Dif¨ªcil reconciliaci¨®n en el S¨¢hara
Hace dos a?os conclu¨ªa un art¨ªculo en estas p¨¢ginas titulado Una v¨ªa para la reconciliaci¨®n saharaui dirigi¨¦ndome al Polisario: "Tener en la mano la llave de la democratizaci¨®n del Reino alau¨ª y esgrimirlo ante el sufrido pueblo marroqu¨ª bien puede valer apostar por la autonom¨ªa". Argumentaba que la v¨ªa de la autonom¨ªa de un S¨¢hara democr¨¢tico "ligado a Marruecos mediante una soluci¨®n negociada en el marco y al amparo del derecho internacional", seg¨²n preconizaba Abraham Serfaty en su carta al presidente Buteflika el 8 de enero de 2000, y que exploraba el Acuerdo Marco preparado por James Baker, pod¨ªa abrir las puertas a una verdadera descentralizaci¨®n democr¨¢tica del Reino de Marruecos que cambiara el sistema de renovaci¨®n de sus ¨¦lites seg¨²n unos criterios que escapen a la l¨®gica del clientelismo caduco del sistema actual majzeniano. Pero en aquella ocasi¨®n el Polisario dijo no al Acuerdo Marco y han transcurrido dos a?os sin que nada o casi se mueva en las hamadas y uadis del S¨¢hara.
Se discute ahora en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas una nueva versi¨®n de este Acuerdo a la que el Polisario ha contestado afirmativamente, demostrando audacia pol¨ªtica. Es ahora Marruecos el que se niega a avalarlo. He tenido ocasi¨®n de comprobar en Marruecos estos ¨²ltimos d¨ªas la escasez de tratamiento por la prensa de este asunto clave para el futuro del pa¨ªs. Con sorpresa, he visto que la mayor¨ªa de los peri¨®dicos se limita a transcribir despachos de la agencia oficial de prensa MAP que hablan de la expectativa del Gobierno ante una decisi¨®n pendiente, de las conversaciones del monarca con los presidentes de Estados Unidos, de Francia y del Gobierno espa?ol, sin salir nunca del discurso ¨²nico oficial. Alg¨²n peri¨®dico habla hasta de "mascarada hispano-americana"; otros, de maniobra argelina. S¨®lo peri¨®dicos independientes como Le Journal o Tel Quel se interrogan en solitario sobre el futuro, entrando a fondo en los problemas que el tema plantea en el dif¨ªcil momento pol¨ªtico. Pero el marroqu¨ª de a pie, bombardeado durante 28 a?os con la tesis oficial de que el asunto del S¨¢hara estaba definitivamente cerrado tras la incorporaci¨®n del territorio en 1976 y 1979 a Marruecos, se encuentra con una realidad que le choca y que le cuesta asimilar: que la comunidad internacional espera a¨²n una soluci¨®n a esta cuesti¨®n convertida en central en la vida del pa¨ªs y que tiene una incidencia decisiva sobre la forma de organizaci¨®n de su propio Estado.
El asunto del S¨¢hara ha sido considerado tab¨², y nadie en Marruecos se ha atrevido a opinar por considerarlo materia de dominio reservado de los monarcas. Tras la muerte de Hassan II ha comenzado t¨ªmidamente a entrar en el debate p¨²blico, de la mano de algunas publicaciones como Le Journal o Demain, que han forzado las l¨ªneas rojas en ¨¦ste como en otros temas y que se han visto censuradas por tratar con mayor libertad esta cuesti¨®n. Recu¨¦rdese que entre los cargos contra el periodista Al¨ª Lmrabet se encontraba el de atentado a la integridad territorial del pa¨ªs, l¨¦ase por no respetar la verdad oficial de que el S¨¢hara es marroqu¨ª, y punto.
