Poder valenciano
Algunos creen que poder valenciano no es m¨¢s que el t¨ªtulo ingenioso de un programa televisivo de Jos¨¦ Luis Torr¨®. Muchos amigos catalanes, en cambio, sospechan que la conexi¨®n partidista entre el Gobierno de Madrid y nuestra Generalitat ha propiciado el despegue de una Comunidad Valenciana a la que ya no miran con la inconsciente mezcla de suficiencia y desd¨¦n con que lo hac¨ªan antes. ?Existe esa conexi¨®n, esa influencia, ese leg¨ªtimo lobby que ayude al impulso econ¨®mico de la Comunidad o se trata s¨®lo de mera propaganda pol¨ªtica?
No mucho despu¨¦s de su nombramiento como ministro, Eduardo Zaplana respondi¨® as¨ª a la pregunta de un periodista: "La Comunidad tendr¨¢ a¨²n m¨¢s influencia en Madrid en un a?o o dos". ?Se refer¨ªa con esa enigm¨¢tica clave a su destino personal o se basaba en indicios de ¨ªndole colectiva? En una primera observaci¨®n, el regreso a Valencia de gente tan significada en la pol¨ªtica como Juan Cotino, primero, y Esteban Gonz¨¢lez Pons y Gerardo Camps, despu¨¦s, adem¨¢s del actual presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ofrece m¨¢s la imagen de involuci¨®n que de implemento de la presencia valenciana en Madrid.
La cuesti¨®n, sin embargo, no parece radicar en el n¨²mero de cargos pol¨ªticos ocupados por paisanos nuestros en la capital. Ni siquiera en la importancia de los mismos. En sucesivos gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez se sentaron Vicente Albero, Antoni Asunci¨®n y el mism¨ªsimo Joan Lerma y eso no se tradujo en un aceler¨®n de nuestra Comunidad. Por ello, tampoco, la acumulaci¨®n de valencianos en el Ministerio de Trabajo es garant¨ªa de la existencia de un poder valenciano como grupo de presi¨®n cohesionado y eficaz.
Para lograrlo, se tratar¨ªa, m¨¢s bien, de movilizar recursos e influencias sociales que beneficiasen a la propia colectividad y no s¨®lo a leg¨ªtimos intereses particulares, algo que el presidente de los empresarios valencianos, Rafael Ferrando, reconoce "que nos cuesta hacer, debido a nuestro car¨¢cter, al margen de que semejantes gestiones nos afecten personalmente o no".
Las coordenadas de nuestra influencia, por lo que dicen, no pasan necesariamente por la Casa de Valencia, anclada a¨²n en una concepci¨®n tradicional y folcl¨®rica de las relaciones territoriales, ni por la incipiente delegaci¨®n de la Generalitat que lleva Eva Amador. El principal valedor de nuestra Comunidad sigue siendo Eduardo Zaplana, seg¨²n un observador madrile?o particularmente cualificado, que establece estas cuatro hip¨®tesis: 1) el peso pol¨ªtico de la Comunidad es hoy mayor que antes, 2) la influencia de Zaplana crece, 3) a¨²n no es el momento preciso de nuestro ministro y 4) el futuro de Zaplana y de la Comunidad resulta obviamente prometedor.
Dicho est¨¢ como me lo dicen. Otros personajes influyentes de este Madrid donde uno zascandilea estos d¨ªas arguyen, tambi¨¦n, que la marcha de Esteban Gonz¨¢lez Pons, por ejemplo, no ha mermado un ¨¢pice su influencia pro valenciana. "Es el mejor propagandista de su Comunidad", me cuentan, "y mantiene aqu¨ª un espl¨¦ndido acerbo de contactos".
Sin ¨¢nimo de realizar una relaci¨®n exhaustiva -y, menos a¨²n, de establecer ninguna clasificaci¨®n-, por el Madrid de nuestros pecados se mueven una serie de valencianos ejercientes que, en mayor o menor medida, son el embri¨®n de ese lobby necesario: el ministro Michavila, Juan Costa, Juan Iranzo en su Instituto de Estudios Financieros, Jos¨¦ Luis Sanchis, Fernando Villalonga, el notario Juan Bol¨¢s, los empresarios Zanini y Vicente Soto... En el mundo de la cultura tambi¨¦n extienden su influencia, entre otros, Manuel Vicent, Josep Vicent Marqu¨¦s, Carmen Alborch...
El poder valenciano, la influencia de la Comunidad, no es, como se ve, una estricta cuesti¨®n pol¨ªtica, ni depende de la creaci¨®n de un eje Valencia-Madrid articulado en funci¨®n de los respectivos ¨¦xitos electorales del PP y del establecimiento de gobiernos homog¨¦neos en ambos extremos del eje.
El aut¨¦ntico poder, insisto, lo tiene que vertebrar la sociedad civil compuesta de empresarios, profesionales e intelectuales empe?ados en la mejora continua de nuestra tierra. Como explica el empresario Federico F¨¦lix, "es la sociedad civil la que tiene que mojarse, que influir, que crear los canales de interlocuci¨®n...". Al parecer, esa pr¨¦dica, como el riego por goteo, empieza ya a calar y a dar sus primeros frutos.
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