Toreros banderilleros, pero menos
Para tantos pares de banderillas como se dieron en la tarde de ayer, no son demasiados los que merecen destacarse. Anotamos un par de Jos¨¦ Ignacio Ramos al segundo de la tarde, que fue quiz¨¢ uno de los mejores de todo el concurso. Despu¨¦s, Ferrera, uno bueno en el tercer toro y uno m¨¢s bueno todav¨ªa de El Fandi a ese tercer toro. En el quinto de la tarde, donde a Ferrera le correspond¨ªan los tres pares preceptivos, s¨®lo merece la pena destacar el par que dio al quiebro. Lo dem¨¢s, los dos pares restantes, estuvo inmerso en una especie de circo barato. El Fandi estuvo espectacular en banderillas en su segundo toro, sexto de la tarde. Se valoran con alta nota el segundo par y el tercero, ¨¦ste dado a la suerte del viol¨ªn.
Peralta / Ramos, Ferrera, Fandi
Toros de los Hermanos Peralta: blandos, varios mansos, 1? y 5? anovillados, sin calidad, excepto el 5?, que fue aceptable. Jos¨¦ Ignacio Ramos: estocada desprendida (ovaci¨®n); estocada (oreja). Antonio Ferrera: pinchazo, estocada desprendida y cuatro descabellos (silencio); pinchazo hondo -aviso- y dos descabellos (vuelta). El Fandi: estocada desprendida (silencio); bajonazo (oreja). Plaza de toros de Vitoria, 8 de agosto, 4? de feria. Media entrada.
Lo que fue el resto de lidia, ya sea capote y muleta, a Jos¨¦ Ignacio Ramos le toc¨® en suerte un animal que cabeceaba y soltaba cornadas al mism¨ªsimo aire. No pudo hacer nada. En su segundo toro puso toda la voluntad que cabe en un torero modesto y desarroll¨® una faena con las dos manos sin demasiado relieve. Su virtud grande fue que mat¨® bien a ese toro. A destacar un natural suelto muy largo. Acab¨® dando pases entre pitones y un desplante muy torero. Como siempre, el torero de la tierra trata de justificarse en todo momento.
Antonio Ferrera tuvo un segundo toro, el quinto de la tarde, que embest¨ªa muy aceptablemente. El propio torero se demostr¨® a s¨ª mismo cu¨¢n equivocado estaba con ese toro, ya que al final de la faena teji¨® unos naturales muy ajustados y cadenciosos. Esos ¨²ltimos pases fueron los que le dejaron en evidencia. Explicaban por s¨ª mismos que si hubiera iniciado la faena con el acoplamiento debido, los pases de inicio y los de resto, hasta final, hubieran culminado en una gran faena. Y, sin embargo, no consigui¨® convencer, incluso por mucho que diera pases mirando al tendido; eso no era sino pura filfa. ?Habr¨¢ que decir que su toreo fue de filfa y capul¨ª? En su primero, las series de derechazos fueron excesivamente cortas. Dej¨® algunos pases lentos, templados y ligados. Pero no convenci¨®.
El primer toro de El Fandi buscaba el bulto y, por ende, la yugular del torero. Algo parecido pasaba con el primer toro de la tarde. Eran dos satanases reci¨¦n llegados del infierno. Obviamente, El Fandi se limit¨® a trastearlo y matarlo. Lo que hizo fue matar rematadamente mal al sexto de la tarde, endilg¨¢ndole un bajonazo fe¨ªsimo. En ese toro reparti¨® la faena entre derechazos y naturales. A falta de calidad, s¨ª se puede contabilizar que hubo vibraci¨®n, adem¨¢s de estar valiente. La faena adoleci¨® de encimismo. Sac¨® alg¨²n natural bueno y algunos pases por alto, muy entregado. Creemos que le sobraron pases. Y volvemos a recordar que el bajonazo que se llev¨® ese toro, por muy manso que fuera, es de todo punto reprochable. Como es reprochable que el presidente le otorgara la oreja, que no una gran parte del p¨²blico pidi¨®. Pod¨ªa muy bien no haberle concedido la oreja, y de ese modo la plaza de Vitoria tendr¨ªa razones para sentirse una plaza seria. Lo que no consigui¨® a trav¨¦s de esa concesi¨®n tan absurda y poco rigurosa. Por lo visto, los p¨²blicos no saben que la suerte de matar debe ser una de las claves del toreo de siempre. Las orejas nunca deben darse si se mata mal.
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