Merienda de negros
Hace pocos d¨ªas Pujol recal¨® en Madrid para plantear una profunda (auto)cr¨ªtica de la pol¨ªtica europea. A primera vista parec¨ªa posicionarse tard¨ªamente con Chirac y Schr?der, sus aliados naturales. O poner unas gotas de seny a ese debate gris¨¢ceo, mullido y enmara?ado de la futura Constituci¨®n europea. Pero pronto cundi¨® la idea de que el presidente quer¨ªa citar la UE para hablar de EE UU y en ese corrimiento, tan natural entre mandamases pol¨ªticamente correctos, prefer¨ªa alinearse nada m¨¢s y nada menos que con Jean Baudrillard, algo que no suele ocurrir con los pol¨ªticos, ya sean emergentes o en edad de jubilaci¨®n. Bien pudiera ser que en la recta final de su vida pol¨ªtica a Jordi Pujol le est¨¦ entrando el gusanillo del analista y qui¨¦n sabe si de semi¨®logo de la sociedad contempor¨¢nea.
Quiz¨¢ a Jordi Pujol le est¨¦ entrando el gusanillo de analista o de semi¨®logo de la sociedad actual
Cierto, los dos agudos polemistas no han hecho la misma ruta para una confrontaci¨®n Europa-Am¨¦rica. Como es sabido, Baudrillard viaj¨® por la Am¨¦rica sideral de las autopistas con un viejo Chrysler para descubrir la forma espectral de civilizaci¨®n y el museo del poder en que se hab¨ªa convertido la Am¨¦rica de Reagan para el mundo entero. El presidente de la Generalitat, sin Chrysler y sin AVE, ha tenido que conformarse con un puente a¨¦reo a Madrid para certificar la fortaleza moral de la Am¨¦rica de Bush, no se sabe muy bien si por considerar que aqu¨ª llevamos algo de ventaja en cuestiones de diet¨¦tica europea mientras en la capital del reino siguen atascados en los entremeses digeridos por pol¨ªticos felones y navajeros de la construcci¨®n, o porque se trataba de flirtear de nuevo con Aznar y acompa?arle en horas de euforia atl¨¢ntica
Pero, m¨¢s all¨¢ de las asinton¨ªas, circulaba entre ambos comunicadores un mismo efecto de sideraci¨®n. Estados Unidos ejerce un liderazgo en todos los campos, mientras que Europa vive en un estado de convalecencia provisional y s¨®lo aspira a un proceso de socializaci¨®n asistida. Una sociedad envejecida apoyada por emigrantes, "con ancianos que beben cerveza cuidados por unos negros que, adem¨¢s, ser¨¢n los que pagar¨¢n las pensiones". Para Pujol y Baudrillard -tambi¨¦n para Donald Rumsfeld-, el futuro de la sociedad europea es un futuro poco menos que menop¨¢usico.
Naturalmente, esta reflexi¨®n tan profunda le sirvi¨® al presidente para recordarnos la pol¨ªtica demogr¨¢fica y refrescarnos una serie de cuestiones sobre la inmigraci¨®n. Pujol utiliz¨® la imagen elocuente de un universo de senilidad asistido por negros, no se sabe si para referirse a la etnia cuantitativamente m¨¢s amplia de Am¨¦rica o por entender que bajo el paraguas de la negritud se esconden los problemas de casa con marroqu¨ªes, ecuatorianos,chinos, paquistan¨ªes y ucranios ocupando el mapa de las ciudades como la primera bolsa de pobreza y desasosiego. En ambos supuestos se percibe una viscosa impresi¨®n de racismo, pero es que cuesta aceptar que los americanos hayan cristalizado una sociedad ut¨®pica con el exilio y la emigraci¨®n, y nosotros estemos peleando todav¨ªa por una sociedad multirracial. Con lo bonito que ser¨ªa combinar el crisol racial de una sociedad primitiva con el desarrollo sostenible y el modo de vida catal¨¢n.
La inmigraci¨®n crece en magnitud y se resiste a ser integrada. Seg¨²n el bienpensante discurso de Pujol, que leo extractado en la prensa, en Am¨¦rica fue posible gracias al fuerte patriotismo, emblema basado en la convicci¨®n id¨ªlica de los americanos de sentirse el centro del mundo y el modelo absoluto de vida. Pero aqu¨ª no hay manera. Les ofrecemos un servicio asistencial, el reclamo del multiculturalismo -coartada para promocionar lo id¨¦ntico bajo el manto de la diversidad ling¨¹¨ªstica y cultural- y una promiscuidad vergonzante, y ellos se pasan el patriotismo por el forro. Frente al car¨¢cter mutante de la sociedad americana en Europa, ya no queda asomo de idealismo moral. No es de extra?ar, pues, que Pujol pida para la UE un rearme ideol¨®gico, que es el arte de pensar las cosas y los mercados. Aunque en el discurso del presidente, con toques de Tocqueville y el abad de Montserrat, no se desvele con claridad cu¨¢les son los valores que recargar para enfrentarse al incontestable liderazgo americano: si los valores tradicionales, que desvelan de d¨®nde venimos y ad¨®nde vamos, o los religiosos, que como es sabido mueven monta?as, borradores de Constituci¨®n y pa¨ªises del este. A juzgar por sus declaraciones asistenciales, incluso cabr¨ªa pensar en valores gastron¨®micos apelando a una tolerancia para que Europa no se convierta en una merienda de negros.
De momento, la primera agitaci¨®n cultural nos ha llegado a trav¨¦s de una f¨®rmula culinaria . Seg¨²n informaci¨®n del diario franc¨¦s Le Figaro, la multinacional McDonald's en Par¨ªs ha lanzado un nuevo sandwich con hamburguesa llamado El Catalu?a para entrar en la competencia multicultural en las sociedades post-11 de septiembre. Para los gerentes de la multinacional norteamericana, catadores de las famosas semanas culturales de la Maison de la Catalogne en Par¨ªs , las verdaderas se?as de identidad del bocadillo de carne picada figuran en una salsa llamada Costa del Sol. Trocitos de carne de vaca, higadillos de desecho y salsa picante, la verdadera sustancia de la integraci¨®n entre comunidades. En su periplo americano, Jean Baudrillard dec¨ªa que el ¨²ltimo fast-food estaba m¨¢s en el centro del mundo que cualquier manifestaci¨®n cultural de la vieja Europa. Naturalmente, el soci¨®logo franc¨¦s no pod¨ªa referirse todavia al F¨°rum de les Cultures, pero seguro que ya pensaba en la hamburguesa multicultural.Y es que entre los valores gastron¨®micos que cuidar en la futura Constituci¨®n europea de Giscard, es bueno que la merienda est¨¦ adaptada a la idiosincrasia de cada pa¨ªs aunque el viejo zorro de McDonald's no conozca el pa amb tom¨¤quet.
Dom¨¨nec Font es profesor de Comunicaci¨®n Audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra.
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