"Las drogas sint¨¦ticas son ya nuestro enemigo n¨²mero uno"
Antonio Mar¨ªa Costa no ha fumado nunca un porro ni ha tomado ninguna droga. "No las necesito para huir de nada, ni para darme un viajecito", comenta con alegr¨ªa. Este economista de 61 a?os, nacido cerca de Tur¨ªn (Italia), es desde hace un a?o el director ejecutivo de de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito. Costa, que se muestra contrario a la legalizaci¨®n de cualquier tipo de droga, cree que la terapia para frenar este problema end¨¦mico de nuestra sociedad es la lucha policial y sobre todo la prevenci¨®n. Esta Oficina hizo recientemente una evaluaci¨®n del Plan contra las Drogas iniciado en 1998 y que terminar¨¢ en 2008. La gran preocupaci¨®n de este organismo es el fuerte auge de las drogas sint¨¦ticas, ante el que reconocen no saber c¨®mo actuar.
"Fomentaremos la lucha policial y la complementaremos con ayudas econ¨®micas"
Pregunta. ?Qu¨¦ objetivos han conseguido en estos primeros cinco a?os?
Respuesta. Hay que diferenciar los resultados en cuanto a cultivo y consumo. Los cultivos de coca en Per¨², Colombia y Bolivia se han reducido en los ¨²ltimos tres a?os a un buen ritmo. Los de opio en Laos y Birmania tambi¨¦n han bajado. No es el caso de Afganist¨¢n que ha recuperado la elevada productividad de la ¨¦poca talib¨¢n. El cultivo de cannabis sigue siendo elevado, especialmente en Marruecos.
Respecto al consumo, ha disminuido el de coca¨ªna en EE UU y Latinoam¨¦rica y el de hero¨ªna en Europa occidental y Asia. El que no desciende es el de cannabis que sigue creciendo en todo el mundo. Pero nuestra gran preocupaci¨®n son las drogas sint¨¦ticas. Su consumo crece sin parar en todo el mundo, especialmente en Europa, Europa del Este, EE UU y el sureste asi¨¢tico. Hay ciertas mejoras, pero todav¨ªa nos queda mucho por hacer.
P. ?C¨®mo van a luchar contra las drogas sint¨¦ticas?
R. No lo sabemos. En este caso, la lucha policial pierde su sentido. La coca¨ªna y la hero¨ªna son drogas que trafican grandes grupos criminales que cruzan continentes por v¨ªa mar¨ªtima o terrestre y tenemos mecanismos para frenarlos. Pero las drogas sint¨¦ticas se producen cerca de los lugares de consumo y en peque?os centros dif¨ªciles de descubrir. De momento no tenemos una terapia para tratar este tipo de adicci¨®n ni centros de rehabilitaci¨®n. Y las campa?as de prevenci¨®n sobre estas sustancias est¨¢n fracasando. Estas drogas son ya nuestro enemigo n¨²mero uno y vamos a necesitar mucho trabajo para hacerle frente.
P. ?Para las drogas sint¨¦ticas no tienen soluciones claras, y para el resto?
R. Hay que luchar de forma contundente contra la demanda, no s¨®lo contra la oferta. Para ello seguiremos con nuestra l¨ªnea actual centrada en la prevenci¨®n (sensibilizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica y educaci¨®n) y el tratamiento de los drogadictos. Soy un fuerte defensor de la prevenci¨®n. Hay que educar a los m¨¢s j¨®venes desde peque?os. La escuela, la familia, la iglesia y las ONG tienen un papel fundamental que jugar. Los resultados durante los pr¨®ximos a?os depender¨¢n de la implicaci¨®n de los gobiernos. Si hay colaboraci¨®n como en Espa?a, Francia, Italia y EE UU la situaci¨®n mejorar¨¢. Somos conscientes de que no vamos a erradicar el problema, pero queremos reducir sus da?os.
Tambi¨¦n vamos a reforzar de forma contundente la lucha policial contra los traficantes y la prohibici¨®n de cultivos ilegales. Queremos que en los pa¨ªses en desarrollo donde se cultivan estos productos ilegales haya una sustituci¨®n de ¨¦stos por otros cultivos. Estamos trabajando duro en este terreno en Laos, Birmania, Colombia, Per¨² y Bolivia.
P. Los campesinos de estos pa¨ªses se quejan de que los pa¨ªses desarrollados no compran a precios razonables los productos sustitutivos y piden ayudas para fomentar este cambio.
R. S¨ª, es cierto. Es complicado que un campesino deje de cultivar un producto por el que obtiene unos ingresos mucho m¨¢s elevados que si cultiva patatas o ma¨ªz. Pero han de saber que el cultivo de opio y coca es ilegal. Fomentaremos la lucha policial y la complementaremos con ayudas econ¨®micas.
P. No plantean la legalizaci¨®n de las drogas para conseguir mejoras, como solicitan algunas ONG.
R. En los convenios de 1961, 1971 y 1988 queda claro que el cultivo, la producci¨®n y el tr¨¢fico de drogas es ilegal. Cuando la mayor¨ªa de los Gobiernos opten por la modificaci¨®n de estos convenios se producir¨¢ un cambio de pol¨ªtica, pero de momento ninguno se ha mostrado partidario de la legalizaci¨®n. Las ONG tienen mucha repercusi¨®n medi¨¢tica, pero desde un punto de vista electoral tienen una fuerza muy limitada.
P. Independientemente de la postura de los Gobiernos, ?cu¨¢l es su opini¨®n sobre una liberalizaci¨®n del mercado?
R. Defendemos la salud del individuo y de la sociedad por encima de todo. La venta liberalizada podr¨ªa fomentar el grado de adicci¨®n, como paso en China el tiempo que se permiti¨® la venta de opio. La legalizaci¨®n quiz¨¢ resolver¨ªa ciertos aspectos, como el problema de los cr¨ªmenes relacionados con la droga, pero fomentar¨ªa el consumo.
P. ?Por qu¨¦ no legalizan al mismo tiempo que siguen su lucha basada en la prevenci¨®n?
R. No tiene sentido legalizar las drogas cuando con el tabaco, que tambi¨¦n lo es, se est¨¢ haciendo el camino inverso de forma contundente y con la obtenci¨®n de buenos resultados.
P. ?C¨®mo miden las mejoras?
R. ?ste es uno de nuestros objetivos instrumentales. S¨®lo recibimos informaci¨®n detallada de los pa¨ªses de Europa occidental, EE UU y Australia. Del resto de pa¨ªses no tenemos datos fiables.
P. ?C¨®mo se frena la demanda constante de drogas?
R. Hay que averiguar por qu¨¦ la gente las toma. Hay que frenar esta p¨¦rdida de control de la gente y ayudar a reducir el consumo. Para ello, es fundamental la prevenci¨®n.
P. ?Usted ha consumido alguna droga?
R. No, nunca. Supongo que por mi convencimiento religioso. No las necesito para huir de nada ni para darme un peque?o viajecito.
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