La idea de una "tercera v¨ªa" entre independencia e integraci¨®n a Marruecos cundi¨® en los primeros a?os de reinado de Mohamed VI como una salida que permitiera una soluci¨®n negociada sin vencedor ni vencido como preconizara desde hace unos a?os en las p¨¢ginas de EL PA?S Abraham Serfaty (noviembre de 1994). Pero se ha encontrado con la resistencia de los partidos que fueron siempre en esta cuesti¨®n m¨¢s "papistas que el Papa", m¨¢s nacionalistas que el propio rey difunto. Recu¨¦rdese que la direcci¨®n de la USFP fue a la c¨¢rcel casi un a?o en 1981 por criticar la decisi¨®n del monarca de aceptar en la conferencia de la OUA la idea de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n.
Las propuestas que James Baker ha realizado han tratado de desarrollar la idea marroqu¨ª de la "tercera v¨ªa", la que encontr¨® en 2001 resistencias de parte del Polisario y de Argelia, que se opon¨ªan a un censo demasiado favorable a Marruecos. La nueva propuesta que se discute ahora en el Consejo de Seguridad y que trata de hacer correctivos para que puedan ambas partes aceptarla encuentra, por el contrario, la resistencia de Marruecos, que considera que su soberan¨ªa sobre los territorios est¨¢ en peligro. Pero estas fuertes resistencias que planean hoy sobre la cuesti¨®n son sin duda las mismas que se oponen a que se produzcan cambios en el pa¨ªs. Y el S¨¢hara vuelve a ser de nuevo la gran coartada contra el cambio.
Marruecos nunca ha aceptado la imagen con la que es percibido desde el exterior y de la que es en muy buena parte responsable. La cuesti¨®n del S¨¢hara y la actitud de Marruecos de no convertirlo en un tema de opini¨®n p¨²blica es uno de los factores que m¨¢s han contribuido a esa imagen exterior, prefiriendo optar por la versi¨®n de sentirse el eterno incomprendido. Seguro de su verdad en lo que concierne al S¨¢hara, no ha querido ver un reproche de la comunidad internacional que data de antiguo y que considera que el asunto del S¨¢hara no est¨¢ a¨²n cerrado. La versi¨®n de la decisi¨®n del Tribunal de La Haya difundida en Marruecos a partir de 1975 no ha sido m¨¢s que una media verdad, ya que s¨®lo reconoci¨® una vinculaci¨®n de ¨ªndole religiosa y no una soberan¨ªa hist¨®rica de Marruecos sobre el S¨¢hara Occidental en el sentido moderno del concepto. Sobre esta media verdad se ha construido una historia oficial dif¨ªcil de ser contrastada por una opini¨®n p¨²blica que no ha tenido oportunidad de conocer otras visiones y que ha sido apartada sistem¨¢ticamente de toda posibilidad de debate.
Las reservas que Marruecos hace al nuevo plan Baker II tienen, en parte, fundamento. Es natural que exija que la entrada en vigor del plan "no tenga lugar m¨¢s que tras el cumplimiento por los signatarios (Marruecos, Polisario, Argelia, Mauritania y Naciones Unidas) de los procedimientos impuestos por sus respectivos sistemas jur¨ªdicos". Marruecos, por ejemplo, y as¨ª lo recuerda el documento, debe modificar su Constituci¨®n, ya que la cuesti¨®n afecta al estatuto de las que considera sus provincias del sur, y ello exige un proceso que no debe hacerse precipitadamente como en los refrendos de la era Basri.L¨®gico tambi¨¦n que insista m¨¢s en la soluci¨®n pol¨ªtica, que deber¨ªa alcanzarse antes del refer¨¦ndum, aun cuando ¨¦ste no pueda obviarse seg¨²n el derecho que impera en el sistema internacional y que Marruecos, por las razones que fueran, acept¨® en 1981. Es muy l¨ªcito tambi¨¦n que pida aclaraciones y garant¨ªas en determinados aspectos como precisar mejor las competencias de la ONU en el proceso, o la naturaleza del censo electoral (aunque ?no deber¨ªa estar Marruecos seguro del resultado final, ya que, si las cuentas son correctas, las 151.696 personas que viven en el territorio y figuraban en las ¨²ltimas elecciones legislativas de septiembre de 2002 deber¨ªan pesar m¨¢s que los 83.000 saharauis identificados por la Minurso, suponiendo el caso bien improbable de que todos votaran por el Polisario?). Obvio tambi¨¦n que considere que pueden producirse desajustes y dificultades complicadas de resolver a la hora de instaurar un poder judicial descentralizado en un pa¨ªs muy jerarquizado y donde la separaci¨®n de poderes no est¨¢ garantizada de manera clara por la pr¨¢ctica y la ley. Incluso se comprende que Marruecos trate de ganar el mayor tiempo posible -ha sido su t¨¦cnica hasta ahora- con el pretexto de hacer bien las cosas, de lograr garant¨ªas para que no se den pasos en falso.
