Los palestinos y la Hoja de Ruta
La violenta agresividad y el unilateralismo a ultranza de los equipos de Estados Unidos e Israel son bien conocidos. El equipo palestino que negocia la Hoja de Ruta no despierta demasiada confianza, dado que est¨¢ formado por viejos adl¨¢teres de Arafat a los que se ha recuperado para la ocasi¨®n. De hecho, da la impresi¨®n de que la Hoja de Ruta le ha dado nueva vida a Yasir Arafat, a pesar de los cuidadosos esfuerzos que han hecho Powell y sus ayudantes para evitar visitarle. Pese a la est¨²pida pol¨ªtica israel¨ª de intentar humillarle a base de encerrarle en un complejo que ha sufrido graves bombardeos, Arafat sigue teniendo el control de las cosas. Sigue siendo el presidente electo de Palestina, maneja los hilos del dinero palestino (un dinero no demasiado abundante) y, en cuanto a su posici¨®n, ninguno de los miembros del equipo "reformista" actual (que consiste en miembros reciclados de su viejo equipo, con dos o tres a?adidos importantes) puede equipararse al viejo l¨ªder en carisma o poder.
Aunque las perspectivas parecen sombr¨ªas para los palestinos, no hay que ser pesimistas
Hablemos de Abu Mazen, por ejemplo. Le conoc¨ª en marzo de 1977, en mi primera reuni¨®n del Consejo Nacional, celebrada en El Cairo. Su discurso fue el m¨¢s largo de todos, con un estilo did¨¢ctico que debi¨® de perfeccionar cuando era profesor de secundaria en Qatar; explic¨® a los parlamentarios palestinos reunidos las diferencias entre el sionismo y la disidencia sionista. Fue una intervenci¨®n destacada, porque, en aquellos tiempos, no muchos palestinos sab¨ªan que en Israel, adem¨¢s de los sionistas fundamentalistas que constitu¨ªan anatema para cualquier ¨¢rabe, exist¨ªan varios tipos de pacifistas y activistas. En retrospectiva, la intervenci¨®n de Abu Mazen dio pie a la cadena de reuniones -en general, secretas- promovidas por la OLP entre palestinos e israel¨ªes, que mantuvieron di¨¢logos prolongados en Europa sobre la paz y contribuyeron de forma considerable a que, en sus respectivas sociedades, surgieran las bases que permitieron llegar a Oslo.
Aun as¨ª, nadie dudaba de que Arafat hab¨ªa autorizado el discurso de Abu Mazen y la campa?a posterior, que cost¨® la vida a hombres valientes como Issam Sartawi y Said Hammami. Y, si bien los participantes palestinos proced¨ªan del centro de la pol¨ªtica en su comunidad (es decir, Al Fatah), aquellos israel¨ªes no eran m¨¢s que un grupo marginal de pacifistas criticados, cuyo valor era de elogiar precisamente por eso. Durante los a?os de la OLP en Beirut, entre 1971 y 1982, Abu Mazen estuvo destinado en Damasco, pero luego se uni¨® a Arafat y su equipo en su exilio de T¨²nez, durante los 10 a?os posteriores. Le vi all¨ª varias veces y me llam¨® la atenci¨®n lo bien organizado que estaba su despacho, su estilo tranquilo de bur¨®crata y su evidente inter¨¦s por Europa y Estados Unidos como terrenos en los que los palestinos pod¨ªan hacer una labor ¨²til para promover la paz con los israel¨ªes. Despu¨¦s de la conferencia de Madrid, en 1991, seg¨²n se dijo, reuni¨® a funcionarios de la OLP e intelectuales independientes en Europa y les convirti¨® en unos equipos dedicados a elaborar dossieres para negociar temas como el agua, los refugiados, la demograf¨ªa y las fronteras, en preparaci¨®n de lo que ser¨ªan las reuniones secretas de Oslo en 1992 y 1993; aunque, por lo que yo s¨¦, ni aquellos dossieres se utilizaron, ni los expertos palestinos participaron directamente en las negociaciones, ni los resultados de las investigaciones quedaron reflejados en los documentos finales.
