?Atenci¨®n, Europa!
Ahora que el Parlamento italiano ha aprobado la ley que exime a Berlusconi de m¨²ltiples juicios pendientes, el semestre de la presidencia italiana de la Uni¨®n Europea parece abrirse bajo los mejores auspicios. Pero son muchos los que piensan, en Italia y en Europa, que las cosas no ser¨¢n as¨ª. Para empezar, la idea de que se pueda normalizar la situaci¨®n de un primer ministro imputado en procesos por corrupci¨®n de magistrados y otros delitos de similar alcance resulta m¨¢s bien extravagante. Como se ha dicho tantas veces -en vano- en los ¨²ltimos meses, la ¨²nica manera de defender el prestigio de Italia en Europa y en el mundo hubiese sido llevar a cabo los juicios a Berlusconi seg¨²n las leyes v¨¢lidas para todos los ciudadanos. Se han recordado muchos ejemplos, incluso del pa¨ªs al que Berlusconi considera el modelo de la democracia liberal tal y como ¨¦l la piensa, es decir, Estados Unidos. All¨ª el caso Watergate contra Nixon, entonces presidente en ejercicio, tuvo un desarrollo regular y provoc¨® su dimisi¨®n; m¨¢s recientemente, lo mismo ocurri¨® con el proceso a Clinton (primero por cuestiones financieras y luego por el caso Lewinski). En ninguno de estos dos casos Estados Unidos ha sufrido una crisis institucional grave o ha perdido prestigio. Al contrario, el mundo pudo darse cuenta de que la justicia estadounidense funciona. ?Qu¨¦ decir, en cambio, de las leyes realizadas ad hoc que, desde que fue elegido en mayo de 2001, Berlusconi ha hecho aprobar a su Parlamento (parece ser cada vez m¨¢s su due?o en todos los sentidos), todas ellas dirigidas a resolver sus problemas particulares con la justicia?
Asimismo, las prisas con las que la mayor¨ªa de centro-derecha ha aprobado ¨²ltimamente la ley que le garantiza la impunidad pr¨¢cticamente hasta la eternidad ayudan muy poco a dar prestigio y buena imagen internacional a Italia. No permite borrar de la figura de Berlusconi las sombras (e incluso m¨¢s que sombras) que proyectan sobre ¨¦l las acusaciones detalladas de la magistratura italiana (y, dicho de paso, la espa?ola). ?Se trata tan s¨®lo de un error y de una ilusi¨®n? Incluso sobre este hecho merece la pena reflexionar. Puede que Berlusconi quisiese evitarse la embarazosa situaci¨®n de una sentencia condenatoria que hubiese podido producirse justo cuando era presidente de turno de la UE; pero, conociendo al hombre y a su entorno, es razonable pensar que sus preocupaciones fuesen m¨¢s concretas. Se trataba, y se trata, de desarrollar una iniciativa que ponga tambi¨¦n a salvo de los riesgos judiciales a sus colaboradores m¨¢s cercanos, que en algunos casos ya han sido condenados en primera instancia y que -como ha dicho sobre Previti un ex ministro de Berlusconi, ahora arrepentido, Filippo Mancuso- le presionan con verdaderos chantajes.
Lo que se anuncia en Italia, tras la ¨²ltima ley aprobada que le pone a salvo de ser procesado, es el restablecimiento de la norma "autorizaci¨®n a procesar", que en Italia fue revocada 10 a?os atr¨¢s con motivo de los juicios por corrupci¨®n que implicaron a toda la vieja clase gobernante, empezando por Bettino Craxi. Ahora, la mayor¨ªa con que cuenta Berlusconi en el Parlamento la restablecer¨¢, olvidando que: a) fue abolida precisamente por el abuso que se hizo de ella a lo largo de toda la historia de la Rep¨²blica, en especial durante las ¨²ltimas d¨¦cadas; y, b) que pod¨ªa impedir incluso la puesta en marcha de una investigaci¨®n a un parlamentario, al contrario de lo que prev¨¦ la propuesta aprobada recientemente por el Parlamento Europeo, que admite s¨®lo la posibilidad de que el Parlamento solicite la suspensi¨®n de un procedimiento contra uno de sus miembros una vez que haya sido iniciado y que, por tanto, presente cargos, indicios y razones detalladas con los que poder argumentar la decisi¨®n. Por el contrario, en las recientes discusiones sobre la ley salvar a Berlusconi, los diputados italianos de la mayor¨ªa han tratado de hacer creer a la opini¨®n p¨²blica que lo que se quer¨ªa para Italia era exactamente lo mismo que lo que ha sido aprobado en Europa, algo que, como se comprende claramente, no es cierto.
?Qu¨¦ riesgo corre Europa al tener un presidente como el primer ministro italiano que, como se ha visto incluso en estos ejemplos recientes, vela sobre todo por sus propios intereses, los de sus empresas y los de sus colaboradores (o, si se prefiere, c¨®mplices) m¨¢s cercanos? El punto de vista que precisamente las empresas de Berlusconi, editoriales y televisivas, pretenden transmitir a la opini¨®n p¨²blica es que ahora, finalmente libre de las persecuciones judiciales, de las que ser¨ªan culpables los magistrados de izquierda, nuestro primer ministro podr¨¢ dedicarse, con su conocida actividad y eficacia operativa, al desarrollo de la UE. ?Tiene Europa suficientes anticuerpos y defensas inmunitarias para no caer durante el pr¨®ximo semestre en una situaci¨®n de democracia limitada y siempre m¨¢s aleatoria, similar a la que existe ahora en Italia?
