Instante sin retorno

Sin este peque?o inmenso filme no se entender¨ªa nada del cine posterior. Trastoc¨® todo, incluso las mec¨¢nicas de los rodajes. Hizo Godard A bout de souffle de un tir¨®n y con poqu¨ªsimos medios. Rod¨® sin decorados, en la calle, con emulsi¨®n muy sensible, sin apenas iluminaci¨®n. Se pas¨® Godard del metraje pactado con los productores del filme y ¨¦stos le pidieron que lo abreviase. Cuando, tras verlo completo, se dispon¨ªa a hacerlo, descubri¨® que no sab¨ªa qu¨¦ escenas cortar, porque todas le parec¨ªan necesarias como tales escenas. Decidi¨® entonces no cortar ninguna sino peinar interiormente todas, arranc¨¢ndoles trozos de tiempo, encadenamientos, continuidad de movimientos de c¨¢mara y de sucesiones secuenciales.

Y as¨ª nacieron simult¨¢nemente, y casi irreflexivamente, una idea nueva del discurso cinematogr¨¢fico; una forma in¨¦dita del montaje; un concepto hasta entonces ignorado del tiempo, de las elipsis y las abreviaturas temporales y espaciales de la imagen.

Es c¨¦lebre la imagen del fot¨®grafo Raoul Coutard, c¨¢mara en mano y encogido dentro del carrito de beb¨¦ con que se sustituyeron los desplazamientos de gr¨²a y los travelling, junto a una acera de los Campos El¨ªseos, filmando lateralmente uno de los legendarios paseos de Jean Seberg y Jean-Paul Belmondo. Casi se ve nacer el cine de hoy en esta imagen llena de pobreza liberadora, muesca de un instante de genio, que sigue ah¨ª, completamente vivo, en los entrelineados de este prodigio artesanal que logr¨® que nada fuese tras ¨¦l igual en el cine, hasta el punto de que viendo una pel¨ªcula cualquiera es f¨¢cil saber si fue filmada antes o despu¨¦s de A bout de souffle.