Neocon, con-con y conitos
Absorta en la contemplaci¨®n de la fotograf¨ªa que Juli¨¢n Rojas public¨® en este peri¨®dico en la secci¨®n Espa?a del pasado d¨ªa 7. La he recortado, plastificado y la llevo a todas partes, para que me recuerde lo cerca que estamos de El coraz¨®n de las tinieblas. Puede que se les haya pasado el detalle: recomiendo buscarla como sea. Y es que en la foto donde aparece el padre de todos los GIL despatarrado y sexy como de costumbre, se aprecia al fondo, entre la fronda, una escultura que a) unos mantienen que es un autorretrato, y b) otros defienden que se trata del protagonista masculino de Gorilas en la niebla.
Cont¨¦mplenla y que alguien me ayude en el dilema, como me ayud¨® la lectora que detect¨® mi fatal error de la ¨²ltima cr¨®nica. Por el amor de Cristo, ?escrib¨ª John Cazale en vez de James Caviezel al referirme al fundamentalista actor del ¨²ltimo filme dirigido por Mel Gibson! Fue un desprendimiento veraniego de neurona, espero que transitorio. Pido disculpas (se est¨¢ convirtiendo en mi mayor adicci¨®n), y muy serias, porque adoro al difunto Cazale, uno de los pocos hombres que han sido a) amante de Al Pacino en Tarde de perros, y b) hermano de Al Pacino en los dos primeros padrinos. ?O era de Robert de Niro, en ambos casos? Ya ven.
Todo esto me ocurre por entregarme a los idiomas, a mi edad. Por ejemplo, al franc¨¦s. Ahora que se ha puesto tan de moda llamar neocon (neoconservadores) a los eso que no debo decir ni pensar, a m¨ª me gusta mucho hacer una lectura en franc¨¦s de la definici¨®n. Recordando a Georges Brassens (quienes ignoren de qui¨¦n hablo, busquen sus discos y llenen ese su agujero negro), quien con gran tino cant¨®: "El tiempo no tiene nada que ver en ello. Quand on est con, on est con". Ver¨¢n, el con franc¨¦s, intraducible, se acerca m¨¢s a memo, imb¨¦cil y capullo que a canalla; y cuando se es, se es. Sin embargo, no podemos negar, ni queremos hacerlo, es m¨¢s, no nos proponemos ni siquiera remotamente rechazar la fascinante tesis de que un neocon puede ser tambi¨¦n, por determinismo gen¨¦tico, un con a la francesa de narices.
Voy m¨¢s lejos, si cabe, en mi cursillo de ling¨¹¨ªstica comparada. En ingl¨¦s, al presidiario (convict) se le suele llamar, familiarmente, con. Junten ustedes con con con y con, y llegar¨¢n al mismo resultado que yo (lo silencio para no convertirme en uno de los tres con, y adivinen tambi¨¦n cu¨¢l).
Siguiendo con tercetos, Bush y los suyos son con one, two, three; y tambi¨¦n Blair, porque pudiendo mantener un bajo perfil de aliado fue m¨¢s bushista que el titular. En cuanto a Aznar, Ra¨²l Morodo le defini¨® perfectamente hace unos d¨ªas, en su art¨ªculo: Neocon vicario. En todos los sentidos e idiomas y dialectos, a?ado yo. Porque, careciendo de poder internacional (s¨®lo nos posee, de verdad, a nosotros; y no es poco), chilla hist¨¦ricamente como si lo tuviera, ebrio de Casa Blanca y ah¨ªto del Rancho de la Muerte.
Luego est¨¢n los conitos, que no forzosamente carecen de cualidades pertenecientes a la tr¨ªada definitoria, pero adolecen de poder. Una conita es do?a Ana Palacio, que irrumpi¨® en la pol¨ªtica exterior con una cierta fama de mujer bondadosa e inteligente y, una vez en el subvicariato, se convirti¨® en una gorgona. Un conito de manual es don Inocencio Arias, a quien siempre consideramos simp¨¢tico y pintoresco y que, como embajador de Espa?a en la ONU, mostr¨® su aut¨¦ntica dimensi¨®n de felpudo durante los proleg¨®menos de la invasi¨®n. Ciertos seres humanos, aparentemente inofensivos en circunstancias normales, revelan su catadura cuando ponen su cerebro de mosquito al servicio del mal y la mentira. Entonces la coherencia, pegamento moral de la acci¨®n y su conciencia, desaparece. Y vemos al pelele.
Don Inocencio acaba de cuestionar, en un curso de verano y seguramente porque era lo que quer¨ªa escuchar la parroquia, la licitud de invadir Irak si no hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva. Con la misma ligereza trat¨® de desdecirse ayer, en la SER: "?Yo he dicho eso?". Utiliz¨® lo que podr¨ªamos llamar, recurriendo de nuevo al franc¨¦s, su charme para mentir sobre lo mentido acerca de la Mentira. Por suerte, la radio graba, y le pusieron su voz. Bueno, no se cort¨® ni un pelo y volvi¨® a convertirse en conito siempre a sus pies.
Porque no s¨®lo los bestias nos hacen regresar al tenebroso coraz¨®n de la barbarie. Los tipos con pajarita y buenos modales tambi¨¦n. En especial cuando les ha abandonado el pegamento.
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