Momix crea im¨¢genes inolvidables con sus bailarines atletas
Discreta entrada de espectadores en el festival ampurdan¨¦s de Peralada para asistir a Opus Cactus, de la compa?¨ªa Momix. Pero quien acudi¨® acert¨®: el p¨²blico qued¨® embriagado por las bellas y efectistas im¨¢genes creadas por la imaginativa mente de Moses Pendleton, para quien sus bailarines son barro moldeable, con el que juega y al que adosa objetos impensables.
Momix nace en 1980, cuando Pendleton y Alison Chase, dos miembros del legendario grupo Philobolus, creado como un h¨ªbrido entre gimnasia, mimo y danza, deciden crear sus propias coreograf¨ªas, marcadas por una deslumbrante plasticidad corporal. Buen ejemplo de este estilo, hoy evolucionado, es Opus Cactus, estrenada en febrero de 2001 en el Joyce Theatre de Nueva York. Ideada y coreografiada por Pendleton, la pieza es un antol¨®gico recorrido por el historial creativo de este mago de los efectos humanos, que impuso el estilo de la danza acrob¨¢tica a principio de los setenta y que hoy sigue de actualidad.
El secreto del ¨¦xito de este montaje es que respira contemporaneidad, su autor ha sabido desarrollarse de manera acorde a los tiempos. Su ¨²nico defecto estriba en la larga duraci¨®n (110 minutos). Diez int¨¦rpretes, mezcla de atleta, bailar¨ªn y acr¨®bata, ejecutan con una precisi¨®n circense esta obra. Son hombres y mujeres con un f¨ªsico potente, formado en la disciplina de la danza cl¨¢sica y la gimnasia deportiva. Si bien est¨¢n musculadas, las mujeres se permiten el lujo de mostrarse fr¨¢giles, aunque sus pies embutidos en las zapatillas de punta se clavan en el suelo como cuchillos de acero. Existe un perfecto equilibrio entre delicadeza y energ¨ªa. Todos los danzarines pueden realizar matem¨¢ticas piruettes, pero tambi¨¦n dar un salto mortal.
Opus Cactus est¨¢ dividida en 19 cuadros, inspirados por la vida y magia del desierto. Los ritmos ¨¦tnicos, junto a las m¨²sicas de Bach, Brian Eno y Jos¨¦ Nieto, envuelven a unos seres que se mueven entre sombras o bajo el sol abrasador. Resulta dif¨ªcil destacar alguna de las 19 escenas, pues cada una de ellas encierra un minucioso trabajo de seducci¨®n. Tal vez, por su vistosidad, hay que destacar las interpretadas ¨²nicamente por el elenco femenino, como la escena en que las bailarinas se convierten, gracias a un sugestivo vestuario, en rosas del desierto.
Babelia
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