El subsuelo
Ya se van marchando los votantes a sus vacaciones: dejan atr¨¢s encuestas con ¨¦xitos del PP: en las generales, en las madrile?as. Esperemos otras m¨¢s favorables: no tardar¨¢n. Su ventaja es que son variables. No sabremos nunca si las encuestas "a pie de urna" que adelantaron la p¨¦rdida de Madrid para el PP desencadenaron lo que est¨¢ pasando, el t¨®tum revol¨²tum del debate de la m¨¢s rara investidura que vieron los siglos; o si todo estaba ya preparado. El subsuelo es inmundo, pero seguro. All¨ª tienen su cita algunos pol¨ªticos, quiz¨¢ alg¨²n fiscal, o juez; pululan periodistas, de los que no escriben lo que saben pero siempre saben lo que escriben; insectos de la vida nacional. Algunos no pueden ni ser insectos, como le pasaba al personaje de Dostoievski: "Ni siquiera he conseguido llegar a ser un insecto. Lo declaro ante ustedes solemnemente: muchas veces he intentado convertirme en un insecto, pero no se me ha juzgado digno de ello (Memorias del subsuelo: por debajo del Samsa de Kafka). Es interesante la medida de dos diputados: los precisos. Si hubieran hecho falta tres...
Pero Espa?a empieza sus vacaciones. Recuerdo cuando la Constituci¨®n buena, la de 1931 (?qu¨¦ diferencia!), dec¨ªa que Espa?a era una Rep¨²blica de trabajadores. Ya no hay trabajadores: algunos esclavos, s¨ª. El trabajo en julio y agosto queda en manos de ellos. Hacen lo que pueden: chapuzas. Pero ?hace falta algo m¨¢s para este paisucho de verano largo? Los que se manifestaron contra el chapapote, simplemente se limitan a no ir a Galicia. Los que se manifestaron contra la guerra ven con indiferencia que se manden m¨¢s soldados espa?oles para guardar el orden porque la guerra termin¨®: pero justamente el desorden es la continuaci¨®n de la guerra, es una guerra en s¨ª. Desde que termin¨® ha habido m¨¢s bajas americanas que mientras la hicieron, dice este peri¨®dico. Son cosas del subsuelo, donde el bicho y el aprendiz de bicho subsisten: llevan el cieno bajo sus pies.
Hay, pues, votantes, manifestantes ocasionales. Es la civilizaci¨®n de las vacaciones pagadas, que consigui¨® la izquierda. Ya se tienen, ya se la puede abandonar. La civilizaci¨®n aplaca al hombre, el cual va perdiendo poco a poco sus instintos sanguinarios y guerreros, dec¨ªa Buckle (Henry Thomas, fil¨®sofo de la historia: uno del XIX, ya tiene poco inter¨¦s, como todos ellos: a medida que la historia es realidad).
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