Mon¨®logo con Hacienda

Seg¨²n me van arrinconando los finales de mes a lo largo de todo el a?o, yo contemplo, caviloso y asombrado, el descuento del IRPF, lo que me provoca la indescriptible sensaci¨®n de ser parte del Banco de Espa?a (?un 25% de mi sueldo va a parar al erario p¨²blico!). En estas fechas, yo, como buen administrador, me dirijo a nuestras oficinas para saber qu¨¦ datos m¨ªos constan en Hacienda, no vaya a ser que, en un involuntario descuido, vaya a omitir lo que se nos haya podido escapar. ?ste fue el mon¨®logo que mantuve con una amable cinta grabada: Bienvenido a la Agencia Tributaria. Para transferir a la extensi¨®n cinco, cero, uno, pulse uno..., para tranferir a la extensi¨®n cinco, cero, dos, pulse dos... y as¨ª hasta seis. Luego continu¨®: Si quiere dejar alg¨²n mensaje, pulse ocho (?el 7?, ?y yo qu¨¦ s¨¦!). Para ayuda, pulse nueve. Si conoce el n¨²mero de la extensi¨®n, pulse cero.

Mi vocaci¨®n de gato asesinado me paraliz¨® en la espera de ver qu¨¦ ocurr¨ªa si no pulsaba ninguno de esos guarismos. Al poco, la misma voz sigui¨®: su llamada est¨¢ siendo transferida a la operadora. Mas, un poquito despu¨¦s, se desvaneci¨® el espejismo con estas desencantadoras palabras: la extensi¨®n de la operadora se encuentra llena, lo sentimos. Gracias por su llamada. Hasta pronto. Tomen buena nota los futuros desempleados de Telef¨®nica de d¨®nde pueden encontrar trabajo, ellos que ya tienen el doctorado hecho en este di¨¢bolico juego de la oca de las extensiones telef¨®nicas.