Seat, empresa modelo del r¨¦gimen
El 5 de junio cumpli¨® 50 a?os la f¨¢brica Seat de Zona Franca, siendo el 13 de noviembre el aniversario del primer autom¨®vil, un mil cuatrocientos, el modelo destinado a los mandos del r¨¦gimen y a los ricos. Luego vendr¨ªa el ochocientos cincuenta, despu¨¦s el seiscientos, que se convertir¨ªa en el s¨ªmbolo de la liberaci¨®n de la clase media.
La empresa hab¨ªa nacido justo tres a?os antes. El socio mayoritario, el Instituto Nacional de Industria (INI), contaba con el apoyo de los bancos y con Fiat como "socio tecnol¨®gico". Los sectores m¨¢s agraristas del R¨¦gimen eran de entrada reacios por la supuesta amenaza del "materialismo" tan odiado por el Caudillo, despu¨¦s hab¨ªan pensado ubicar la f¨¢brica en una provincia del interior, dada la "poca afecci¨®n de Catalu?a", finalmente hab¨ªan cedido al pragmatismo de los bancos y de Fiat, y la localizaci¨®n fue Barcelona. Pero la direcci¨®n tanto general como de la f¨¢brica estaban en Madrid.
En los primeros tiempos Seat era un taller de montaje de carrocer¨ªas, mientras los motores y otros componentes ven¨ªan de Fiat. Durante muchos a?os, el ciclo productivo era muy r¨ªgido: fundici¨®n, prensas, chapister¨ªa, pintura, mec¨¢nica y montaje final se alineaban sincronizadamente, sin un solo espacio o pulm¨®n entre cada ¨¢mbito, lo que habr¨ªa causado un paro total con un leve retraso en cualquier punto. Por ello nadie pod¨ªa parar y el secreto estaba en un control f¨¦rreo y casi militar de la organizaci¨®n del trabajo. Una buena parte de los trabajadores proven¨ªa del campo -la mayor¨ªa de las tareas que deb¨ªan ejecutar muchos de ellos eran sencillas, se requer¨ªa disciplina y aguante-, exist¨ªa un mando para cada 15 trabajadores, hab¨ªa centenares de vigilantes, muchos de ellos armados y parte de la alta direcci¨®n proven¨ªa del ej¨¦rcito hasta 1972. Los ex militares abundaban tambi¨¦n entre los mandos medios y los vigilantes. Desde 1964 se dio un gran salto en automatizaci¨®n, pero la organizaci¨®n del trabajo segu¨ªa vigilada de cerca.
Seat deb¨ªa ser la empresa modelo del r¨¦gimen. Modelo de paz social en primer lugar. La selecci¨®n al ingreso y el r¨¦gimen interior casi militar impidieron toda reivindicaci¨®n hasta la huelga del ochocientos cincuenta por los ritmos de trabajo en 1967. "Cuando ibas a entrar a la empresa tus compa?eros te dec¨ªan: t¨² all¨ª ver, o¨ªr y callar, nada de pol¨ªtica". Al control se un¨ªa un paternalismo extremo que intentaba aislar a los trabajadores del resto de la clase obrera, con salarios m¨¢s altos ciertamente, pero tambi¨¦n con medidas que aparentaban m¨¢s de lo que eran: viviendas de la empresa, supermercados, etc¨¦tera. Tambi¨¦n empresa modelo de producci¨®n: 36.000 coches en 1960, 91.000 en 1965, 283.000 en 1970, 348.000 en 1976, poco antes de que comenzase la crisis. En pocos a?os Seat ser¨ªa el motor de la industria en el ¨¢rea de Barcelona. Y modelo de creaci¨®n de empleo: 6.000 en 1960, 10.600 en 1965, 23.500 en 1970, 31.600 en 1976, de los cuales, 25.000 en la Zona Franca, la mayor concentraci¨®n obrera de Espa?a.