Pero hay una cuesti¨®n en la base de las reservas marroqu¨ªes que irrita al observador de buena voluntad: el p¨¢nico a que "Marruecos podr¨ªa encontrarse, desde la elecci¨®n de la Asamblea y del Ejecutivo del territorio, a una campa?a de propaganda a favor de la secesi¨®n, sin poder prohibir tales acciones susceptibles de poner en peligro la seguridad del pa¨ªs y el mantenimiento del orden". Opinar as¨ª es, a mi juicio, no querer entender que de lo que se trata es de llegar con este "plan de paz para la autodeterminaci¨®n del pueblo saharaui" a una reconciliaci¨®n entre las partes, a una necesaria normalizaci¨®n de la imagen del otro, a acabar con la discriminaci¨®n del lenguaje, que tacha a unos de separatistas, de mercenarios y a los otros de colonialistas, de ocupantes. Sin desdemonizar de un lado al Polisario y de otro al marroqu¨ª, no cabe plan cre¨ªble. Y en ese caso ambos deben legitimar el derecho de expresi¨®n del otro. La novedad de este acuerdo est¨¢ en que a las dos posiciones irreconciliables, independencia e incorporaci¨®n a Marruecos, se a?ade una tercera alternativa, la de una amplia autonom¨ªa que permita a los habitantes del S¨¢hara expresar sus particularidades dentro de Marruecos y que puede abrir a las otras regiones del pa¨ªs una verdadera v¨ªa de descentralizaci¨®n democr¨¢tica.
Naturalmente que para aceptar todo esto hace falta un coraje pol¨ªtico que s¨®lo un Gobierno fuerte puede afrontar. ?Est¨¢ Marruecos tras el repliegue securitario producido por los atentados del 16-M en esta disposici¨®n? ?No se observan varios focos de poder que impiden una acci¨®n pol¨ªtica unificada? A esta situaci¨®n de debilidad se a?ade un obst¨¢culo mayor: la hipoteca de haber dejado durante tres d¨¦cadas al pueblo, a los partidos, excluidos de este debate. Pero perder la oportunidad que ofrece este plan, oponi¨¦ndose una vez m¨¢s a la voluntad de la ONU de arreglar este conflicto, puede volverse en contra de Marruecos. Agarr¨¢ndose a la obsesi¨®n de que es una trampa argelina para agudizar la propia crisis, Marruecos muestra poca fe en s¨ª mismo, en un pa¨ªs y en un Gobierno que se dicen fuertes en torno a sus instituciones.
Aceptar a ciegas este plan podr¨ªa ser irresponsable, tal vez, pero negarse a apostar por esta v¨ªa, aplazando una vez m¨¢s la resoluci¨®n de este conflicto que se prolonga ya demasiado tiempo, supone tambi¨¦n para Marruecos el riesgo de dejar pudrir algo que cuesta ya demasiado a un pueblo como el marroqu¨ª. Por el contrario, negociar los retoques necesarios, mostrarse abierto a una voluntad de reconciliaci¨®n, ser¨ªa ganar para siempre al S¨¢hara y a todos los saharauis para la causa de un Marruecos abierto, plural, transparente y democr¨¢tico.
Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa es catedr¨¢tico de Historia del Islam Contempor¨¢neo en la UAM.
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