"El matrimonio franco-alem¨¢n es indispensable para Europa"
En su funcional despacho de ministra de Industria en Bercy, la mole de cemento donde se albergan los ministerios econ¨®micos del Gobierno franc¨¦s, Nicole Fontaine prosigue una carrera pol¨ªtica en la que se cuentan los trabajos para establecer los centros educativos concertados en Francia, cuatro elecciones como diputada europea y un periodo de presidencia de la Euroc¨¢mara (1999-2001). Cinco libros dan testimonio de su experiencia en la casa com¨²n europea. Abogada y diplomada de Ciencias Pol¨ªticas, elegida cuatro veces como eurodiputada, procede del partido centrista UDF y el a?o pasado particip¨® en la fundaci¨®n de la UMP, que ha reunificado a la mayor parte de la derecha y el centro en Francia. La conversaci¨®n con este peri¨®dico se produjo una tarde de finales de julio.
"No veo en nombre de qu¨¦ se puede abandonar el espa?ol o el franc¨¦s en la UE, aunque la realidad de las cosas haga del ingl¨¦s la lengua m¨¢s utilizada"
"El presidente ser¨¢ una personalidad fuerte. Se necesita un hombre o una mujer con carisma que encarne a la Europa unida, de Letonia a Espa?a"
"Los ciudadanos se dan cuenta de que cuando se enfrentan a problemas reales, incluso a una decisi¨®n como ir a la guerra, Europa no responde"
"Nos hace falta concebir la relaci¨®n transatl¨¢ntica, entre Europa y Estados Unidos, como una relaci¨®n de equilibrio entre socios iguales, que se respeten"
"La confianza de los ciudadanos europeos volver¨¢ el d¨ªa en que comprendan que la UE es un factor de crecimiento y de empleo"
Pregunta. No todos los pa¨ªses est¨¢n de acuerdo con la propuesta de reparto de poder en el seno de la futura Europa, dise?ada por la Convenci¨®n que ha presidido Val¨¦ry Giscard d'Estaing. ?Cu¨¢l es la virtualidad de ese sistema institucional y qu¨¦ margen de negociaci¨®n puede esperarse en la Conferencia Intergubernamental de oto?o?
Respuesta. La Uni¨®n Europea de 15 miembros sufre desde hace a?os un cierto d¨¦ficit democr¨¢tico, adem¨¢s de falta de eficacia y de capacidad de hacerse comprensible a los ciudadanos. Estos riesgos se incrementan cuando Europa se encuentra en el proceso de ampliaci¨®n a 25 pa¨ªses, y muy pronto a los Estados de los Balcanes. Se trata del famoso dilema entre la ampliaci¨®n y la profundizaci¨®n: ?Europa debe profundizarse, reforzar su capacidad de decisi¨®n, su legibilidad, luchar contra una cierta burocracia europea que hace que los ciudadanos apenas se adhieran?Vimos este problema en el momento de llevar a cabo la moneda ¨²nica. No en Espa?a, donde hab¨ªa un entusiasmo verdaderamente extraordinario, que yo saludo; pero en un pa¨ªs como Francia hemos descubierto que, finalmente, los ciudadanos no se sent¨ªan suficientemente asociados; que los que deciden hab¨ªan decidido lo que les parec¨ªa bien para el pueblo, pero sin asociar suficientemente al pueblo.
P. Sin embargo, la transici¨®n al euro ha sido un ¨¦xito en todas partes y tambi¨¦n en Francia.
R. El refer¨¦ndum del Tratado de Maastricht se aprob¨® por los pelos. Nos hemos dado cuenta de que no se puede construir Europa sin asociar a los pueblos.
Adem¨¢s, los tratados son pr¨¢cticamente ilegibles, incluso para los iniciados. Desgraciadamente, los centros de decisi¨®n son opacos y est¨¢n dispersos: no hay una cara que encarne a Europa, es una entidad de muchos rostros. Y, en tercer lugar, falta eficacia: los ciudadanos se dan cuenta de que cuando se enfrentan a problemas reales como el terrorismo, la lucha contra la droga, la contaminaci¨®n del mar o incluso una decisi¨®n como la de ir a la guerra, Europa no responde. Esto sucede porque no hay posibilidad de tomar decisiones de una manera r¨¢pida y eficaz. Tras la cat¨¢strofe provocada por el naufragio del Erika se decidi¨® prohibir los barcos de casco ¨²nico y controlar mejor los nav¨ªos de riesgo en los puertos europeos, pero para el a?o 2004. Ha hecho falta la nueva cat¨¢strofe del Prestige para que se tomen decisiones m¨¢s operativas, bajo el empuje de Francia y de Espa?a.
