F¨²tbol no es f¨²tbol
No s¨¦ de cu¨¢ndo data la fruct¨ªfera asociaci¨®n, la frecuente simbiosis, parasitismo en algunos casos recientes, entre los profesionales de la construcci¨®n y los equipos de f¨²tbol profesional; pero est¨¢ claro que en las ¨²ltimas d¨¦cadas del pasado siglo se expandi¨® y consolid¨® en Espa?a, encarnada en las figuras de los presidentes de muchos clubes de Primera y Segunda Divisi¨®n. Hoy me temo que el c¨¢ncer se haya democratizado y circulen por ah¨ª presidentes de clubes regionales y tercerdivisionistas so?ando con la recalificaci¨®n de los terrenos del estadio local.
Deber¨ªa sorprendernos, pero no lo hace, el hecho de que existan tan cerca de nosotros tantos empresarios y constructores dispuestos a sacrificar su tiempo por defender sus colores desde un puesto no remunerado, mecenas entregados a hacer las cosas por deporte, no para ganar, sino para participar, aunque en realidad sea para participar en las ganancias.
Uno sospecha que muchos de esos forofos que invierten dinero, fama, horas y prestigio en sus candidaturas no emergieron de las gradas, ni siquiera de las tribunas, ni mucho menos de los equipos de alevines de los clubes que aspiran a presidir. Yo por lo menos no llego a imaginarme al matrimonio Ruiz Mateos animando todos los domingos al Rayo Vallecano en su estadio, ni a Jes¨²s Gil con una pancarta reclutando a los precursores del Frente Atl¨¦tico en el Manzanares. Sospecho que alguno de ellos acudi¨® por primera vez al campo de sus presuntos amores en calidad de agrimensor m¨¢s que de hincha, para calcular los metros cuadrados disponibles para una posible urbanizaci¨®n.
El poder y el prestigio, bastante maltrecho ya, que comportan los cargos directivos de los grandes equipos podr¨ªa ser un acicate para algunos candidatos, pero el af¨¢n de lucro subyace en otros muchos y aflora descaradamente en el caso emblem¨¢tico y al mismo tiempo ¨²nico de Jes¨²s Gil y Gil, constructor fraudulento y especulador redomado, al que, en uno de los m¨²ltiples casos que se le incoan en los m¨¢s variopintos tribunales y por las m¨¢s heter¨®clitas causas, los magistrados acusan de haber actuado en todo momento contra los intereses econ¨®micos y deportivos del club que presid¨ªa y en beneficio propio, utilizando al Atl¨¦tico como tapadera, una tapadera m¨¢s de una de las muchas ollas en las que se cocieron y se cuecen sus m¨¢s apestosos enjuagues.
El estadio Vicente Calder¨®n naci¨® de una descarada recalificaci¨®n de terrenos, terrenos que una arist¨®crata madrile?a hab¨ªa legado al Ayuntamiento para que los destinara a fines ben¨¦ficos, y el beneficio fue a parar a manos de sus directivos de entonces. En cuanto al Real Madrid, fijo en sus terrenos de Chamart¨ªn, ya le recalificaron una esquina de uso deportivo a comercial, y hoy se halla en v¨ªsperas de la mayor operaci¨®n urban¨ªstica de una capital especialmente sensible en estos momentos ante los temas de construcci¨®n y especulaci¨®n, por muy ol¨ªmpicos y deportivos que se presenten y muchas ligas que gane el dream-team de la casa blanca, con el marketing y el merchandising de la NBA, un buen negocio llevado por emprendedores hombres de negocios.
No es un s¨ªndrome madrile?o, el Bar?a tuvo como edificante presidente al constructor N¨²?ez, terror de los chaflanes modernistas de Barcelona, y por todos los rincones del territorio futbol¨ªstico, ladrillo a ladrillo, pelda?o a pelda?o, subieron al podio presidencial los m¨¢s avispados negociantes para usarlo como trampol¨ªn en lo econ¨®mico y en lo pol¨ªtico. El GIL de Gil y Gil vuelve a ser emblem¨¢tico y caricaturesco.
A¨²n recuerdo con repel¨²s la retransmisi¨®n televisiva hace unos a?os de una asamblea de presidentes de clubes de Primera Divisi¨®n en la que Gil y sus colegas debat¨ªan sobre lo suyo, asuntos de cuentas y de fiscos; recuerdo el caos, las manos que se levantaban para preguntar qu¨¦ era lo que se iba a votar exactamente y que inmediatamente eran contabilizados como votos a mano alzada a favor de lo que dec¨ªa don Jes¨²s, que era el que m¨¢s gritaba. Suficiente como para provocar un pasmo en cualquier dem¨®crata que extrapolara sus modales y sus argucias a la escala parlamentaria.
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