?Existen las 'aletalas'?
Los peces promocionaron dos innovaciones de enorme futuro: la espina dorsal para el apoyo interior y la idea de las cuatro extremidades para el apoyo exterior. Por este largo camino la movilidad ech¨® a andar. Y a nadar. Y a volar. Quinientos millones de a?os dan para mucho.
La aleta de pez nada, ayuda a nadar. Pero sea, digamos, la aleta-y-pata, la aleta que nada y adem¨¢s camina, como la del Periophtalmus, un pez capaz de avanzar por el fango cuando la sequ¨ªa aprieta. Y sea la aleta-pata, la aleta que quiz¨¢ camine pero que ya no nada nada, como la del Protopterus. Y sea tambi¨¦n la pata-aleta, la pata que nada pero que ya no camina nada, como la del delf¨ªn y la del olvidado ictiosaurus. Y sea por fin la pata-y-aleta, la pata que camina y adem¨¢s nada, como la del cisne, patosa en tierra, elegante en el agua.
La pata de tetr¨¢podo camina. Pero sea la pata-y-ala, la pata que camina y adem¨¢s vuela, como la de la ardilla voladora, que logra planear con un patagio anudado en mu?ecas y tobillos y, pese a ello, a¨²n sirve para corretear por el suelo y las ramas. Y sea la pata-ala, la pata que vuela pero que ya no camina nada, como la de tantos murci¨¦lagos. Y sea tambi¨¦n el ala-pata, un ala que camina pero que ya no vuela nada, como parece ocurrir con alg¨²n p¨¢jaro f¨®sil del Pleistoceno. Y sea por fin el ala-y-pata, el ala que vuela y adem¨¢s camina, como la del extinto Pterodactylus elegans, el reptil de majestuoso vuelo que se contoneaba despu¨¦s de aterrizar por los suelos de hace 150 millones de a?os.
El ala de p¨¢jaro vuela. Pero sea el ala-y-aleta, el ala que vuela y adem¨¢s nada, como la del incre¨ªble frailecillo. Y sea el ala-aleta, el ala que nada pero que ya no vuela nada, como la de cualquier ping¨¹ino, para quien nadar es, literalmente, volar bajo el agua. Y sea tambi¨¦n la aleta-ala, la aleta que vuela pero que ya no nada nada, como... ?como qu¨¦? ?Existen las aletalas? Pues no. Quiz¨¢ no haya llegado a¨²n su hora... En buena inteligibilidad, el nombre puede anticiparse a que lo nombrado acceda a la existencia. (Pero el planeta es joven... quiz¨¢, alg¨²n d¨ªa, la quietud de alg¨²n lago se vea rasgada por la euforia del naturalista que descubra la primera aletala). Y sea por fin, la aleta-y-ala, la aleta que nada y adem¨¢s vuela, como la del pez volador, perfect¨ªsima nadando, perfecta volando.
La aleta nada, la pata camina y el ala vuela. Casi todas las dobles funciones han tenido su oportunidad. La pregunta es ahora ?existe alg¨²n uso triple? ?Existe un ala, una pata o una aleta capaz de moverse a la vez por tierra, mar y aire? Probemos con esta otra pregunta ?existe un anfibio capaz de volar? ?Por qu¨¦ habr¨ªa de huir una rana hacia fuera del agua y volar, en lugar de huir hacia dentro y bucear (que es lo suyo)? Quiz¨¢, si la rana fuera arbor¨ªcola... Ya tenemos una pregunta concreta ?Existe una rana arbor¨ªcola capaz de planear?... ?Existe! Por ejemplo, la Rhacophorus nigropalmatus. Su disparatada membrana interdigital le permite planear, le servir¨ªa para nadar y no le molesta para saltar. Es una rara patayaletayala. (En los bosques tropicales inundados, una innovaci¨®n tipo patayaletayala causar¨ªa aut¨¦ntica sensaci¨®n entre los monos...).
Aleta, pata y ala son variantes de una misma gran idea. Su inteligibilidad est¨¢ en la esencia que comparten sus estructuras y formas. Las estructuras convergen por dentro y proceden de un origen com¨²n: a¨²n podemos buscar los cinco dedos dentro de un ala... Las formas convergen por fuera y proceden de or¨ªgenes distintos: reconocemos la forma de un pez en la de un delf¨ªn y la de ¨¦ste en la de un ping¨¹ino.
Jorge Wagensberg es director del Museo de la Ciencia Fundaci¨®n La Caixa en Barcelona.
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