En Oslo, los israel¨ªes presentaron a numerosos expertos armados de mapas, documentos, estad¨ªsticas y, por lo menos, 17 borradores previos de lo que acabar¨ªan firmando los palestinos, mientras que ¨¦stos, por desgracia, s¨®lo tuvieron como negociadores a tres hombres de la OLP totalmente distintos, ninguno de los cuales hablaba ingl¨¦s ni sab¨ªa algo de negociaciones internacionales (ni de otro tipo). Al parecer, la idea de Arafat era presentar un equipo para seguir teniendo algo que decir en el proceso, sobre todo despu¨¦s de su salida de Beirut y la desastrosa decisi¨®n de alinearse con Irak durante la guerra del Golfo de 1991. Si ten¨ªa otros objetivos, est¨¢ claro que no se prepar¨® bien para ellos, como le ha pasado siempre. En las memorias de Abu Mazen y en otros textos sobre los debates de Oslo se atribuye al subordinado de Arafat el ser el "arquitecto" de los acuerdos, pese a que nunca sali¨® de T¨²nez; Abu Mazen incluso llega a decir que, despu¨¦s de las ceremonias de Washington (en las que apareci¨® junto a Arafat, Rabin, Peres y Clinton), le cost¨® un a?o convencer a Arafat de que en Oslo no hab¨ªa obtenido un Estado. Sin embargo, casi todos los que han contado las negociaciones de paz insisten en que era Arafat quien mov¨ªa los hilos. No es de extra?ar, pues, que las negociaciones de Oslo sirvieran para empeorar la situaci¨®n global de los palestinos. El equipo estadounidense, encabezado por Dennis Ross, antiguo empleado de los grupos de presi¨®n israel¨ªes -un puesto al que ahora ha regresado-, apoy¨® autom¨¢ticamente la posici¨®n de Israel, que, despu¨¦s de toda una d¨¦cada de negociaciones, consist¨ªa en devolver a los palestinos el 18% de los territorios ocupados en condiciones muy desfavorables, puesto que las Fuerzas de Defensa Israel¨ªes quedaban a cargo de la seguridad, las fronteras y el agua. Como es natural, el n¨²mero de asentamientos aument¨® a m¨¢s del doble.
Desde el regreso de la OLP a los territorios ocupados, en 1994, Abu Mazen ha sido un personaje de segunda fila, universalmente conocido por su "flexibilidad" con Israel, su servilismo ante Arafat y su falta total de una base pol¨ªtica organizada, pese a ser uno de los fundadores originales de Al Fatah, miembro hist¨®rico y secretario general de su Comit¨¦ Central. Que yo sepa, nunca le han elegido para ning¨²n cargo, y desde luego no para el Consejo Legislativo Palestino. La OLP y la Autoridad Palestina de Arafat no son precisamente transparentes. Se sabe poco de c¨®mo se toman las decisiones, c¨®mo se gasta o d¨®nde est¨¢ el dinero, qui¨¦n tiene voz y voto adem¨¢s de Arafat. Pero todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que Arafat es un jefe diab¨®lico y obsesionado por el control, y sigue siendo el personaje central en todas las cuestiones importantes. ?sa es la raz¨®n de que, para la mayor¨ªa de los palestinos, la elevaci¨®n de Abu Mazen al rango de primer ministro reformista -que tanto satisface a estadounidenses e israel¨ªes- sea una especie de broma, la forma que tiene el viejo dirigente de conservar el mismo poder mediante nuevos trucos, por as¨ª decir. De Abu Mazen se dice que es gris, moderadamente corrupto y carente de ideas propias, salvo la de complacer al hombre blanco. Igual que Arafat, Abu Mazen no ha vivido nunca m¨¢s que en el Golfo, Siria, L¨ªbano, T¨²nez y, ahora, la Palestina ocupada; no habla m¨¢s idioma que el ¨¢rabe, y ni es un gran orador ni tiene gran presencia p¨²blica. Por el contrario, Mohamed Dahl¨¢n, el nuevo jefe de seguridad de Gaza -la otra figura tan bien recibida y en la que tantas esperanzas depositan Israel y Estados Unidos-, es m¨¢s joven, m¨¢s listo y m¨¢s despiadado. Durante los ocho a?os en los que dirigi¨® una de las 14 o 15 organizaciones de seguridad de Arafat, Gaza era conocida como Dahlanist¨¢n. Dimiti¨® el a?o pasado, pero los europeos, estadounidenses e israel¨ªes volvieron a darle el puesto de "jefe de seguridad unificada", a pesar de que ¨¦l tambi¨¦n ha sido siempre un hombre de Arafat. Ahora se conf¨ªa en que acabe con Ham¨¢s y la Yihad Isl¨¢mica, una de las exigencias que hace repetidamente Israel con la esperanza de que desencadene una especie de guerra civil palestina, perspectiva que encantar¨ªa a su Ej¨¦rcito.
En cualquier caso, me parece claro que, por muy laborioso y flexible que sea Abu Mazen a la hora de "actuar", se va a ver limitado por tres factores. Uno, desde luego, es Arafat, todav¨ªa con el control de Al Fatah, que, en teor¨ªa, constituye la base de poder de Abu Mazen. Otro es Sharon (que seguramente contar¨¢ con el apoyo total de Estados Unidos). En una lista de 14 "observaciones" sobre la Hoja de Ruta, publicada el 27 de mayo en Ha'aretz, Sharon indicaba los estrechos l¨ªmites de lo que podr¨ªa llamarse la flexibilidad israel¨ª.
El tercer factor lo constituyen Bush y su equipo; a juzgar por c¨®mo han gestionado la posguerra en Afganist¨¢n e Irak, no tienen ni la entereza ni la capacidad necesarias para construir una naci¨®n. La derecha cristiana que apoya a Bush en el sur ya ha protestado ruidosamente en contra de que se presione a Israel, y el lobby proisrael¨ª de EE UU, muy poderoso -con su fiel servidor, un Congreso estadounidense lleno de jud¨ªos-, ha empezado a actuar contra cualquier indicio de coacci¨®n a Israel, a pesar de que tales presiones van a ser fundamentales ahora que empieza una fase tan trascendental.
