Pacto inestable
El Pacto de Estabilidad, que limita el d¨¦ficit p¨²blico de los miembros de la eurozona al 3% del PIB, no est¨¢ todav¨ªa muerto, pero parece clara la imposibilidad de que las principales econom¨ªas lo respeten en ¨¦ste y, muy probablemente, en el pr¨®ximo ejercicio fiscal. As¨ª lo han dado a entender las reuniones del Eurogrupo (los 12 del euro) y del Ecofin esta pasada semana y las declaraciones del presidente de la Comisi¨®n, Romano Prodi, en Berl¨ªn, donde ha pedido una interpretaci¨®n flexible del pacto. Es de agradecer que Par¨ªs haya terminado con la ambig¨¹edad al reconocer que antepondr¨¢ el crecimiento a decisiones que tiendan a reconducir de forma inmediata el d¨¦ficit fiscal. Alemania ya lo hab¨ªa hecho. Que finalmente se concreten las aperturas de expedientes, previas al establecimiento de sanciones, de igual forma que ocurri¨® con Portugal, es algo todav¨ªa por ver.
Lo relevante es que la Comisi¨®n Europea asuma las muy serias dificultades que en estos momentos afronta el conjunto de la zona monetaria para garantizar la recuperaci¨®n de un crecimiento aceptable. El empe?o en mantener las reglas es loable, pero siempre que su rigidez no estrangule el bienestar de los ciudadanos. La obcecaci¨®n es en estos momentos el peor enemigo de esa posible compatibilidad entre crecimiento econ¨®mico y la disciplina fiscal necesaria en una uni¨®n monetaria.
Que sea el nuestro uno de los gobiernos m¨¢s cr¨ªticos con los divergentes en materia fiscal no deja de ser parad¨®jico. Fue precisamente Alemania,
el pa¨ªs al que ahora tanto se critica, quien imparti¨® la pedagog¨ªa de la convergencia, en precios y desequilibrios presupuestarios. Adem¨¢s, Alemania es la que favorece a?o tras a?o el cumplimiento de ese pacto por econom¨ªas como la espa?ola, receptoras netas de importantes recursos procedentes de sus arcas. Finalmente, porque esas cr¨ªticas se compadecen poco con nuestra inflaci¨®n, sistem¨¢ticamente por encima del objetivo m¨¢ximo establecido por el BCE, sin que alemanes ni franceses hayan tratado de sacarles los colores a nuestras autoridades. No faltan razones, por tanto, para que, adem¨¢s de reclamar la flexibilidad que le vendr¨ªa bien a nuestras finanzas p¨²blicas para aumentar la inversi¨®n, tambi¨¦n lo hici¨¦ramos con la solidaridad que el Gobierno espa?ol ha de ejercer con aquellos que financian nuestras ¨ªnfulas de grandeza.
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