De funcionarios e ilusiones
Con unos toros suavones, al modo de pulgas amaestradas, tal la corrida de ayer, tanto Rivera Ord¨®?ez como El Juli se pusieron el uniforme de luces del funcionario. El que pierde ocasiones tiempo despu¨¦s ser¨¢ el que las llore es un dicho que viene a prop¨®sito de los cuatro toros que dejaron irse al desolladero sin haberles cortado las orejas los dos espadas primeros de la terna.
Rivera Ord¨®?ez enga?¨® a todos con los tres buenos doblones con los que inici¨® la faena. A partir de ese momento las cinco tandas de derechazos estuvieron nimbadas por el deslavazamiento, la falta de calidad, entrando de lleno en lo que podr¨ªamos llamar "los derechazos del funcionario". Apunt¨® un molinete garboso, y nada m¨¢s. En su segundo toro, despu¨¦s de tres largas cambiadas, dibuj¨® una faena deslavazada donde las haya. Vuelta a tejer pases como quien reparte salchichas. Muy mal. Sin duda este torero va arrastrando sus apellidos como un arado en tierra est¨¦ril. Las olas de las tardes de toros lo van tirando a la ribera como un cascote viejo.
Jandilla / Rivera, Juli, Jim¨¦nez
Toros de Jandilla, blandos, suavones, muy manejables. Francisco Rivera Ord¨®?ez: pinchazo, pinchazo hondo, media estocada tendida, pinchazo hondo -aviso- y descabello (pitos); tres pinchazos, media estocada y descabello (silencio). El Juli: media estocada y descabello (silencio); pinchazo, pinchazo hondo y cuatro descabellos (silencio). C¨¦sar Jim¨¦nez: dos pinchazos y estocada (silencio); dos pinchazos y estocada ca¨ªda (vuelta). Plaza de Pamplona, 10 de julio. 6? de feria. Lleno.
El Juli tambi¨¦n se puso a trotar en la faena de su primer toro, trazando pases sin acoplarse, demasiado r¨¢pidos, sin ligar en ning¨²n momento, y al final de la actuaci¨®n con ese toro plasm¨® unos estatuarios que parec¨ªan los de un torero que se despide de la afici¨®n para toda la vida. En su segundo tambi¨¦n dibuj¨® tres largas cambiadas. Y en la faena el animal le estaba marcando lo que ten¨ªa que hacer, y el torero no quer¨ªa hacer caso. Era toro de triunfo. Adem¨¢s, los cuernos de ese ejemplar se nos figuraba que eran como sem¨¢foros en verde continuo. Es decir, no hab¨ªa peligro, en todo caso el toro pon¨ªa una cierta vibraci¨®n que el torero no supo ni quiso amoldarse a esa llamada de la naturaleza animal. Demostr¨® ayer El Juli que como torero es semejante a aquel poeta que ten¨ªa como lira un cencerro. ?ltimamente, dentro de sus trajes de luces, hay un almac¨¦n de faenas incompletas.
La actuaci¨®n de los dos espadas hasta aqu¨ª citados puede catalogarse como una caja doble de cristales deshechos.
Lo m¨¢s torero
C¨¦sar Jim¨¦nez pas¨® in¨¦dito en su primer toro, porque sus peones hicieron que se partiera un pit¨®n contra un burladero. En su segundo el p¨²blico percibi¨® que el muchacho quer¨ªa poner ilusi¨®n. Despu¨¦s de unos lances excesivamente r¨¢pidos, traz¨® tres faroles de corte interesante. Hasta ese momento fue lo m¨¢s torero que se vio en el ruedo. Inici¨® la faena rodilla en tierra con derechazos y ya de pie realiz¨® un trincherazo con pellizco. La faena se compuso de dos series de derechazos largos, ligados y una serie de naturales sin reunir. Todo ello muy tieso, aunque le falt¨® vibraci¨®n y hondura. Abroch¨® la ejecuci¨®n de lo hecho hasta entonces con molinetes de rodillas, algo tramposos, pues la suerte la remataba con el toro pasado. Unas manoletinas ce?idas culminaron la faena, lo que estrope¨® con la espada por matar mal.
Si bien el p¨²blico de Pamplona, como dijimos anteayer, se pas¨® dando orejas, ayer, por el contrario, estuvo como debe estar, serio. Es m¨¢s, tiene a su favor la pasi¨®n por los toros y por ver a los toreros cuando llegan a la plaza. De ah¨ª que en la puerta de afuera del patio de caballos se agolpe la multitud para ver llegar a los toreros.
Por eso nos doli¨® la manirrotez de orejas regaladas sin ton ni son del otro d¨ªa. El p¨²blico debe darse cuenta de que, si da sin exigir, no le van a dar nada que valga la pena. Y pierde con ello.
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