Todo a favor de Armstrong

Mientras Jan Ullrich se inspira en los cl¨¢sicos, Lance Armstrong prefiere releer su autobiograf¨ªa. As¨ª pasan los dos h¨¦roes del Tour del Centenario las horas previas a su gran duelo. Duelo sobre 49 kil¨®metros, que se anuncia bajo la lluvia, con fuerte viento favorable y de lado, y que se prev¨¦ decantado del lado del norteamericano, que parte con 65 segundos de ventaja hacia su quinto Tour consecutivo.

Ullrich, que se siente condenado a su quinto segundo puesto en seis participaciones, repasa la historia del Tour, busca aliento, y tropieza con las biograf¨ªas de un tocayo y un yanqui. De dos ciclistas que no cre¨ªan en el fatalismo. De un tal Jan Janssen, un holand¨¦s miope y r¨¢pido, y de Greg LeMond, un norteamericano ingenuo y valiente. La v¨ªspera de la contrarreloj decisiva del Tour de 1968 (Melun-Par¨ªs, 54,5 kil¨®metros), el especialista belga Herman van Springel aventajaba al escalador vizca¨ªno Gregorio San Miguel en 12 segundos, a Jan Janssen, un especialista del maillot verde en 16 y a Ferdinand Bracke, un belga que pose¨ªa el r¨¦cord de la hora, un rodador de excepci¨®n, en 1m 56s. Los pron¨®sticos, abrumadores, dec¨ªan que Bracke se llevar¨ªa la etapa con facilidad y que Van Springel se convertir¨ªa en el primer belga tras Maes (1939) que ganaba el Tour. Pero Janssen se convirti¨® en el primer holand¨¦s que ganaba el Tour. Perd¨ªa 5 segundos a mitad de recorrido frente a Van Springel, pero termin¨® derrotando al belga por 54. Gan¨® el Tour por 38.

La historia de LeMond tambi¨¦n le puede ayudar al alem¨¢n. Fue en el 1989, cuando Armstrong ten¨ªa 17 a?os y ni sab¨ªa lo que era el Tour. LeMond estaba 50 segundos detr¨¢s de Laurent Fignon antes de los 24,5 kil¨®metros contrarreloj entre Versalles y Par¨ªs. Fignon, que es parisino, estaba tan seguro de su victoria final que hasta se puso sobre el muslo un dorsal con el n¨²mero 1, pese a que un for¨²nculo en la entrepierna le molestaba desde hac¨ªa d¨ªas. LeMond volvi¨® acoplar a su manillar el suplemento de los triatletas para un mayor aerodinamismo y aventaj¨® en 58 segundos al franc¨¦s, que se tir¨® al suelo y llor¨® su suerte. LeMond gan¨® el Tour por 8s.

Pero si estas historias pueden alentar a Ullrich en su b¨²squeda del sobresalto final, poco parecen afectar a Armstrong. No necesita ni que le recuerden que Thevenet gan¨® en 1977 por 48 segundos tras aguantar el maillot amarillo frente a Kuiper o que Roche, favorito frente a Delgado en 1987, no fall¨® y despoj¨® del liderato al segoviano por 40 segundos. A Armstrong le vale con su experiencia, con sus cara a cara con Ullrich, que ha ganado los dos, aunque no se jugaba nada. Estad¨ªstica que, unida al nerviosismo que ha detectado en Ullrich, capaz de jugarse el tipo en una meta volante ayer para ara?ar 2 segundos, le otorga una superioridad psicol¨®gica determinante. Pese a sufrir m¨¢s que nunca, nunca perdi¨® el maillot amarillo desde que lo conquist¨® en Alpe d'Huez.