P. Pero inevitablemente ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil decidir con 25 socios.
R. Esto demuestra la imposibilidad de continuar con la regla de la unanimidad en un cierto n¨²mero de terrenos. Y ser¨¢ a¨²n m¨¢s cierto cuando seamos 25 pa¨ªses. Tomemos el caso de la justicia: yo me alegro de los progresos que ha hecho la cooperaci¨®n franco-espa?ola en este terreno, pero, a escala de la Uni¨®n Europea, las decisiones todav¨ªa exigen demasiadas veces la unanimidad. Est¨¢ muy bien que la Convenci¨®n proponga avanzar en este cap¨ªtulo. Europa es un proyecto magn¨ªfico, pero desgraciadamente no tendr¨¢ mucha significaci¨®n si esa visi¨®n no se traduce en actos concretos para los ciudadanos. En el Parlamento Europeo yo me preocup¨¦ de los j¨®venes y del programa Erasmus: por falta de cr¨¦ditos suficientes y de posibilidades mal conocidas, Europa como un espacio sin fronteras no ha sido una realidad viva para los j¨®venes.
P. ?Y qu¨¦ se puede esperar de la pol¨ªtica exterior com¨²n?
R. Tengo la debilidad de pensar que si Europa hubiera tenido el ministro de Asuntos Exteriores previsto por la Convenci¨®n, quiz¨¢ nos habr¨ªamos evitado recientes divisiones.
P. La divisi¨®n de Europa, dicho m¨¢s claramente.
R. S¨ª, una cacofon¨ªa... Creo que las nuevas instituciones dise?adas por la Convenci¨®n son interesantes. Un presidente elegido por el Consejo para dos a?os y medio es un acierto para la visibilidad de Europa. Est¨¢ muy bien haber creado la figura de ese presidente, que ser¨¢ una personalidad fuerte, por definici¨®n. Y la ampliaci¨®n del n¨²mero de decisiones que podr¨¢n tomarse por mayor¨ªa cualificada proporcionar¨¢ mayor eficacia.
P. Dibuje un perfil de ese futuro presidente de Europa.
R. ?No me har¨¢ usted decir un nombre! Se necesita un hombre o una mujer con cierto carisma, una personalidad m¨¢s all¨¢ de las divisiones entre grandes y peque?os pa¨ªses, entre el Norte y el Sur, m¨¢s all¨¢ de los alineamientos pol¨ªticos cl¨¢sicos; una personalidad que verdaderamente trascienda todo eso, que encarne a la Europa Unida desde Letonia hasta Espa?a. Y espero que la configuraci¨®n del ministro de Asuntos Exteriores aporte m¨¢s coherencia a la pol¨ªtica exterior. El hecho de que la legitimidad de la Comisi¨®n sea reforzada por la elecci¨®n de su presidente por el Parlamento Europeo tambi¨¦n me parece una medida muy fuerte, aunque pueda ser menos visible para los ciudadanos no iniciados.
P. Pasemos de lo institucional a los problemas pr¨¢cticos de la ampliaci¨®n: el dinero, el dumping social, la multiplicidad de idiomas: ?todo esto no va a complicar la recepci¨®n de los nuevos vecinos?
R. Yo empleo muy poco la palabra ampliaci¨®n; prefiero hablar de reunificaci¨®n de Europa. Tras el hecho extraordinario de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, la cuesti¨®n que se planteaba era: ?podemos dejar fuera a los primos de la familia, que est¨¢n a la puerta y que siempre han formado parte de la realidad hist¨®rica y geogr¨¢fica de Europa? Culturalmente yo no encuentro m¨¢s diferencias entre esos pa¨ªses y los nuestros que entre un finland¨¦s y un espa?ol. Todos tenemos nuestras culturas, gracias a Dios, y ser¨ªa abominable uniformizarlas. No hay vuelta de hoja: no se puede dejar a alguien fuera de la reunificaci¨®n de la gran familia europea. Dicho esto, usted plantea problemas reales y habr¨¢ que darles soluciones imaginativas. Los consejos de ministros europeos, por ejemplo, cambian totalmente de escala: la presidencia italiana de la Uni¨®n Europea tom¨® recientemente la buena iniciativa de reunir en Montecatini a los ministros de Industria y de Medio Ambiente. Pues bien, eso represent¨® 60 ministros. Supongo que peque?os grupos de trabajo tendr¨¢n, en el futuro, la tarea de presentar conclusiones a los Consejos...
