'The dock of the bay', de Otis Redding
The dock of the bay (1968) es uno de los ¨¢lbumes de Otis Redding m¨¢s queridos por la secta del soul. Por motivos extramusicales -el primer disco p¨®stumo- y por tratarse de una selecci¨®n personal de su mano derecha, Steve Cropper. Junto a muestras de los diferentes palos de Otis, se incluyen dos de sus mayores ¨¦xitos: (Sittin' on) the dock of the bay y Tramp, un incendiario d¨²o con Carla Thomas. A partir de ma?ana, y durante una semana, se podr¨¢ adquirir en los quioscos con EL PA?S esta pieza maestra del soul por 5,95 euros.
Otis Redding (Dawson, Georgia, 1941) encarna la vertiente m¨¢s flam¨ªgera del soul sure?o, a pesar de coincidir en escenarios y en estudios de grabaci¨®n con lanzallamas del calibre de Sam & Dave o Wilson Pickett. Vocalmente, tal vez Otis no est¨¢ a la altura de algunos de sus competidores -o de maestros como Sam Cooke- pero su t¨¦cnica es arrasadora: entra suave, sube sin pausa la presi¨®n y termina en una catarsis que parece la perfecta definici¨®n del soul candente. Y todo esto en grabaciones que rara vez superan los tres minutos.
Esta fuerza de la naturaleza es hijo de un predicador baptista. A pesar de las ense?anzas de la iglesia, el joven Otis sigue el modelo pagano del fren¨¦tico Little Richard, otro artista de Georgia. Tras lanzar singles en varias compa?¨ªas, encuentra su respaldo ideal en 1962, con los m¨²sicos de estudio de Stax Records. Una compa?¨ªa familiar de Memphis (Tennessee), integrada racialmente, donde se trabaja con rapidez. Y que acoge con entusiasmo a alguien tan dotado como Otis: tambi¨¦n demuestra valor para componer y buscar talento.
Los a?os siguientes son vertiginosos, con fuerte ¨¦xito en el circuito negro y creciente repercusi¨®n entre el p¨²blico blanco estadounidense. Pero nada comparado con la apasionada recepci¨®n europea: es divinizado en Francia, y el Reino Unido se pone a sus pies. Los Beatles, los Stones son admiradores declarados.
Su representante, Phil Walden, luego fundador del sello Capricorn y promotor de las ambiciones presidenciales de Jimmy Carter, apuesta por lanzarle entre los hippies. Ya ha tocado en San Francisco con The Grateful Dead, pero participar en Monterey Pop se?ala la seriedad de su apuesta. Primero, se trata de un festival ben¨¦fico -el bot¨ªn se evapora pero ¨¦sa es otra historia- y cuesta convencer a Otis, un forzado de la carretera, para que aparezca gratis. Segundo, no coincide con los ideales de lo que ¨¦l llama "la multitud del amor": los ¨ªntimos saben de su temperamento, manifestado en una famosa balacera contra una familia enemiga, un incidente dificil de entender fuera del universo sure?o.
Ha nacido un nuevo Otis. El hombre que se marc¨® un incandescente Satisfaction sin haber escuchado antes la versi¨®n de los Stones, ahora desgasta los surcos de Sgt. Pepper. Bob Dylan le pasa acetatos con piezas frescas, por si se anima a grabarlas. ?l mismo pide a los Bee Gees que le compongan algo (los hermanos aceptan pero terminan qued¨¢ndose con el fruto del encargo, la balada To love somebody). Todo lo que bulle en su cabeza se pierde: el 10 de diciembre se estrella su avioneta particular cuando acude a un concierto en Wisconsin; junto a ¨¦l mueren casi todos los miembros de su banda de directo, los Bar-Kays.
A un devastado Steve Cropper, guitarrista de Booker T & The Mg's y colaborador directo de Otis, le toca rematar su obra. Juntos han escrito Sentado en el muelle de la bah¨ªa a bordo de un barco en Sausalito, esperando para actuar en Monterrey. Canci¨®n at¨ªpica, tanto por su relajado desarrollo musical como por su tono reflexivo. Se edita el 6 de enero de 1968 y se convierte en el primer n¨²mero uno de Otis.
Se requiere inmediatamente un elep¨¦ y Cropper confecciona Dock of the bay con espl¨¦ndidos temas desperdigados por singles -Stax es una compa?¨ªa que basa su negocio en los discos de 45 rpm- m¨¢s alg¨²n in¨¦dito, grabaciones poco conocidas y el humor¨ªstico Tramp, con Carla Thomas. Es el retrato emotivo y urgente de un gigante.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.