Lo nuevo y lo viejo

Lo nuevo: esta sala con historia antigua, recuperada para el teatro, reformada. Est¨¢ pasando con otras: el cine Amaya ser¨¢ teatro Amaya. Lo viejo: la obra. No parece ni de Calvo Sotelo, sino de un abuelo suyo. Y la direcci¨®n y la interpretaci¨®n corresponden. Quiz¨¢ porque no se pueda hacer de otra manera. Pero, ?por qu¨¦ hacerla? Una reposici¨®n de algunas de las grandes obras de este autor ser¨ªa mas adecuada. Por ejemplo, La muralla, en esta ¨¦poca de pol¨ªticos salteadores de votos y de mafiosos determinando qui¨¦n ha de ejercer el poder. No s¨¦: a lo mejor le¨ªda hoy ser¨ªa tambi¨¦n muy antigua. La historia avanza velozmente en mal sentido.

La Faroles es una madama que regenta su burdel en una provincia que debe ser levantina, mas que nada por las referencias musicales, cuando su viejo amigo es gobernador y recibe del ministro la orden de cerrar las casas "de mala nota". Lo va a hacer, pero se encuentra solo: el coronel teme que los soldados no encuentren desahogo, el obispo que los muchachos, faltos de tal salida, perviertan a sus novias doncellitas, mientras las pupilas en lugar de abandonar la ciudad se desparramar¨¢n por tabernas y esquinas; las damas, porque sus maridos se pondr¨¢n demasiado pesados con ellas, en lugar de desfogar su temperamento en casa ajena. La tesis es que la prostituci¨®n es, como siempre necesaria. En forma de broma conservadora, como pemaniana, o de chiste con chocolate en la sacrist¨ªa, queda demasiado antigua. Demasiado falsa. No digo que lo sea o que sus tesis no sean perfectamente visibles en una derecha religiosa a su manera; pero "queda", por como est¨¢ ideada en una Espa?a de hace cien a?os y realizada como si en efecto se hubiese representado entonces. Sin reproches a los actores, y menos, a Luisa Mar¨ªa Payan, que tiene intervenciones fuertes.

El teatro es lo que importa. Coquet¨®n, pintado de azul fuerte, con un escenario amplio, dar¨¢ lugar sin duda a buenas ocasiones teatrales. Est¨¢ en un subsuelo, pero tendr¨¢ ascensor; hay cosas sin terminar, pero tendr¨¢ buena mesa de luces. El sonido ya es bueno. Las filas, malas. No caben en ella ni los bajitos. Pienso que se remediar¨¢: la avaricia de espacio no es muy necesaria en el teatro de hoy.