Berlusconi seguramente carece de una ideolog¨ªa pol¨ªtica precisa. Se pueden observar las frecuentes contradicciones en sus afirmaciones e iniciativas, as¨ª como en el car¨¢cter heterog¨¦neo de la mayor¨ªa que lo apoya en el Parlamento, unida tan s¨®lo, pero de modo imperfecto, por el aglutinante de su poder financiero, medi¨¢tico y publicitario. Pero la falta de una ideolog¨ªa y de un proyecto preciso de sociedad son sustituidos, en Berlusconi y en su pol¨ªtica, por la obviedad de dos puntos de referencia constantes: la sociedad de mercado y la lealtad a Estados Unidos. Se puede raconocer que la sola referencia indiscutible es la segunda; al monopolizar sectores cada vez m¨¢s fundamentales de la econom¨ªa actual, sobre todo la informaci¨®n, el entretenimiento y la publicidad, su neoliberalismo parece cada vez m¨¢s tibio; as¨ª, en cuanto ha podido hacerse con el control en Italia de la televisi¨®n p¨²blica como jefe de Gobierno, ya no habla de privatizar la RAI (Radio Televisi¨®n Italiana); y su ministro del Tesoro se muestra cada vez m¨¢s proclive a favorecer la entrada, o el regreso, del Estado en sectores m¨¢s o menos en crisis de la industria privada (empezando por Fiat).
Pero la fidelidad a EE UU no se debe tan s¨®lo a un destacado atlantismo en pol¨ªtica exterior, es decir, una actitud bien enraizada en Europa y que tan s¨®lo recientemente se ha vuelto problem¨¢tica. El modelo estadounidense significa asimismo para Berlusconi la revisi¨®n del sistema del Estado del bienestar y la progresiva reducci¨®n de la ayuda social, la privatizaci¨®n de la sanidad, de la ense?anza y de la investigaci¨®n. Significa luego poner el acento en la "lucha contra el terrorismo" que justifica la reducci¨®n del derecho a la intimidad, la limitaci¨®n de los derechos de los ciudadanos y un mayor endurecimiento en el tema de la inmigraci¨®n. En Sal¨®nica, en los ¨²ltimos d¨ªas, Berlusconi insisti¨® en la tesis -de por s¨ª justa- de que la vigilancia de la inmigraci¨®n clandestina debe ser un empe?o de toda Europa y no s¨®lo de los Estados que como Italia se encuentran en sus l¨ªmites geogr¨¢ficos y sufren la presi¨®n de tantos pobres que acuden a buscar trabajo en nuestros pa¨ªses. Una parte notable de la coalici¨®n de Gobierno de Berlusconi predica en Italia la necesidad de expulsar a ca?onazos a los inmigrantes clandestinos. Resulta dif¨ªcil no pensar que, cuando habla de una responsabilidad europea frente a la inmigraci¨®n, Berlusconi no se deja guiar por estas mismas ideas: la Europa fortaleza asediada por los pobres del Tercer Mundo, expuesta al riesgo de un ataque isl¨¢mico contra nuestras tradiciones y al terrorismo vinculado a ¨¦l, es una imagen que puede encontrar el consenso entre aquellos gobernantes m¨¢s reaccionarios y xen¨®fobos. Si adem¨¢s resulta que la propuesta de crear unos "campos" de detenci¨®n de inmigrantes clandestinos en las fronteras de Europa proviene de otro campe¨®n del atlantismo incondicional, Blair, apoyado por Aznar, se puede comprender que el peligro Berlusconi para Europa no es tan imaginario.
Sin olvidar nunca que quien dice Berlusconi dice medios de comunicaci¨®n y publicidad. ?Est¨¢ Europa bien defendida frente a la posibilidad de que el modelo italiano, o, mejor dicho, el virus italiano, se extienda a nivel continental? Se habla cada vez m¨¢s de una participaci¨®n de Berlusconi en la propiedad del imperio medi¨¢tico de Kirch en Alemania, de su s¨®lida amistad con Murdoch, por no hablar de la reiteraci¨®n con la que insiste en el futuro ingreso en la UE de la Rusia de Putin. ?Qui¨¦n hubiese podido imaginar que el encarnizado anticomunista que siempre ha sido Berlusconi en Italia hubiese pasado a ser tan amigo de un ex miembro del KGB? Tambi¨¦n aqu¨ª resulta dif¨ªcil ver razones pol¨ªticas, que seguramente no coinciden con los intereses de la Uni¨®n Europea. Probablemente sean intereses empresariales. Pero, si nos adentramos en este terreno, tambi¨¦n se percibe el riesgo concreto de que el virus italiano, hecho de corrupci¨®n administrativa, de v¨ªnculos reales con la Mafia y de impunidad obtenida con las maniobras de d¨®ciles mayor¨ªas parlamentarias y la manipulaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica, infecte a una Europa ya muy proclive a enfermar. Por eso tal vez haya que repetir: ?Atenci¨®n, Europa! ?Achtung Europa!
Gianni Vattimo es europarlamentario y fil¨®sofo italiano. Autor, entre otros libros, de El sujeto y la m¨¢scara: Nietzsche y el problema de la liberaci¨®n. ? Gianni Vattimo / S¨¹ddeutsche Zeitung, 2003. Traducci¨®n de News Clips.
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