La legendaria sala Surist¨¢n cierra sus puertas
El pasado s¨¢bado muchos de los clientes del madrile?o Surist¨¢n, el local emblem¨¢tico de las m¨²sicas del mundo en nuestro pa¨ªs, recib¨ªan llamadas telef¨®nicas o correos electr¨®nicos. Los responsables de la sala anunciaban el cierre inmediato, tras esa misma noche: Surist¨¢n, tras unas obras de acondicionamiento, pasar¨¢ a acoger una discoteca juvenil, con otro nombre y sin proyecto cultural propio.
Desde el 30 de noviembre de 1994, Surist¨¢n era la rara avis entre los locales de conciertos madrile?os. Primero, por su programaci¨®n musical: por Surist¨¢n pasaron muchos de los nombres que ahora encabezan los festivales de m¨²sica ¨¦tnica: desde la mayor parte de las figuras del Buena Vista Social Club a rompedores artistas brasile?os como Chico C¨¦sar o Lenine. Trat¨¢ndose de un local peque?o, asombra que tuviera una de las ¨²ltimas actuaciones del guitarrista Baden Powell o un concierto ¨ªntimo de Pablo Milan¨¦s, con Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez entre los afortunados espectadores. Lejos de cualquier dogmatismo, Surist¨¢n tambi¨¦n cont¨® con muchos de los mejores cantautores anglosajones y numerosos grupos rockeros: los mexicanos Caf¨¦ Tacuba fueron responsables del ¨²ltimo gran llenazo, el pasado julio.
La inmensa lista de actuaciones y la labor de sus DJs, que marcaron pautas para iniciativas similares, no sirven para explicar cabalmente la importancia de Surist¨¢n. En las ¨²ltimas horas del local, muchos inmigrantes manifestaban su indignaci¨®n: el Suris era el ¨²nico club del centro de Madrid donde cualquier extranjero pod¨ªa entrar sin problemas.
Armando Ruah, socio fundador y portavoz de Surist¨¢n, es consciente de que termina un experimento de integraci¨®n. Pero reconoce que, tras casi nueve a?os de vida, el agotamiento y la frustraci¨®n eran insoportables: "Nunca tuvimos noticias del Ministerio de Cultura. La SGAE nos daba palmaditas en la espalda por nuestro apoyo a los artistas emergentes. Las autoridades municipales no nos acosaron pero tampoco nos dejaron pasar ni una: hace poco recordaron un canon por el que cada concierto deb¨ªa pagar 12 euros; parece una minucia, pero, teniendo en cuenta que hac¨ªamos 240 actuaciones al a?o, el palo fue considerable. La nueva campa?a contra el ruido nos obligaba a unas obras tremendas. As¨ª que hemos decidido traspasarlo a una empresa de hosteler¨ªa que quiere instalar un disco-bar juvenil".
Aunque la carta de despedida dice "hasta pronto", Surist¨¢n deja de existir como establecimiento abierto al p¨²blico. Los responsables potenciar¨¢n su sello discogr¨¢fico, que ha editado la recopilaci¨®n Rep¨²blicafrobeat y el primer disco de Afrika Lisanga, y su oficina de producci¨®n, que ha colaborado con numerosos festivales. Su ¨²ltimo mensaje es un SOS: "Hacemos un llamamiento para exigir que los espacios de cultura popular tengan el apoyo necesario para su viabilidad, sin depender de los caprichos de la pol¨ªtica".
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