Testimonio gr¨¢fico de la violencia mao¨ªsta
Ahora, gracias a otro "libro rojo", podemos ver las dos caras de aquella Revoluci¨®n Cultural. Su autor es un fot¨®grafo -Li Zhensheng- que adem¨¢s expone en Par¨ªs el trabajo que realiz¨® durante los a?os de delirio colectivo. De pronto, junto a las manifestaciones de entusiasmo de los millones de guardias rojos, vemos los actos de humillaci¨®n colectiva a que eran sometidos los dirigentes que se apartaban de la l¨ªnea correcta, es decir, que ten¨ªan dos relojes en vez de uno, o guardaban sus documentos en una maleta de piel en vez de hacerlo en una de cart¨®n, o escuchaban al compositor europeo Mozart en vez de ¨®peras revolucionarias, o segu¨ªan frenando su coche o bicicleta ante un sem¨¢foro en rojo cuando ya se hab¨ªa acordado que ese color era el que daba paso, mientras que el burgu¨¦s verde era el que deten¨ªa la marcha del pueblo hacia su radiante futuro.
Cuando los guardias rojos registraron su piso no descubrieron las fotos, y gracias a eso Zhensheng fue condenado a 's¨®lo' dos a?os de reeducaci¨®n
Al servicio de Mao
Li Zhensheng, que hoy tiene 62 a?os de edad, particip¨® de ese hurac¨¢n de izquierdismo infantil y fan¨¢tico y puso su c¨¢mara al servicio del mismo. Con ella retrat¨® a nadadores que le¨ªan el Libro rojo antes de iniciar una carrera por el r¨ªo Songhua, o a aviadores que buscaban en las m¨¢ximas mao¨ªstas consejos que aplicar a su pilotaje, pero tambi¨¦n capt¨® a alcaldes humillados por j¨®venes estudiantes y a directores de peri¨®dico obligados a escuchar con la cabeza gacha las cr¨ªticas de rebeldes analfabetos. El presidente Mao hab¨ªa dicho: "Hay razones para rebelarse", y ellos lo hac¨ªan; el presidente Mao hab¨ªa aconsejado "disparar contra el cuartel general", y eso se interpret¨® como la apertura de la temporada de caza al superior, al que sab¨ªa algo m¨¢s que los m¨¢s lerdos o ten¨ªa algo m¨¢s que los m¨¢s pobres.
Destrucci¨®n de clich¨¦s
La gran mayor¨ªa de fot¨®grafos chinos destruyeron los clich¨¦s que no ense?aban lo que el partido y, sobre todo, los guardias rojos estimaban pertinente. La censura era feroz. Y todos aceptaron modificar y manipular las im¨¢genes que hab¨ªan tomado, ya fuese para dar m¨¢s relieve o definici¨®n a la inevitable foto del gran "patr¨®n" Mao que estaba detr¨¢s de los personajes o para acercar m¨¢s los dirigentes a los campesinos.
Li Zhensheng guard¨® todos sus negativos debajo del parqu¨¦ de su min¨²sculo apartamento. Fue as¨ª como salv¨® para la historia una imagen completa de la Revoluci¨®n Cultural china, en la que coexisten todas las formas de violencia, incluida la de la estupidez. Cuando los guardias rojos registraron su domicilio, no descubrieron las fotos, y gracias a eso, Li Zhensheng fue condenado a "s¨®lo" dos a?os de reeducaci¨®n -a trabajar en el campo utilizando como arado los dedos de sus manos y a leer durante tres horas diarias las obras de Mao-. Su delito era de poca magnitud: le hab¨ªa escrito a?os atr¨¢s a una novia que no pensaba morirse en la provincia de Heilongjiang. El tribunal popular le record¨® que treinta millones de personas viv¨ªan en Heilongjiang y que no hab¨ªa raz¨®n alguna para que ¨¦l no pudiese vivir y morir en un lugar que El Diario del Pueblo hab¨ªa definido como "el primer rayo de sol de la nueva luz matinal en el noreste de la China".
Li Zhensheng fue rehabilitado en 1972, Mao muri¨® en 1976 y la Revoluci¨®n Cultural fue oficialmente catalogada de "error". Hasta ahora, nadie ha podido estudiar sus archivos. Zhensheng pudo exponer por primera vez parte de sus fotos -la menos conflictiva- en 1988. Gracias a Robert Pledge, fundador de la agencia Contact Press Images, pudo sacar del pa¨ªs 30.000 fotograf¨ªas que, una vez seleccionadas con criterio de historiador, son las que ahora se exponen en Par¨ªs, podr¨¢n verse en Espa?a en la primavera de 2004 y quiz¨¢ se presenten en Pek¨ªn en mayo de 2006 para, cuarenta a?os despu¨¦s, mirarle a la cara por fin a la Revoluci¨®n Cultural.
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