P. Todo el mundo est¨¢ de acuerdo con la riqueza de la pluralidad de idiomas. Pero, ?c¨®mo evitar que se escoja una sola lengua de trabajo en el ¨¢mbito comunitario?
R. Esto es un problema muy delicado. El Parlamento Europeo es favorable al pluriling¨¹ismo. No veo en nombre de qu¨¦ se puede abandonar el espa?ol o el franc¨¦s, aunque la realidad de las cosas haga del ingl¨¦s la lengua m¨¢s utilizada. No veo c¨®mo se puede obligar a un diputado estonio o polaco a votar textos de los que no tiene un conocimiento suficientemente preciso. Aqu¨ª hay un problema de democracia: despu¨¦s de todo, ?en nombre de qu¨¦ se puede imponer a un diputado, por ejemplo de Estonia, que hable ingl¨¦s?
P. Hay razones de eficacia que conviene tener en cuenta.
R. No se puede ser elitista. La previsi¨®n que se hizo en el Parlamento Europeo, bajo mi presidencia, consisti¨® en que cada uno pudiera expresarse en su lengua, con idiomas-eje. Actualmente hay 11 lenguas oficiales en la Uni¨®n Europea. De los 10 pa¨ªses que van a entrar, Chipre habla el griego y parece que los malteses han decidido hablar ingl¨¦s. De modo que se a?aden ocho lenguas m¨¢s.
P. Las expectativas suscitadas por el motor franco-alem¨¢n se mezclan con las cr¨ªticas. La ministra espa?ola de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, ha hablado incluso de una "fusi¨®n" entre Francia y Alemania.
R. Estoy muy sorprendida. Cuando la pareja franco-alemana parece que no se entiende, el resto de los socios comunitarios lo deploran. He aqu¨ª que hacen el esfuerzo de reconciliarse, no para hacer frente com¨²n contra los otros, sino para avanzar con los dem¨¢s y resolver las dificultades. La pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n (PAC) es un caso t¨ªpico: no hemos organizado un frente contra los intereses de Espa?a o de Italia, no; se part¨ªa de posiciones diametralmente opuestas y cada uno de los pa¨ªses (Francia y Alemania) han conseguido evitar el bloqueo de la decisi¨®n y que se acepte la visi¨®n nueva de los pa¨ªses concernidos. Creo que esto ha sido muy importante. Es evidente que necesitamos el entendimiento franco-alem¨¢n. Es un matrimonio para el mayor bien de Europa. No encontrar¨¢ usted un ejemplo de un asunto en que la pareja franco-alemana haga otra cosa que desembocar en decisiones consensuales entre pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Esa pareja es indispensable. Pero tambi¨¦n animo a una cooperaci¨®n espec¨ªfica entre pa¨ªses del Sur, que tienen afinidades evidentes, sin que eso deba entenderse como una cooperaci¨®n contra nadie.
P. La nueva arquitectura institucional no prev¨¦ que el Parlamento Europeo sea la fuente de la legitimidad de poder del ejecutivo, ni que tenga la capacidad de apoyarle ni de controlarle verdaderamente. El papel de la Euroc¨¢mara seguir¨¢ sin ser comparable al de los Parlamentos a escala nacional.
R. No se pueden transponer los sistemas parlamentarios nacionales. En efecto, no habr¨¢ una mayor¨ªa que sostenga al Gobierno, por m¨¢s que el presidente de la Comisi¨®n vaya a ser elegido por el Parlamento, y, por consiguiente, desembocar¨¢ en una cosa muy parecida. Lo que yo constato desde hace a?os es una verdadera revoluci¨®n: empez¨® el d¨ªa en que el Tratado de Maastricht fij¨® el poder de codecisi¨®n. Esto pas¨® totalmente inadveertido en Francia y supongo que tambi¨¦n en Espa?a, porque todo el mundo identific¨® Maastricht con la moneda ¨²nica. Pero yo viv¨ª el cambio de manera cotidiana porque, antes de presidir el Parlamento Europeo, hab¨ªa copresidido el Comit¨¦ de Conciliaci¨®n con el presidente del Consejo en ejercicio. Era fascinante verificar que el Consejo no pod¨ªa ignorar las enmiendas del Parlamento Europeo y que el Consejo Europeo estaba condenado a buscar un terreno de entendimiento con nosotros; si no, eran imposibles el programa y las directivas, y esto implicaba el fracaso de todo el mundo. Hoy hay pocas conciliaciones, porque el Consejo y el Parlamento hacen todo lo que pueden para entenderse desde la primera lectura de los textos. El d¨ªa en que los ciudadanos sepan que no se puede evitar al Parlamento, ese d¨ªa la Euroc¨¢mara tendr¨¢ su verdadera legitimidad democr¨¢tica. Que existe, pero todav¨ªa no es lo bastante visible.