Pero la realidad era m¨¢s compleja y m¨¢s dura. La asociaci¨®n con Fiat supon¨ªa una subordinaci¨®n tecnol¨®gica que la empresa espa?ola compensaba con incrementos del rendimiento de sus trabajadores. Los ritmos de trabajo llegaron a hacerse insostenibles. En la cadena no hab¨ªa descansos (excepto la hora del bocadillo) ni relevos. "Si ten¨ªas que ir al lavabo el compa?ero de al lado deb¨ªa hacer tu trabajo con permiso del capataz, o ¨¦ste poner un sustituto si quer¨ªa. Si no, te aguantabas o lo hac¨ªas all¨ª mismo". Hasta 1972 no se introdujo un descanso de 15 minutos en los periodos antes y despu¨¦s del bocadillo, as¨ª como un grupo de relevistas. El incremento de la mecanizaci¨®n supon¨ªa siempre mayor intensificaci¨®n del trabajo.
En mayo de 1967 los trabajadores de montaje final del ochocientos cincuenta en el taller 7, casi 3.000 en el turno de ma?ana, abandonaron la cadena en protesta por los ritmos de trabajo. La reacci¨®n de la empresa fue inmediata: 10 despidos y 346 rescisiones de contrato que deber¨ªan hacer nueva solicitud de ingreso. Pero la empresa revis¨® los ritmos a la baja. Hab¨ªan pasado 14 a?os desde aquel flamante mil cuatrocientos negro. Muchos trabajadores ya ve¨ªan las cosas de manera diversa, las huelgas en otros puntos del pa¨ªs hab¨ªan producido fugaces chispazos en Seat (octavillas, boicoteo silencioso a los autobuses de la empresa), las condiciones de trabajo hab¨ªan empeorado a pesar de la mejora de los salarios, en las elecciones al sindicato vertical de 1966 algunos simpatizantes de las llamadas "Comisiones" -los fulminantemente despedidos en la huelga- se hab¨ªan colado en el jurado. Pero nuevamente siguieron dos a?os de obligado silencio, con la excepci¨®n de algunas leves protestas a favor de los despedidos.
En octubre de 1969, en la discusi¨®n del VI Convenio, las cosas hab¨ªan cambiado porque muchos trabajadores estaban dispuestos a reivindicar mejoras en el trabajo. Los conflictos se acentuaron y se encadenaron. Primero asambleas, despu¨¦s huelgas entre enero y marzo de 1970 y nuevos despidos. M¨¢s huelgas, asambleas, trabajo a ritmo lento contra los despidos, por el convenio y contra las altas exigencias laborales. Y as¨ª, a lo largo de 1971, cuando en octubre la polic¨ªa entr¨® en la factor¨ªa, con el resultado de un muerto, Antonio Ruiz Villalba, se convertir¨ªa en el s¨ªmbolo de una lucha que ya era laboral y pol¨ªtica. El a?o empez¨® y acab¨® con huelgas, lock-out y despidos (200) y nuevas entradas de la polic¨ªa.
Desde 1971 las luchas de Seat trascendieron a la Zona Franca. No s¨®lo porque las marchas de los trabajadores llegaban a la plaza de Espanya, sino tambi¨¦n porque se convert¨ªan en un referente del movimiento obrero en el Baix Llobregat y en Barcelona, en el Vall¨¨s, en toda Catalu?a y en Espa?a. Ya no se trataba s¨®lo de mejorar las condiciones de trabajo, sino tambi¨¦n de conseguir la vuelta de los despedidos, de apoyar a otras empresas, de las libertades democr¨¢ticas. As¨ª hasta la primavera de 1977. En el Ministerio de Trabajo los nervios se crispaban ante cada convenio, y el p¨¢nico estallaba ante una convocatoria de huelga. La empresa modelo se hab¨ªa convertido en la empresa pesadilla del r¨¦gimen.
Fausto Migu¨¦lez Lobo es profesor de Ciencias Pol¨ªticas de la UAB.
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