El ¨¢rbol de la plaza del ?rbol
MART? DOM?NGUEZ
Seg¨²n Gaspar Escolano, las primeras armas de Valencia fueron una ciudad sobre el agua, haciendo con ellas alusi¨®n a sus innumerables fuentes, raz¨®n por la cual los griegos la llamaron Hydropolis. Sin duda se trata de una exageraci¨®n, muy propia del inefable y algo ditir¨¢mbico cronista valenciano. No obstante quiz¨¢ sea cierto que Valencia se alz¨® poco a poco sobre las aguas: los ¨¢rabes tambi¨¦n la denominaron Mad?nat al-Turab, "Ciudad del Barro", algo mucho m¨¢s cercano a la realidad ¨ªntima de las cosas. Barro y enfermedades tifoideas: el ge¨®logo Vilanova Piera recuerda c¨®mo por las calles de Valencia pasaba el aguador gritando "agua contra la terciana", "lo cual es de suponer ser¨ªa una equivocada interpretaci¨®n dada por el mozo encargado del servicio, de la frase propia y natural, agua artesiana".
En su toponimia sobreviven las viejas palabras valencianas, que aluden a los oficios
Valencia es una ciudad rica en peque?os rincones. No es una gran capital
La frase propia y natural, ved aqu¨ª el quid de la cuesti¨®n. En el libro Las fotograf¨ªas valencianas de J. Laurent, recientemente publicado por el Ayuntamiento de Valencia, a cargo de Jos¨¦ Huguet, bibli¨®filo y estudioso de la historia de la fotograf¨ªa, se pueden observar algunos de estos ajetreados aguadores. Sorprende su aspecto cetrino, su tez oscura, m¨¢s pr¨®pia de un norteafricano que de un valenciano de hoy en d¨ªa. Ya Teodoro Llorente Falc¨® lo escribi¨®, con la ampulosidad adecuada, en una de sus indescriptibles R¨¢fagas del campo: "?Pueblo morisco, yo siento por t¨ª una veneraci¨®n profunda! Tu alma vive en el alma espa?ola, en el alma levantina. En ella dejaste sus m¨¢s preciadas preseas: la altivez y la poes¨ªa, la agudeza del ingenio y la intensa alegr¨ªa de vivir". Un venerable pueblo morisco, sin duda, (beduinos feroces, los llamar¨¢ Teofile Gautier), pero injertado de la cultura catalana tra¨ªda por Jaime I, y que pronunciaba "terciana" a la valenciana, es decir, "tersiana". Y de este modo, el "mozo encargado del servicio", como remilgadamente indica don Antonio Vilanova, confund¨ªa el agua contra la terciana con la de pozo, artesiana.
Desde aquellos d¨ªas, Valencia ha ido castellaniz¨¢ndose poco a poco, casi al mismo ritmo que la tez de los valencianos ha ido aclar¨¢ndose. Y, no obstante, en su topon¨ªmia sobreviven obstinadamente las viejas palabras valencianas, que aluden a los oficios (Velluters, Tapineria, Corretgeria, Roters, Cadirers, Flassaders, Aluders,...), o a los accidentes del relieve (el Tossal, y no el Tros Alt, como escriben a veces). Poca gente sabe ya que es un "tap¨ª", ni un "roter", ni si me apuran el "vellut". Son oficios y palabras del pasado, que han quedado sin sentido, singularmente asociadas a esas calles angostas y a menudo malolientes. Este desconocimiento del idioma explica que en el barrio de Roters, en la confluencia de la calle Baja con Santo Tom¨¢s haya una peque?a plaza denominada actualmente del ?rbol. En realidad, como atestiguan los documentos antiguos, se trata de la Pla?a de l'?lber, por un hermoso ¨¢lamo que all¨ª crec¨ªa. El Padre Tosca, en su plano de Valencia de 1704, a¨²n lo dibuja, esquem¨¢tico, pero monumental. Sin duda, a partir de un determinado momento se produjo una, dig¨¢moslo as¨ª, "equivocada interpretaci¨®n", esta vez de signo contrario al del aguador de Vilanova, y del "¨¤lber" se pas¨® -en un acto de depravaci¨®n sem¨¢ntica y sint¨¢ctica- al sencillo e insubstancial ¨¢rbol.
Valencia es una ciudad rica en peque?os rincones. No es una gran capital, con amplias avenidas y perspectivas grandiosas. La Plaza del ?rbol es uno de esos rincones del barrio antiguo que prefiero. Pas¨¦ense por la calle de Santo Tom¨¢s hasta llegar a la calle Baja. All¨ª, en la as¨ª llamada Plaza del ?rbol, encontraran un olivo, que nuestro Ayuntamiento -siempre ajeno a filigranas filol¨®gicas- ha tenido a bien plantar. El olivo de la Plaza del ?rbol... Convendr¨¢n que vale la pena ir y echar un vistazo. Aunque tan s¨®lo sea para rememorar la Valencia de otros tiempos y aquel "¨¤lber" monumental que debi¨® existir en el raval de Roteros.
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