P. ?Cree posible llegar a la soberan¨ªa europea? ?Se puede contemplar una evoluci¨®n que haga de Francia, de Alemania o de Espa?a entidades comparables a los Estados que integran hoy los Estados Unidos de Am¨¦rica?
R. S¨ª, esa evoluci¨®n est¨¢ en marcha. La comparaci¨®n con Estados Unidos no me parece oportuna, porque debemos inventar para Europa un modelo espec¨ªfico. No se puede transponer la situaci¨®n de los Estados Unidos, por razones hist¨®ricas y de otro tipo. A partir del momento en que nos hemos comprometido, para ser eficaces, a compartir nuestra soberan¨ªa en un n¨²mero de terrenos cada vez m¨¢s importante -la defensa, la pol¨ªtica exterior y la fiscalidad contin¨²an siendo los bastiones nacionales- vamos hacia un modelo que se parece a una federaci¨®n de Estados-naci¨®n. Pero a condici¨®n de que se comparta la misma visi¨®n de Europa; es decir, una idea fuerte de Europa como comunidad de destinos.
P. Se ha elegido el camino de avanzar hacia la Constituci¨®n europea cuando hay un buen n¨²mero de crisis pol¨ªticas abiertas en muchos pa¨ªses y la Uni¨®n Europea se ha dividido en relaci¨®n con Estados Unidos. Francamente, no parece un momento como para suscitar una gran confianza de la ciudadan¨ªa.
R. Todos los pa¨ªses sufren crisis. Su denominador com¨²n suele ser la ausencia de crecimiento econ¨®mico. Estoy convencida de que habremos de orientarnos hacia una verdadera pol¨ªtica industrial europea y revisar nuestras reglas de competencia, a la medida de una competencia mundial y entre continentes. El d¨ªa en que los ciudadanos comprendan que Europa es factor de crecimiento y de empleos, la confianza estar¨¢ de regreso, ya no habr¨¢ necesidad de convencerlos. Por eso es muy importante la cooperaci¨®n entre Estados miembros. Hoy nos encontramos en medio del vado: tenemos que elegir la visi¨®n de la Europa de ma?ana. Perm¨ªtame a?adir que nos hace falta concebir la relaci¨®n transatl¨¢ntica, entre Europa y Estados Unidos, como una relaci¨®n de equilibrio entre socios iguales, que se respeten.
P. En general, ?se puede creer en la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas y presupuestarias entre los pa¨ªses europeos?
R. Por supuesto. Eso ya estaba en filigrana en la decisi¨®n de ir a la moneda ¨²nica. Las pol¨ªticas ya se coordinan, sobre todo en la zona del euro. Se puede lamentar que esto no sea a¨²n el caso en materia fiscal. Soy bastante optimista sobre la Conferencia Intergubernamental (CGI) y pienso que no modificar¨¢ fundamentalmente los equilibrios que se han obtenido en la Convenci¨®n. Si Val¨¦ry Giscard d'Estaing hubiera llegado con propuestas apoyadas s¨®lo por una peque?a mayor¨ªa, todo se habr¨ªa debilitado, pero el resultado ha sido muy interesante y esperamos que el consenso se forjar¨¢ en la CGI.
P. ?La pol¨ªtica energ¨¦tica tambi¨¦n deber¨ªa ser europea?
R. La opci¨®n sobre las fuentes de energ¨ªa debe ser de las soberan¨ªas nacionales. No veo en nombre de qu¨¦ se podr¨ªa imponer a tal o cual pa¨ªs la opci¨®n nuclear o renunciar a ella. Pero Europa tiene que jugar un papel: eso es lo que yo he negociado con mi excelente amiga Loyola de Palacio [vicepresidenta de la Comisi¨®n Europea], por ejemplo en lo referido a la gesti¨®n de los residuos nucleares.
P. ?Hay diferencias entre Francia y Espa?a en cuanto al transporte del gas argelino?
R. Aqu¨ª veo dos puntos. El primero es que Espa?a rehus¨® durante mucho tiempo abrir el mercado espa?ol a Gaz de France, en tanto nosotros no llev¨¢ramos a cabo la transposici¨®n de la directiva comunitaria sobre la liberalizaci¨®n; como sabe, una de mis primeras acciones como ministra fue la de promover la transposici¨®n de esa directiva. A partir de ah¨ª, las relaciones se han normalizado perfectamente. Por lo dem¨¢s, lo que existe es el proyecto Medgaz, muy impulsado por Argelia, que desea el apoyo de Francia para realizarlo. Por razones que comprendo perfectamente, Espa?a no es hostil a ese proyecto, siempre que tenga una dimensi¨®n europea.
