Pujol
Los valencianos llevamos demasiado tiempo preocupados por las ausencias. Jordi Pujol, presidente de la Generalitat de Catalunya, estuvo hace unos d¨ªas en un acto p¨²blico en Castell¨®n para pronunciar una conferencia y asistir a un acto acad¨¦mico promovido por el Institut Ignasi Villalonga. Una vez m¨¢s han saltado los resortes de una sociedad dividida entre estamentos universitarios y empresariales, entre pol¨ªticos centralistas y nacionalistas, entre amedrentados y desinhibidos. Hay quien disfruta de estas separaciones en compartimentos estancos que ¨²nicamente conducen a incrementar la animadversi¨®n y la necedad a la hora de enfocar las relaciones, tradicionalmente envenenadas, entre valencianos y catalanes.
Faltaba la guinda del Plan Hidrol¨®gico Nacional para enrarecer todav¨ªa m¨¢s un hipot¨¦tico acercamiento que nadie es capaz de propiciar. Es la cr¨®nica de un nuevo fracaso colectivo que algunos dirigentes aut¨®ctonos pretenden enarbolar como un triunfo, aunque no coincide con la historia ni con los intereses econ¨®micos que arraigan a ambas orillas del Ebro.
Nos enfrentamos a una nueva etapa de tensi¨®n entre la Espa?a central y la perif¨¦rica. Madrid y Barcelona han protagonizado ese pulso por la hegemon¨ªa desde mediados del siglo XIX, con fases de alternancia en las que la capital del Estado ha acabado por imponer su liderazgo. Con la transici¨®n pol¨ªtica iniciada en 1975, hacia la consolidaci¨®n democr¨¢tica, Catalunya tuvo la oportunidad de influir decisivamente en la gobernaci¨®n del Estado en las ¨¦pocas de predominio de UCD, del PSOE y en los primeros mandatos del Partido Popular. Ahora vivimos dos crisis pol¨ªticas significadas, en la Comunidad de Madrid -que se debate en el descr¨¦dito de la perversi¨®n p¨²blica- y en Catalu?a abocada a unas elecciones auton¨®micas inminentes, en los que todos los indicios se?alan el declive de Jordi Pujol y el desbancamiento de Conv¨¨rgencia i Uni¨® (CiU) en el control de la Generalitat. Si se a?ade la exasperaci¨®n de los enfrentamientos pol¨ªticos en el Pa¨ªs Vasco -entre nacionalistas y quienes no lo son-, no cabe esperar que las tesis independentistas serenen sus posiciones cada d¨ªa m¨¢s radicalizadas.
Nos movemos en un tiempo en el que se est¨¢ fraguando un cambio de ciclo pol¨ªtico, con las resistencias caracter¨ªsticas a aceptar las alternancias en el ejercicio del poder. El pol¨ªtico ha de tener muy claro cuando entra, que alg¨²n d¨ªa se habr¨¢ de ir, con su bagaje y sus ac¨®litos.
Son apartados estrat¨¦gicos el AVE, la autov¨ªa Sagunto-Somport, la conexi¨®n ferroviaria europea por el corredor mediterr¨¢neo, el debate sobre la dinamizaci¨®n y el equilibrio de los ejes econ¨®micos y empresariales, qu¨¦ hemos de hacer con los sectores productivos tradicionales, la implementaci¨®n de la investigaci¨®n, la innovaci¨®n tecnol¨®gica y la adecuaci¨®n a los procesos creativos que predominan en el mundo que progresa. La causa de la libertad no es balad¨ª, junto con la necesidad de que el comportamiento auton¨®mico valenciano sea normal y no aquejado por man¨ªas ni fobias. Es lo que hace que Jordi Pujol no pase de Castell¨®n, como si se tratara de un personaje furtivo y que las ausencias marquen de nuevo la frontera entre lo inconveniente y lo pol¨ªticamente correcto.
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