Un luchador contra el 'Todo'

Amante de los gatos y de los n¨²meros primos, de la Biblia y del ordenador, de los estimulantes ps¨ªquicos y de la bicicleta, generoso, terco y porfiador, Chicho a veces cantaba. En espa?ol, en italiano, en lat¨ªn o en griego. La canci¨®n fue una de las acompa?antes de su vida, pero no le daba excesiva importancia. Los que lo escuch¨¢bamos cantar con frecuencia sab¨ªamos de sus momentos jondos en los que su voz nos tocaba fuerte el coraz¨®n.

Compon¨ªa, de su cosecha o de la de Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo, canciones maravillosas que nunca grab¨® m¨¢s que en los sentimientos de los oyentes. "Oye, Javier, no hagas discos, a m¨ª me parece que no hay que grabar". "Pero Chicho -le respond¨ªa yo-, t¨² ya los has grabado, d¨¦jame que llegue yo por mi cuenta a esa conclusi¨®n".

Le debo a Chicho el que me pusiera a cantar sobre un escenario por primera vez en mi vida. Fue en La Aurora, de la calle de Andr¨¦s Borrego en Madrid. Lo hab¨ªan llamado a cantar a ¨¦l, en aquellos d¨ªas hab¨ªa ensayado muchas canciones con Teresa Cano. Me sum¨¦ al espect¨¢culo con m¨¢s miedo que verg¨¹enza, y actuamos durante nueve d¨ªas seguidos hasta que la polic¨ªa cerr¨® el local. No puedo dejar de pensar que a Chicho le encantaban los conflictos con la polic¨ªa, con el Estado y con el Todo. Contra ¨¦ste se ha estrellado hoy. Nos vali¨® la pena su existencia. Descansen en paz su alma y su cuerpo, atormentados y gozadores. Ciao, Chicho.