Estado laico: Ciudadanos libres
El PP utiliza siempre en todos sus discursos o ruedas de prensa argumentos "prefabricados" escritos en un manual y que se convierten en el libro de cabecera de todos los cargos p¨²blicos de la Derecha. La misma l¨ªnea argumentativa utiliz¨® el Presidente Camps en su discurso de investidura: "El PP somos centristas, liberales y modernos". ?sa es la consigna. Y la izquierda somos, seg¨²n sus asesores de m¨¢rketing, "los caducos y antiguos".
Pero esa modernidad s¨®lo es en apariencia. S¨®lo es la fachada: el traje, la corbata, la peluquer¨ªa, los rayos Uva y el pr¨ºt-¨¤-porter. Todo ello bien promocionado con mucha publicidad y propaganda, perfectamente dise?ada para agradar al consumidor.
Pero el problema reside en dos falacias: en primer lugar, que hay muchas cosas que no pueden venderse como si fueran un objeto de consumo, porque se trata de derechos constitucionales como es el caso de la educaci¨®n y la formaci¨®n; y en segundo lugar, porque la fachada no se corresponde con el interior; la incoherencia del PP es absolutamente patente pues nada tiene que ver lo que dicen con lo que piensan.
"Lo que hoy est¨¢ a debate es si un Estado de derecho y constitucional puede 'imponer' un sistema de creencias"
Aprobar la religi¨®n como asignatura obligatoria equiparada al resto de asignaturas es una barbaridad y un anacronismo que nos devuelve a un sistema pol¨ªtico-social previo al pensamiento moderno, donde el Estado confund¨ªa su representaci¨®n pol¨ªtica con la representaci¨®n eclesi¨¢stica.
Gracias al liberalismo pol¨ªtico, gracias a la modernidad aportada por fil¨®sofos como Kant, gracias a la Revoluci¨®n Francesa, y gracias al nacimiento de los Derechos Humanos, hemos ido conquistando esferas de libertad irrenunciables: el derecho a ser todos iguales independientemente de su raza, color o creencias; la libertad de conciencia y pensamiento; la defensa de un Estado que proteja a todos sus ciudadanos por igual, sin exclusi¨®n ni distinci¨®n; y el valor del laicismo como eje central de la constituci¨®n de un Estado Democr¨¢tico y Moderno.
Estos son los avances que el ser humano ha ido conquistando, y eso es lo que la derecha, en manos del PP y de la ministra Del Castillo, pretende recortar con unas medidas formativas en valores, que son anticonstitucionales y, con total claridad, antiguas y obsoletas.
Con ello, no estamos caminando hacia la libertad de creencia y pensamiento que cada ciudadano tiene derecho a tener, sino todo lo contrario. Con ello, el PP est¨¢ atacando uno de los valores democr¨¢ticos m¨¢s importantes para la libertad individual: el laicismo. Ser un Estado laico no significa, como piensa el PP, un atentado contra la religi¨®n cat¨®lica, sino significa permitir y defender que cada uno tenga derecho a disfrutar privada y p¨²blicamente de aquello en lo que cree, sin imposiciones.
He visto c¨®mo los cargos p¨²blicos del PP han malutilizado y manipulado los ritos cat¨®licos para sus fines pol¨ªticos y electorales, mientras que en su vida privada, la inmensa mayor¨ªa no han ejercido con rectitud y compromiso los mandatos cat¨®licos, sino que han aplicado la doble moral como pr¨¢ctica habitual. Me consta que a los practicantes cat¨®licos convencidos y de buena fe, sean de derechas o de izquierdas (que hay much¨ªsimos), les molesta esa bochornosa manipulaci¨®n de la religi¨®n. Encabezar las procesiones con el cirio en la mano, haciendo "exhibici¨®n" del cargo que representan, y no como un cat¨®lico m¨¢s, acompa?ando con respeto los ritos eclesi¨¢sticos, es la utilizaci¨®n torticera que muchos cargos p¨²blicos del PP hacen continuamente con la permanente confusi¨®n de poderes, pol¨ªtico-religioso, y espacios, p¨²blico-privado.
Los padres cat¨®licos han de tener posibilidad de transmitir los valores en los que creen a sus hijos, pero para ello ha de haber cauces alternativos, promovidos y coordinados por la Iglesia para tal fin, nunca puede ser por la imposici¨®n del Estado. La gran virtud del Estado democr¨¢tico es que no tiene creencias para que as¨ª cada ciudadano/a puede ser, pensar y creer en lo que libremente quiera.
Lo que hoy est¨¢ en debate es si un Estado de derecho y constitucional que ame, crea y defienda los valores democr¨¢ticos, no como un mero proceso electoral, sino como un sistema de relaciones sociales y convivenciales, puede "imponer" un sistema de creencias. Y mi respuesta es que no.
Un Estado democr¨¢tico no puede ser un Estado confesional porque violar¨ªa el principio b¨¢sico de libertad de conciencia, pensamiento y elecci¨®n del ciudadano.
Ana Noguera es diputada auton¨®mica del PSPV-PSOE.
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