel Euba que, siendo vasco, no elude el ambiente en el que vive y crea situaciones extra?as, ambiguas e inquietantes. Incluso trabajos como el de Joan Morey, que tocan el mundo de la moda y las drag, no lo hace de modo fr¨ªvolo. Habla de la violencia del cuerpo transformado. Carles Congost aborda la relaci¨®n violencia/poder en su v¨ªdeo sobre el dominio que ejercen los padres sobre los hijos y S¨¢nchez Castillo lo enfoca desde el lado hist¨®rico, al mostrarnos la intencionalidad represora que hay en un edificio p¨²blico como una facultad universitaria dise?ada para que puedan entrar los antidisturbios a caballo. Sergio Prego propone el vuelo de un hombre-bala sobre el paisaje de la R¨ªa de Bilbao".
"En cuanto a sus procedimientos, varios de ellos retoman las pr¨¢cticas del cinearte de los a?os setenta. El tiempo real y la c¨¢mara en mano. No llevan pancartas pero sus alusiones a la sociedad en la que viven son claras". Son todos artistas nacidos entre 1969 y 1972. P¨¦rez Rubio (Valencia, 1972) se siente vitalmente muy cercano a sus propuestas. "Yo no los represento, son ellos los que me representan a m¨ª", dice.
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