Viv¨ªsima muerte
Esta mujer deposit¨® en su manuscrito una larga -y de las que marcan el car¨¢cter de quienes las viven- experiencia en un internado de enfermos ag¨®nicos, terminales, llamado La Maison. Asisti¨® de cerca, cara a cara con quienes los viv¨ªan, a los ¨²ltimos momentos de muchas personas que acud¨ªan all¨ª en busca de una agon¨ªa no humillante ni desoladora. Y este rasgo de documento ag¨®nico palpita materialmente en la pantalla de La vida. Se percibe, a medida que el relato se adentra en lo que nos relata, el aroma a ¨¢mbito ver¨ªdico que tienen el soporte moral y material de la ficci¨®n, su fondo no fingido sino arrancado de un estricto conocimiento de lo que se habla, que es el anidamiento en la vida de la muerte y el empuje ¨²ltimo del agonizante a convertir su muerte en nido de vida. Es su admirable escritura la primera -fort¨ªsima y no ¨²nica- virtud de una fr¨¢gil pel¨ªcula que, a causa de su sinceridad y de la sensaci¨®n que expulsa de fidelidad a algo que nos ocurre, puede -sin caer en aspavientos, sin gestualidad, a media voz- a unos ofender y a otros, en cambio, dar consuelo.
LA VIDA
Direcci¨®n: Jean-Pierre Am¨¦ris. Gui¨®n: J.-P.Am¨¦ris y Caroline Bottero. Int¨¦rpretes: Sandrine Bonnaire, Jacques Dutronc, Emmanuelle Riva, Jacques Spiesser, Annie Gregorio. G¨¦nero: drama. Francia, 2002. Duraci¨®n: 113 minutos.
Junto al excelente gui¨®n, el otro rasgo fuerte que sostiene a La vida hay que buscarlo en quienes dan cuerpo a la compleja y amarga, y por momentos en roce con el territorio de lo sublime, historia que la vertebra. Son Sandrine Bonnaire y Jacques Dutronc, dos eminentes int¨¦rpretes franceses, quienes trenzan aqu¨ª el inquietante y quiz¨¢ desconcertante brote del amor entre un hombre que se muere y tiene miedo a morir y una mujer llena de vida que tiene miedo a vivir.
No es posible ir m¨¢s all¨¢ de donde llega esta experiencia l¨ªrica y tr¨¢gica de ra¨ªz vivida y documental, que es el transcurso de un encuentro que mientras ocurre se est¨¢ convirtiendo inexorablemente en irresoluble desencuentro. Las calidades y matices, el buen gusto, el tacto y la elegancia con que Sandrine Bonnaire y Jacques Dutronc afrontan la representaci¨®n desde dentro de algo que se acerca a lo irrepresentable es lo m¨¢s bello de un filme que tiene muchos buenos instantes, pero que carece como conjunto de la redondez que la extrema tensi¨®n del suceso est¨¢ pidiendo al director.
Es La vida un gran y conmovedor di¨¢logo fijado por dos escritores de cine y dos int¨¦rpretes con talentos perfectamente acoplados entre s¨ª. En este singular d¨²o a cuatro voces est¨¢ todo lo que tiene de gran cine este inteligente y humilde filme. Es un notable ejercicio de generosidad y sensibilidad, pero el hecho de que no medie entre escritores e int¨¦rpretes una direcci¨®n a su altura, limita su alcance. De haber sido La vida formalizada con im¨¢genes mas diestras, estar¨ªamos ante una obra de cine importante. Pero se queda en cine muy bien escrito e interpretado, pero s¨®lo correctamente hilado y realizado,aunque se d¨¦ el contrasentido de que el buen guionista Am¨¦ris ganara en el Festival de San Sebasti¨¢n el premio al mejor director.
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