Violonchelos

Las ¨²ltimas visitas de Rostrop¨®vich aparecen enmarcadas en (o condicionadas por) el proyecto del centro de alto perfeccionamiento musical que dirigir¨¢ ¨¦l mismo y se edificar¨¢ en los terrenos de la antigua siderurgia saguntina. Un proyecto que se anunci¨® en el 2001, se record¨® en 2002 y se promete, de nuevo ahora, para el 2005, aunque esta vez, al menos, se han presentado los planos. El coste, de 14 millones de euros, parece que a¨²n deber¨¢ incluirse en los presupuestos del 2004.

Mientras tanto, a Rostrop¨®vich (un m¨²sico cuya agenda, calendario y cach¨¦ no admiten demasiadas dilaciones ni huecos) se le va entreteniendo con sesiones como la del jueves, presentada dentro de los encuentros que la Joven Orquesta de la Comunidad Valenciana celebra anualmente y que incluyen trabajos y actuaciones con int¨¦rpretes famosos, aunque el n¨²mero de ensayos con las grandes figuras se reduce en ocasiones a dos o tres. Deber¨ªa hablarse tambi¨¦n del coste que la dilaci¨®n en la creaci¨®n del centro tiene para los j¨®venes talentos que habr¨ªan de asistir a ¨¦l. Un centro que, por otro lado, tiene en Valencia bastantes detractores mientras no se solventen las necesidades m¨¢s primarias del Conservatorio Superior de M¨²sica, denunciadas en repetidas ocasiones por alumnos y profesores del mismo.

A Rostrop¨®vich se le va entreteniendo con sesiones como la del jueves

En cualquier caso, Rostrop¨®vich interpret¨® con la Joven Orquesta una obra (el Concierto en Do Mayor de Haydn) que no s¨®lo es bien dif¨ªcil para el solista, sino tambi¨¦n para la agrupaci¨®n. A las exigencias de transparencia que todo el repertorio cl¨¢sico demanda, deben a?adirse aqu¨ª fuertes dosis de virtuosismo, especialmente en el ¨²ltimo movimiento. Los muy escasos problemas de ajuste que pudieron percibirse, hubieran podido solucionarse con alg¨²n ensayo m¨¢s. Los j¨®venes acolcharon y dejaron cantar al maestro (?y c¨®mo canta todav¨ªa!) en el hermos¨ªsimo Adagio central. Los pasajes de agilidad vertiginosa que tiene el solista y que, como es natural, resultan m¨¢s dificultosos con el paso de los a?os (Rostrop¨®vich tiene ahora setenta y seis) se hicieron a un volumen muy bajo, quedando as¨ª m¨¢s "cubiertos" por la orquesta. De cualquier forma, el violonchelista interpret¨® despu¨¦s, como regalo, una Sarabanda de Bach (de la Suite en Re menor) desde una posici¨®n de serenidad y madurez tan absoluta que se hizo perdonar cualquier pecadillo previo.

Antes, la Bachiana brasileira n¨²m. 5, con Isabel Monar y Bernat Tortosa como estupendos solistas y un ensemble, tambi¨¦n estupendo, de catorce violonchelos, plante¨® la extra?eza ante el hecho de que Rostrop¨®vich no dirigiera a los j¨®venes en una obra donde su instrumento tiene un papel tan decisivo. Despu¨¦s, se escuch¨® La Consagraci¨®n de la primavera, con una soluci¨®n relativamente buena de los problemas t¨¦cnicos -que son muchos y dif¨ªciles-, pero sin unidad de concepto ni calor interpretativo. Y eso, en esta partitura, m¨¢s a¨²n que en otras, cuesta bastante de aceptar.