Tal vez resulte quijotesco decir que, aunque las perspectivas inmediatas parecen sombr¨ªas para los palestinos, no hay que ser pesimistas. Me remito a la obstinaci¨®n de la que antes hablaba y al hecho de que la sociedad palestina -devastada, casi destruida, casi arrasada en tantos aspectos- todav¨ªa es capaz de dominar con su alma la penumbra creciente. Ninguna otra sociedad ¨¢rabe es tan sanamente ind¨®cil y revoltosa, ninguna est¨¢ tan llena de iniciativas c¨ªvicas y sociales y de instituciones activas (incluido un conservatorio de m¨²sica milagrosamente lleno de vida). Aunque, en general, son desorganizados y, a veces, tienen vidas miserables de exilio y desarraigo, los palestinos de la di¨¢spora todav¨ªa tienen un en¨¦rgico compromiso con los problemas de su destino colectivo, y todos los que conozco est¨¢n siempre trabajando de alguna forma para la causa. De toda esa energ¨ªa, s¨®lo una min¨²scula fracci¨®n ha llegado a tocar la Autoridad Palestina, que, salvo en la figura ambivalente de Arafat, siempre ha permanecido extra?amente al margen del destino com¨²n. Seg¨²n sondeos recientes, Al Fatah y Ham¨¢s cuentan, entre las dos, con el apoyo del 45% del electorado palestino, mientras que el otro 55% est¨¢ desarrollando unas formaciones pol¨ªticas muy distintas y de perspectivas esperanzadoras.
En concreto, hay una que me parece especialmente significativa (y le he dado mi adhesi¨®n), porque es el ¨²nico grupo verdaderamente de base que se mantiene apartado tanto de los partidos religiosos y su pol¨ªtica sectaria como del nacionalismo tradicional que proponen los viejos (m¨¢s viejos que j¨®venes) activistas del Al Fatah de Arafat. Se denomina Iniciativa Pol¨ªtica Nacional (IPN), y su personaje central es Mustafa Barghuti, un m¨¦dico formado en Mosc¨², cuya principal labor ha sido dirigir el impresionante Comit¨¦ de Auxilio M¨¦dico Rural, que ha llevado asistencia m¨¦dica a m¨¢s de 100.000 palestinos que viven en el campo. Antiguo miembro fiel del Partido Comunista, Barghuti es un organizador discreto y un dirigente que ha superado los mil obst¨¢culos f¨ªsicos que impiden el movimiento de los palestinos o los viajes al extranjero para reunir pr¨¢cticamente a todas las organizaciones y personas independientes importantes en torno a un programa pol¨ªtico que promete la reforma social y la liberaci¨®n sin tener en cuenta las diversas tendencias doctrinales. Barghuti no cae en la ret¨®rica convencional, y ha trabajado con israel¨ªes, europeos, americanos, africanos, asi¨¢ticos y ¨¢rabes para crear un movimiento de solidaridad bien organizado que practica el pluralismo y la coexistencia que predica. La IPN no alza las manos ante la militarizaci¨®n y desorientaci¨®n de la Intifada. Ofrece programas de formaci¨®n a desempleados y servicios sociales a los pobres, con el argumento de que ¨¦sa es la respuesta a las circunstancias actuales y a la presi¨®n israel¨ª. Sobre todo, la IPN, que est¨¢ a punto de ser un partido pol¨ªtico reconocido, pretende movilizar la sociedad palestina, dentro y fuera, para convocar unas elecciones libres, unas elecciones aut¨¦nticas que representen los intereses palestinos, y no los de Israel o Estados Unidos. Esta sensaci¨®n de autenticidad es lo que parece faltar en los planes trazados para Abu Mazen.
No se trata de tener un Estado provisional y artificial, con el 40% de las tierras, los refugiados abandonados y Jerusal¨¦n en manos de Israel, sino un territorio soberano, liberado de la ocupaci¨®n militar mediante una acci¨®n de masas en la que participen tanto ¨¢rabes como jud¨ªos siempre que sea posible. La IPN es un movimiento verdaderamente palestino, de ah¨ª que la reforma y la democracia se hayan convertido en elementos cotidianos. Ya se han adherido muchos centenares de activistas y ciudadanos palestinos independientes y ya se han celebrado reuniones organizativas; hay muchas m¨¢s previstas en Palestina y en el extranjero, pese a las terribles dificultades que suponen las restricciones de Israel a la libertad de movimientos. Consuela pensar que, mientras siguen adelante las negociaciones y las discusiones formales, tambi¨¦n existen muchas alternativas informales y de base; sus principales componentes son, en este momento, la IPN y una campa?a internacional de solidaridad cada vez m¨¢s extendida.
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