P. Por razones financieras, evidentemente.
R. En lo que se refiere a las opciones de pol¨ªtica energ¨¦tica en Francia, debemos producir el 21% de nuestra electricidad por medio de energ¨ªas renovables, de aqu¨ª a 2010. Francia alcanza ya el 16% gracias a sus recursos hidr¨¢ulicos, pero esto tiene sus l¨ªmites. De ah¨ª surge mi inter¨¦s en desarrollar todas las energ¨ªas renovables. Visit¨¦ recientemente una instalaci¨®n de energ¨ªa e¨®lica en Espa?a y me interes¨® mucho, porque pude comprobar que no hac¨ªa ruido, frente a lo que piensan muchos ciudadanos de Francia. Las energ¨ªas renovables son un complemento a la energ¨ªa nuclear, pero no una alternativa.
Un problema candente: c¨®mo pagar la pol¨ªtica europea
NICOLE FONTAINE se muestra reservada en una cuesti¨®n clave: ?c¨®mo se va a pagar la pol¨ªtica europea y qui¨¦n va a beneficiarse de ese dinero? El asunto es muy sensible entre los iniciados, tras la reciente publicaci¨®n del informe elaborado por un grupo de expertos, dirigido por Andr¨¦ Sapir, que propone rebajar dr¨¢sticamente las subvenciones agr¨ªcolas y reservar los fondos estructurales a los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles de Europa. A su juicio, las nuevas prioridades europeas deben ser el fomento del crecimiento econ¨®mico, la formaci¨®n y la construcci¨®n de infraestructuras.
Para Fontaine, ese informe "tiene el m¨¦rito de levantar el problema, pone el acento en los terrenos clave para reforzar el crecimiento de Europa, su competitividad y el respeto al objetivo de construir la econom¨ªa con mejores resultados del mundo, lo cual implica investigaci¨®n, innovaci¨®n e infraestructuras". Pero "tampoco se puede olvidar que 40 a?os de Europa se han construido largamente sobre la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n (PAC) y la pol¨ªtica de cohesi¨®n social, traducida en los fondos estructurales. En conjunto, estas pol¨ªticas han sido extremadamente positivas".
"Es un poco provocador decir, de golpe, que habr¨ªa que privar a una regi¨®n de fondos estructurales para reservarlos a los Estados m¨¢s pobres", contin¨²a Fontaine, partidaria de mantener las pol¨ªticas europeas que ya existen y ampliarlas al fomento de la innovaci¨®n y la competitividad. "Toda empresa que no pueda innovar queda condenada. Esto es v¨¢lido en Francia o en Espa?a, y a¨²n m¨¢s en Jap¨®n o EE UU, que han convertido en verdaderas prioridades las ayudas a la innovaci¨®n, sin comparaci¨®n con los dispositivos que podemos elaborar en los pa¨ªses de la UE", se?ala.
"La pol¨ªtica de solidaridad europea ha dado resultados formidables: Espa?a, Grecia, Irlanda han podido desarrollarse con esta pol¨ªtica de solidaridad". Pero la construcci¨®n de infraestructuras o la apuesta por la investigaci¨®n tambi¨¦n deben ser grandes prioridades, sin duda. "Tenemos que darnos todos los triunfos para aprovechar la vuelta del crecimiento econ¨®mico", insiste. ?C¨®mo se paga todo esto? Fontaine no sale de su reserva: "Tengo algunas ideas personales, pero estoy en el Gobierno franc¨¦s", contesta, sugiriendo que la respuesta ser¨¢ colectiva de las autoridades de su pa¨ªs o indicadora, en todo caso, de la voluntad de Francia en futuras negociaciones.
Visto desde Espa?a, la batalla de las prioridades interesa doblemente. Mantener los fondos estructurales y las subvenciones agr¨ªcolas no es menos importante que financiar infraestructuras que pongan fin a las graves dificultades de comunicaci¨®n por los Pirineos, poco permeables por carretera (s¨®lo hay dos v¨ªas de gran capacidad en los extremos de la cordillera) y a¨²n menos por ferrocarril: el enlace de alta velocidad va retrasado en ambos pa¨ªses. No menos indispensable es el aumento de la capacidad para la conexi¨®n el¨¦ctrica, asunto largamente tratado con Fontaine por el secretario de Estado de Energ¨ªa, Jos¨¦ Folgado.
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